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Liderato menor de la Real

Un colista ramplón seca a un decepcionante equipo txuri-urdin, que dormirá primero pero que espera que la jornada le deje en su lugar tras una mala noche

Liderato menor de la RealRuben Plaza

La Real durmió líder en solitario de Primera División 16 años después. Pero con fallo. En lugar de convencer y de hacernos creer que está capacitada para luchar para metas incluso más ilusionantes de las que muchos preveíamos en verano, decepcionó a todos y provocó que, más que mirar en lo alto de la tabla, nos fijáramos en lo igualado que está todo y en que si te despistas un segundo y cometes un par de errores te encuentras incluso expulsado de los puestos europeos. Un vendaval impresionante y un colista justito de recursos secaron a un equipo que, sin Odegaard, en casa demostró ser simplón y del montón. Solo una victoria en los últimos cuatro encuentros en un estadio que palpita con el proyecto de esta campaña y que sueña con horizontes de grandeza hasta que se ha dado de bruces con la realidad.

Si la Real no fue capaz de imponerse al colista destacado, en su estadio y con la posibilidad histórica de acostarse primero en solitario después de tanto tiempo, es que algo no funciona o que no es para tanto. Lo más grave de todo es que sin jugar bien, completando una de sus peores actuaciones en casa esta campaña, logró ponerse por delante en un saque de esquina y, a pesar de todo, siempre ofreció la sensación de que la iba a pifiar. Como así fue. No se puede entender. No fue un tropiezo cualquiera, sino uno muy grave. Con la decepción de unos jugadores que no estuvieron a la altura de lo esperado y de las expectativas que ellos mismos habían generado y de un entrenador que simplemente falló en sus decisiones, como se pudo comprobar en el verde. Una pena enorme y una sensación muy agridulce en una noche que estaba llamada a ser inolvidable sin excesiva exigencia.

Imanol despistó mucho en su rueda de prensa, en la que hizo un alegato de los suplentes, pero al final alineó el mismo once que venció en Granada con la única salvedad de la entrada de Januzaj en lugar de Sangalli. Un movimiento lógico en previsión al cerrojazo que tenía previsto Javier Aguirre y en función de lo bien que le había funcionado la apuesta por el belga en los últimos minutos del partido ante el Granada. Todo el mundo aventuraba un Leganés más defensivo de lo habitual, muy alejado del ofensivo once que dispuso Luis Cembranos ante el Eibar, aunque al final se quedó en una apuesta por un 4-4-2 que tampoco recordó a los tiempos de los 80 con Maguregui y compañía como se aventuraba. Lo cierto es que el partido le atropellaba demasiado pronto al azteca, casi sin tiempo para introducir su seña de identidad, que sin duda se podrá apreciar más después del parón.

Temporal La realidad es que era complicado que lloviera más cuando salieron los jugadores. Un vendaval de esos que asustan al visitante y que le aventuran 90 minutos de perros en un terreno de juego tan grande y rápido como el de Anoeta. Pocas veces ha llovido tanto cuando se inició el encuentro, lo que apagó los habituales calientes ánimos de la Grada Zabaleta. El ambiente era frío y la sensación apuntaba a un encuentro cerrado, con pocas ocasiones y con un marcador corto y ajustado.

La Real tenía que dominar, si se tenía en cuenta su calidad, pero las circunstancias condicionaron el duelo desde el mismo saque. Los donostiarras dominaban sin abrumar, con muy poco control y con demasiadas imprecisiones que hacían que el Leganés estuviera mucho más cómodo de lo que aventuraba en los prolegómenos. A los tres minutos Zaldua, que era claramente el arma ofensiva inesperada de los locales sirvió un buen centro y el cabezazo de Willian José lo detuvo Cuéllar. Más de diez minutos después, Januzaj, que se encontraba ante su esperada ocasión, disparó tímidamente fuera desde lejos. Los blanquiazules mandaban, pero sin hacer daño. Sin hacer buen fútbol, ni impresionar a nadie. Casi por inercia. Un centro de Portu no pudo culminarlo en gol Willian y otro servicio del murciano rematado por Merino lo atajó Cuéllar.

Desde el minuto 20 los pepineros controlaron y aguantaron sin demasiados sudores a los realistas. Incluso Recio dispuso de una buena opción que detuvo Remiro antes de que Portu, sin hacer nada del otro mundo, rematara al larguero en una acción anulada sin saber aún por qué por el colegiado. En los últimos veinte minutos de la primera parte apenas hubo opciones de remate, lo que habla muy a las claras de lo bien que anularon los madrileños a una Real sin brújula ni criterio. Horizontal y superada por la falta de precisión en los pases, en parte provocado por la dificultad del mal estado del terreno de juego.

En la reanudación tampoco es que los locales pasaran por encima de un siempre ramplón Leganés, al que Aguirre dotó de esperanza, pero sí que dieron la sensación de que en cualquier momento podían decantar la balanza a su favor. Simplemente por el peso lógico de la normalidad, ya que hombre por hombre era muy superior a su contrincante pese a que no fue la mejor noche de ninguno. A los tres minutos, Kevin desperdició una oportunidad inmejorable para vengar su cesión, pero su remate se le marchó fuera. Januzaj también dispuso de su opción para recuperar galones entre su gente, aunque su centrado chut en inmejorable situación lo detuvo sin apuros Cuéllar. A los 62 minutos, el belga sirvió un córner con precisión y Merino, al más puro estilo de cuando ascendió a Osasuna casi solo, cabeceó a la red.

Lo más difícil estaba hecho. El partido no se podía escapar ante un adversario que solo había anotado tres dianas en doce jornadas. Pero los realistas se empeñaron en ofrecerles balas, una tras otra, en un ejercicio incomprensible de incompetencia sin solución desde el banquillo, hasta que un centro de Roque Mesa lo cabeceó a la red con un cabezazo sensacional En-Nesyri. Nadie pudo decir en Anoeta que no se veía venir. En los trece minutos que quedaron la Real solo generó una ocasión en un remate horrible de Oyarzabal, que rubricó su peor actuación de la temporada.

La Real es líder. Pero nadie se lo cree. Los blanquiazules desperdiciaron una oportunidad histórica para volver a mandar en la Liga con personalidad y poderío. Su afición le estaba esperando y le falló. Son tres noches ya disgustando a los suyos. Ganar fuera está bien y tiene mucho mérito, pero donde se debe cumplir obligatoriamente es en casa. Más aún en un estadio así y cuando el club diseña una camiseta para homenajear un escenario espléndido para la ocasión. Sí, dormimos líderes, pero la noche fue más bien de sueños rotos. Y eso que enfrente estaba el colista.

El fin de semana pondrá a esta irregular Real en su sitio. Simplemente el que merece. Una lástima. Mucha rabia. Una versión que lamentablemente no estuvo a la altura de la posición que ocupa en la tabla en la decimotercera jornada y antes de un duelo que se presumía histórico y pleno de recuerdos. Por favor, traten de no pinchar el globo.