a Real Sociedad se despide de la Supercopa después de ceder anoche ante el Barça, que no pudo contar con Messi. Nada que no pudiera suceder. Empate, prórroga y penaltis que nos condenan. Por tanto, un partido menos en el camino, adiós a una final, y tiempo para afrontar el siguiente encuentro ante el Córdoba (Copa), en el que no caben remilgos. Levantar la cabeza con orgullo. No hace mucho, en una de sus comparecencias, Imanol comentaba que, si no recuperaba lesionados, iba a ser necesario seleccionar objetivos. La Supercopa conllevaba la oportunidad de un título, pero deberemos esperar a una mejor ocasión. El entrenador se despidió de su familia "hasta dentro de diez días" porque confiaba en su equipo, como siempre. Vivimos una temporada en la que, pese a la larga racha sin triunfos, el equipo ha hecho muchas cosas bien y ha dado numerosas alegrías a sus parroquianos. Personas que están ahí y que día tras día piensan en su equipo, porque les pertenece.

Conocí a dos de ellas precisamente en Córdoba hace ahora diez años. Eran dos chicos jóvenes, guipuzcoanos, a los que no había visto en mi vida y que, ataviados con la camiseta txuriurdin, que entonces lucía la publicidad de Belca, esperaron al final del partido para acercarse al autobús del equipo y hacerse fotos con los jugadores que admiraban. Corrían tiempos de Segunda División. Eran los únicos seguidores visibles del equipo aquella noche. Se perdió (2-0), siendo el canario Trujillo Suárez, que todavía anda dando vueltas por ahí, quien expulsó a Xabi Prieto por dos amarillas en una jornada aciaga para el conjunto blanquiazul.

Los dos partisanos del equipo nos conocieron. Quisieron hacerse una foto de recuerdo y, por supuesto, me presté a ello. Ayer, por curiosidad, entré en la cuenta de Facebook de los dos y ahí reside el testimonio de aquel día. Permanece vivo. Y me alegra un montón. Hablamos de su vida, de sus ocupaciones. Jugaban en el Urnieta y se escaparon el fin de semana. Por delante, una paliza de viaje, solo con el objetivo de ver a su equipo en una temporada en la que al final se logró el ascenso. Lo celebraron como no cabía pensar de otro modo. Iker y Ion forman parte de esa legión inagotable de fieles que está ahí, sufriendo sin poder apoyar a los futbolistas en el estadio o en los desplazamientos. Hoy son personas hechas y derechas con responsabilidad en el deporte y en la enseñanza, que son sus profesiones.

Llegaron la noche anterior. En los comentarios de las redes sociales se refieren a la cena de la víspera, a las japutas y a los flamenquines, así como "al plato de patatas fritas con pollo que me sirvieron jajaja (que no pollo con patatas jajaja)". Es la gente que aguanta todo por vivir con intensidad una parte de las cosas que dan sentido a su vida. La pertenencia es una conquista y la Real sufridora de entonces fue capaz de cautivar a muchísima gente joven que ha ido creciendo al ritmo del equipo para llegar hasta aquí.

No dudo que, si las cosas fueran fáciles y los desplazamientos pudieran realizarse con normalidad, anoche el equipo hubiera sentido el calor de sus fieles aficionados. Os cuento estas historias inolvidables porque son las que van marcando el paso, porque son mucho más trascendentes que un resultado o que la anécdota de un partido. Como os digo, en sus redes sociales figuran un montón de fotos. De los momentos estelares, de Cádiz, de Vigo, de cuantas ciudades elegían como destino para compartir con las peñas un día de fidelidad a unos colores que no admiten discusión. Son los suyos y punto. De ellos he aprendido muchísimo. Primero, a entenderles; luego, a respetarles. O al revés, si lo prefieres. El autobús esperaba a los jugadores en el parking en el que se instalan las casetas de la feria cordobesa cuando llega el momento. Fue el momento de felicidad para los dos seguidores. Los futbolistas les atendieron pese al amargor de la derrota. Arenales frente a un estadio nuevo que no perdió el nombre del arcángel (San Rafael) del que son tan devotos, aunque los patronos de la ciudad son otros: San Acisclo y Santa Victoria. ¿A qué no lo sabías?

La noticia de la ausencia de Messi debió conceder un respiro a los realistas, cuya salida al terreno fue lo que se esperaba. Maniató a su rival, llegó hacia los dominios de Ter Stegen, pero no hizo daño. Si hace unas semanas en la liga, Willian José abrió la brecha, respondieron futbolistas de la segunda oleada. Los tantos de la victoria catalana fueron de Jordi Alba y De Jong. En la medida en que Dembélé abrió el compás de las diabluras, las cosas se torcieron. Aún más, con el primer tanto del encuentro. Al centro implacable de Griezmann respondió de nuevo el centrocampista holandés. En la fase de dominio txuri-urdin no cuajaron las opciones, justo lo contrario que en el control azulgrana. Pero quedaba un tiempo y luego otro y, más tarde, otro. En el segundo del partido, Oyarzabal alargó su leyenda desde el punto fatídico y su gol niveló la contienda, aunque luego se truncara en la tanda decisiva. A partir de ahí, la Real echó el resto en defensa y en ataque, pidiendo oxígeno, lo mismo que su rival. La inexorable prórroga suponía media hora de propina y un milagro que mantuviera a los futbolistas en pie. Uno de los que entró de refresco, Joseba Zaldua, pegó un derechazo monumental que Ter Stegen dejó sin premio. Fue lo más granado del primer tiempo del alargue, además de algún sustillo en la zona de Álex Remiro. Faltaban quince minutos por delante para no llegar a los penaltis. Pasara lo que pasara, estaba claro que a este equipo no se le puede pedir un esfuerzo más, porque da hasta lo que no posee. Januzaj y Zubimendi se incorporaron para compartir el sufrimiento del territorio. El belga lanzó una falta magistralmente, pero el meta blaugrana sacó una mano inverosímil. Si no fuera por ese portero, la Real estaba en la final con todo merecimiento. No se puede hacer más por conquistar el encuentro decisivo. Los penaltis fueron crueles con el equipo y le impidieron alcanzar el sueño. Los nervios, la puntería, la tensión y la poca fortuna impiden la alegría de un territorio que nada puede reprocharles. Seguro que los dos seguidores que conocí en El Arcángel sienten orgullo por su valiente equipo y aplaudirán desde el salón de los sueños. Yo lo hago.