Algo estará haciendo bien la Real, y muy bien además, cuando todo un Valencia, un equipo que había repetido estructura de forma consecutiva contra Getafe, Atlético y Atalanta antes de aterrizar en Anoeta, modificó el patrón habitual en su comparecencia en Donostia. El equipo y el estadio txuri-urdin dibujan un panorama lo suficientemente complejo como para que incluso octavofinalistas de Champions y firmes candidatos a la tercera-cuarta plaza se protejan aquí, sabedores de que exponerse en demasía puede implicar tragedia. Modificó Celades su habitual 4-4-2. Plantó un trivote con Carlos Soler, muy vigilante respecto a Zubeldia, por delante de Parejo y Kondogbia. Pero no le dio resultado. Porque la Real abrió la lata ensanchando el campo, visto que el rival escalonaba hombres por dentro. Y porque los de Imanol, ya en ventaja, supieron ajustarse en la presión para evitar inferioridades numéricas en la medular y enlazar peligrosas transiciones.

El inicio Los primeros instantes de partido bastaron para constatar los mencionados movimientos de Celades, que emparejó a sus tres centrocampistas con Merino, Odegaard y Zubeldia. En tal tesitura, llamó la atención la ubicación de Mikel Oyarzabal, de habituales diagonales interiores buscando una espalda de los pivotes rivales en la que esta vez apenas había espacio, dado el 4-2-3-1 che. En esta ocasión, el eibartarra tendió a ejercer de extremo puro y duro, combinando con un sobresaliente Mikel Merino y con un Nacho Monreal beneficiado por la tibia labor defensiva de Ferran Torres. Por ese costado se atisbaba el peligro, pero el 1-0 nació en el opuesto, en una acción que definió el momento actual de los dos interiores blanquiazules. Odegaard no termina de brillar como hasta hace un par de meses y falló un pase al que el propio Merino reaccionó con una brillante presión tras pérdida. Cinco segundos después estaba celebrando la apertura del marcador.

Otro contexto Al Valencia le tocó, ya en desventaja, asumir en gran medida el peso del encuentro. Disfrutó durante minutos de un claro tres para dos en la zona ancha, ya que la Real apretaba en 4-4-2 soltando a Odegaard a por Mangala. Merino y Zubeldia debían presionar a Parejo y a Kondogbia, pero el azkoitiarra dudó en varias acciones, ya que a su espalda quedaba sin marca Carlos Soler. Afortunadamente, la intensidad realista ensució lo suficiente las jugadas para que los de Celades apenas lograran enganchar con su mediapunta, antes de que Imanol corrigiera desde el banquillo. Con un solo movimiento, escoró a banda esa inferioridad numérica, ordenando a Januzaj que presionara él al central zurdo del rival y flotando al lateral Jaume Costa. La Real agradeció un retoque que facilitó los emparejamientos interiores, pero en realidad el encuentro tampoco cambió mucho. Estaban robando antes los txuri-urdin, con Aritz y Le Normand brillantes gestionando al descolgado Gameiro. Y siguieron robando después dentro de ese triángulo de las Bermudas que los centrales dibujaron con Zubeldia. Caía un cuarto realista a la zona en cuanto se olía la recuperación, para que un simple pase eliminara a Soler y desencadenara el contragolpe.

La segunda parte En la segunda parte le iba tocar arriesgar en mayor medida al Valencia. Con más razón aún tras el 2-0, en un córner provocado por ese Oyarzabal extremo que vimos ayer. Tras el descanso, Celades apostó por hacer precisamente lo mismo que había puesto en práctica de inicio la Real. Es decir, por mandar al mediapunta a presionar a centrales. Y el equipo guipuzcoano reaccionó aprovechando de inmediato la misma superioridad numérica de la que el rival no había sabido servirse en el arranque. En una acción que nació en Remiro, Merino firmó su enésima maniobra brillante de la tarde para conectar con Odegaard y con un Oyarzabal que había olido la sangre visto el panorama. Con el adversario defendiendo en 4-4-2 pisó zonas interiores para asistir a Januzaj. Aunque el gol del belga había que meterlo.

Pasito atrás La Real estaba desatada. No resultaba descartable un marcador final de escándalo. Pero enfrente tampoco dejaba de estar un equipo de nivel, por muchas bajas que presentara el Valencia. La nueva presión que Imanol había ordenado mediada la primera parte era susceptible de dibujar un uno contra uno por todo el campo si Zaldua tenía que saltar a por Jaume Costa. Y en una de esas enlazaron los de Celades una peligrosa contra sofocada por un Nacho Monreal disfrazado de bombero. Aviso a navegantes. Quedaba casi media hora y el 3-1 podía generar dudas. Así que los txuri-urdin dieron un paso atrás, primero dejando a Januzaj con el lateral visitante. Y después con la sustitución del belga para que Oyarzabal asumiera su rol en la contención. Fue como si Alguacil cogiera una llave y cerrara el partido con candado. La victoria ya no peligraría.