- Poco más de dos meses después, la competición oficial regresa por fin al estadio de Anoeta. El jueves 16 de julio, visitó Donostia el Sevilla (0-0), en la penúltima jornada de la pasada temporada. Mañana, en el segundo partido de un nuevo curso, lo hará el Real Madrid (21.00 horas). La cita ante el conjunto blanco siempre resulta trascendente. Esta lo será más aún, pues a todo lo que supone medirse a los merengues se une la necesidad txuri-urdin de arrancar con buen pie en su feudo. La Real fue el equipo de la Liga que en mayor medida acusó competir en casa sin público, en las fechas del pasado campeonato posteriores al confinamiento. Ahora, los de Imanol buscan recuperar la costumbre de obtener buenos resultados como locales.

Se trata de una de las claves de cualquier éxito que se precie en el mundo del fútbol. La fortaleza en casa resulta fundamental. Y la Real la había alcanzado con creces antes del parón motivado por la crisis sanitaria. El estadio, una vez concluido su proceso de reforma, vibró con un equipo que, hasta marzo, sumó el 66% de los puntos en Anoeta. En trece partidos de Liga, logró ocho victorias y dos empates, encajando tres derrotas, dentro de una trayectoria ascendente. Y es que los últimos cuatro compromisos en Donostia se saldaron con sendos triunfos, frente a Mallorca, Athletic, Valencia y Valladolid.

¿Y después del confinamiento? A partir de junio, la Real, como todas las escuadras de la Liga, pasó a competir en casa sin el calor de su afición. Y lo notó una barbaridad. Fueron seis partidos a puerta cerrada, con una sola victoria (Espanyol), dos empates (Osasuna y Sevilla) y tres derrotas (Real Madrid, Celta y Granada). El cuadro de Imanol pasó de sumar el 66% de los puntos como local a obtener solo el 27%, presentando un saldo negativo del 39% entre ambas cifras, cifra récord entre las 20 escuadras del campeonato. Barça, Granada y Alavés fueron los siguientes equipos que más sufrieron el cierre de los graderíos. Sus cifras de puntos como locales se resintieron en un 29% y un 28%, lejos aún del 39% txuri-urdin.

La crisis sanitaria ha resultado a todas luces inoportuna en muchas materias de la vida, todas mucho más trascendentes que el fútbol. Pero, si nos ceñimos a este deporte y a lo que concierne a la Real, ha llegado en el peor momento posible. Los resultados txuri-urdin eran buenos antes de que se iniciara la pandemia. Había una final de Copa en el horizonte. Y Anoeta se había convertido en un auténtico fortín. Una vez concluida la renovación del estadio, la trayectoria txuri-urdin resultó algo irregular en casa, con dos derrotas (Getafe y Levante) y un empate (Leganés) en los seis primeros partidos de Liga en Donostia.

Sin embargo, la victoria a finales de noviembre en el derbi guipuzcoano contra el Eibar supuso un claro punto de inflexión. Aquel duelo fue el inicio de una racha en la que la Real disputó en Anoeta siete encuentros del campeonato, sumando cinco triunfos, un empate (ante el Barcelona) y una derrota (frente al Villarreal). Hincaron la rodilla en Donostia el propio Eibar, el Mallorca, el Athletic, el Valencia y el Valladolid. También Espanyol, Osasuna y Mirandés en la Copa, en encuentros que, sumados a los de Liga, depararon una sobresaliente racha de siete victorias consecutivos en Anoeta.

Sabedora de lo mucho que le afectó tener que vaciar su estadio en el tramo final del pasado curso, la Real se enfrenta a partir de mañana a un importante reto. El equipo de Imanol debe volver a resultar fiable en casa. Y debe hacerlo asumiendo que su afición no le va a poder acompañar por el momento. La pandemia manda, apuntando a que el regreso del público a los campos de fútbol no se va a producir en el corto plazo.