e quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento y contarte que ahí es donde me siento a pensar en ti", escribió el poeta mexicano Jaime Sabines sin pensar en el fútbol. Cuando compartes tus secretos escondidos es señal inequívoca de que el amor es real. Cómo no reflexionar sobre ello cada vez que paso por delante del txoko preferido de mi mundo. Por Anoeta. Nostalgia de ti, o saudade, esa palabra portuguesa tan bonita que refleja como ninguna la melancolía de todo lo que llegué a vivir allí. No solo de la Real, de lo que sentimos cuando asistimos a sus partidos en nuestro escondite. Imposible no rememorarlo en vísperas de un encuentro de máxima enjundia contra el flamante Atlético del menino Joao Félix, que se ha convertido en el gran aspirante a lograr el título de Liga. Más aún, cuando la mente todavía nos alcanza para degustar el gozo que vivimos en el duelo de la pasada campaña, en el que fue el histórico estreno de la grada Zabaleta y del estadio ya cerrado sin pistas de atletismo, ese sueño por el que tanto luchó el club y que se cumplió con la realidad superando con creces las altas expectativas previstas.

Le he tenido que pedir al silencio de la grada vacía que me hable de ti. Que comparta la misma tristeza por todo lo que estábamos dispuestos a disfrutar juntos y, al menos por ahora, se nos ha quedado demasiado a medias. Y es doloroso, porque la auténtica frustración de un buen aficionado, que de esos tenemos muchos, no es acompañar al equipo mientras va todo rodado derrotando al que se le pone por delante (que por supuesto también escuece, porque a todos nos gusta festejar con los nuestros). Lo más insufrible es ver que los tuyos se encuentran en problemas, que no le salen las cosas cuando han demostrado que pueden y saben hacerlas, comprobar que te necesitan y no poder estar a su lado. Demostrarles lo orgullosos que nos encontramos de lo mucho que han hecho, de haber logrado erigirse de nuevo en la sensación, no solo de la Liga, sino de la Europa League, con una exhibición inolvidable en la etapa final a pies del Vesubio. De haber estado incluso muy por encima del nivel que alcanzaron el curso pasado. Cuando han llegado las temidas lesiones, porque poco se destaca el nivel de las ausencias al habernos venido todos demasiado arriba con una de las consignas favoritas de Imanol: "Juegue quien juegue este curso no se resiente el nivel". La Real lo ha acusado. Porque cuando compites sin Aritz, el jefe de tu defensa, sin Illarra, el que en teoría es y ojalá vuelva a ser líder de tu sala de máquinas y, sin dos estrellas de nivel mundial como Silva y Oyarzabal, resulta inevitable que desciendan las prestaciones corales del plantel. Por mucho que estemos como locos porque los canteranos han llegado para quedarse y triunfar, que seguro que con algo más de tiempo casi todos lo harán (y lo digo plenamente convencido), la unidad B utilizada de emergencia casi en bloque por las lesiones y el agotamiento de los titulares todavía no está preparada para plantar cara a rivales de Primera cada tres días. Ni aunque nuestro querido entrenador prepare pócimas con más magia que las de Panoramix o Denoueix. Es hora de construir más que de destruir. Aunque la herida y la impotencia por el gol del Levante no haya cicatrizado y exija una sincera autocrítica.

Nada más terminar el maravilloso encuentro de Nápoles, en el que nos hicieron sentir muy felices, algo que no debemos olvidar cuando sucedió hace tan solo doce días, Imanol les repitía "Espíritu Wanda" mientras iba felicitando uno a uno a todos sus jugadores. Ese que permitió a su equipo hacer de tripas corazón cuando le fallaron las piernas por agotamiento el curso pasado y apretar los dientes para no rendirse hasta anotar una diana salvadora en los minutos finales en la cancha del Atlético. Como hizo en el estadio Maradona. O incluso la tarde de Juanmi en Vigo, con otro entrenador, señal de que algo estaba cambiando en el carácter de ese vestuario.

Ahora que nos visita el Atlético, aparte del ineludible recuerdo hace solo dos semanas del 22º aniversario del asesinato de Aitor Zabaleta a manos de un ultra del Frente (la venganza deportiva siempre estará dedicada a él y debería motivar a los realistas), quiero irme al otro extremo y rescatar una de las historias más conmovedoras que se han vivido en los últimos meses en el fútbol. Una de las grandes estrellas de su gran equipo femenino y de la selección, de la que es capitana, Virgina Torrecilla, de 26 años, anunció a mediados de año la terrible noticia de que tenía que alejarse unos meses de los terrenos de juego al sufrir un tumor cerebral. Pasó por el quirófano y el club colchonero se volcó con ella, para que se sintiera arropada. La mallorquina luce sendos tatuajes en sus piernas. En una se puede leer Para de existir y en la otra, Comienza a vivir. Cuando le preguntaron por su significado, respondió: "A mí me transmite que luches por tus sueños y vayas a por todo. Haz que tu vida deje de ser una rutina y empieza a demostrar lo que eres y lo que puedes hacer". En el precioso vídeo que le preparó el Atlético en el primer partido de Liga de esta campaña, todo el equipo se junta en un corro como le gusta hacer a Imanol, con la propia Virginia entre ellas, y Amanda Sampedro, que portaba el brazalete y la camiseta de su amiga en la mano, les dice: "Hoy me he despertado con un sabor agridulce. Muy feliz porque todas las que estamos aquí queremos jugar y somos unas privilegiadas por defender este escudo, pero con la mala suerte de que contamos con cinco compis que no tienen el mismo privilegio que nosotras. Así que hoy por ellas, vamos a reventarla". Y el grito de guerra, que además luce con grandes letras en la entrada de su vestuario: "Por ti, por Vir, por todos, Atleti". Se lo recomiendo. Es verdaderamente sobrecogedor.

La vida te pone obstáculos. Y la temporada de fútbol también. Nadie dijo que iba a ser fácil. Más aún cuando la Real este curso ha tomado el camino más largo para intentar desafiar a pecho descubierto al que se le ponga por delante en todas las competiciones. Si eso nos emociona y nos reconforta, que lo hace, no podemos venirnos abajo cuando el rival, que ataca con munición pesada, nos abate en combate como sucedió la semana pasada. Lo importante siempre va a ser levantarse una y otra vez y luchar con más fuerza que la anterior. Creyendo más en ti y en tus posibilidades. Teniendo fe. Como dice una pierna de Torrecilla, la Real tiene que parar, reflexionar y hacer un balance de daños; y como dice la otra, comenzar a vivir otra vez. Perseguir sus sueños e ir a por todas. Demostrar de lo que es capaz. Se me ha olvidado recordar que el año pasado el Atlético de Simeone ni la olió en un Anoeta que fue una fiesta y, lo que es más importante, las magníficas hazañas de su campaña anterior llegaron después de Navidad. Como si fueran auténticos regalos aún sin abrir. Por la Real. Por su afición. Por los privilegiados que están y por los que faltan en el campo y en la grada. Por todos. ¡A por ellos!