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La Real no protestará por los arbitrajes

El club realista prefiere pasar página pese a que en Granada los especialistas coinciden en que le birlaron un penalti revisado por el VAR y por el árbitro de campo de forma incomprensible

La Real no protestará por los arbitrajesFoto: Efe

Donostia - La Real no levanta la voz por los arbitrajes y no tiene ninguna intención de hacerlo. El club txuri-urdin cuenta con motivos suficientes como para empezar a estar molesto con los errores de los trencillas agravados por la falta de corrección de la sala del VAR. El último ejemplo ha sido el penalti no pitado por mano de Carlos Neva en Granada.

Corría el minuto 26 de un encuentro en el que los blanquiazules estaban pasando por encima del equipo revelación del campeonato, que de haberse llevado los tres puntos se habría convertido en el líder en solitario de Primera División, cuando el lateral izquierdo rojiblanco se lanzó al suelo para cortar un centro de Zaldua. Su gesto instintivo fingiendo como si le habría dado en la cara le delató. Había que ver la jugada que podía ser decisiva para el devenir del encuentro.

Prieto Iglesias, un colegiado de muy mal recuerdo para los realistas la temporada pasada, sobre todo por su lamentable actuación en Anoeta en el encuentro de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey ante el Betis que finalizó con su eliminación, decretó el saque de esquina. Pero por el pinganillo, el árbitro encargado del VAR, Cordero Vega, le recomendó que viera la imagen al considerar que le parecía penalti, puesto que el brazo se encontraba en posición vertical, ocupando un espacio antinatural, pese a que en el último momento lo intentara recoger cuando comprobó que el contacto iba a ser inevitable.

Las imágenes no dejaban lugar a la duda. Tal y como se encuentra la norma de las manos esta campaña (la cambian cada temporada), se trataba de un penalti claro, por lo que era una simple cuestión de tiempo que Prieto Iglesias señalara la pena máxima. Cuál fue la sorpresa de todos cuando el navarro cambió la decisión del VAR y decidió que siguiera el juego desde el citado saque de esquina. Es cierto que los realistas no presionaron nada al colegiado, pero era complicado, porque se trataba de una acción muy rápida en la que ni el propio Zaldua, autor del centro, pudo ver con nitidez la infracción al estar más preocupado por no estrellarse con las vallas de publicidad.

Portu habló con el árbitro El único que estuvo hablando con el trencilla fue Portu, quien al final del encuentro reconoció que “yo le he dicho que desde mi posición no había visto bien la jugada. Al final, hay que ser honestos y no tenemos que engañar a nadie. La acción ha sido muy rápida y no me he dado cuenta en el campo. Lo que he le comentado al colegiado es que lo que le dijeran de arriba sería lo que estaría bien, porque lo analizan con cámaras. Es un árbitro siguiendo todo en el campo y otro por las cámaras. Si no se ha pitado el penalti es porque no es. No hay que darle más vueltas; es el árbitro quien decide y no hay que engañarle”.

Incluso ya en frío, al término del encuentro, el propio Imanol Alguacil también le restó importancia. “Decidió que no fuese penalti. Es uno más de nosotros y es muy complicado arbitrar. Y no lo digo porque ganásemos. O le ayudamos o se le va a hacer muy difícil”, comentó el técnico txuri-urdin.

El problema es que el penalti fue claro y por primera vez en todas las jugadas polémicas que se han producido por manos en los diversos campos de la Liga esta fue la única en la que había unanimidad. Prieto Iglesias se equivocó gravemente y del posible 0-2, que era casi una sentencia, se pasó al 1-1 y al dominio del Granada hasta el final del primer tiempo en un intervalo en el que la Real pudo pagar caro si no llega a rehacerse en la reanudación.

Y lo peor de todo es que llueve sobre mojado. Una de las claves del partido de Los Cármenes fue la baja de Martin Odegaard, que ha recibido faltas hasta que ha caído lesionado. Fue en el encuentro de Vigo, en una entrada en el último minuto del central Jorge Sáenz, cuya agresividad no venía mucho a cuento dado que era casi la última jugada.

Solo una jornada antes, en Anoeta, Soto Grado no vio cómo el bético Javi García, presa de la impotencia, intentó lesionar de forma voluntaria al escandinavo a solo un metro de sus narices. Peor fue lo del ínclito Álvarez Izquierdo, que debía estar mirando alguna otra cosa en lugar de analizar las imágenes del VAR.

En Balaídos, Pizarro Gómez, no apreció una entrada con los tacos por encima de la rodilla de Hugo Mallo a Oyarzabal que le pudo destrozar la temporada. A Martínez Munuera le debió sorprender comiendo en el VAR, porque tampoco la avisó de la gravedad de lo sucedido.

Precisamente este último, el valenciano, será el encargado de dirigir el duelo de este viernes ante el Leganés, con Jaime Latre (esperemos que cenado y atento en el VAR). El tema de las designaciones también está generando malestar en el entorno txuri-urdin, ya que, con el enfado que había en Anoeta con él, Prieto Iglesias le dirigió cuatro encuentros la campaña anterior, dos de ellos en diez días al ser duelos de Liga y de Copa. Cierto es que en el último de ellos, ante el Getafe, el que clamó al cielo por sus errores fueron Bordalás y sus pupilos, puesto que la derrota les privó de ir a la Champions League.

Sí que sorprende que en doce jornadas a la Real le han pitado ya en dos ocasiones los debutantes Pizarro Gómez (en Mallorca y en Vigo, con idéntico resultado de 0-1) y Soto Grado en una ocasión (ante el Betis, triunfo en Anoeta por 3-1). Nombres más conocidos como Gil Manzano, Estrada Fernández y Mateu Lahoz han coincidido en alguna otra ocasión. Y, por último, Cordero Vega, Medié Jiménez, Alberola Rojas en otra.

González Fuertes, que de forma incomprensible lidera el Trofeo Guruzeta que organizan los árbitros y que puntúan los cronistas de los diversos clubes, y el siempre ineficaz Melero López desquiciaron Anoeta ante el Getafe y el Levante, en las dos derrotas donostiarras en su guarida.

Pese a que el clamor en la afición realista es grande y de que son muchas las voces que exigen una denuncia al sospechar que quieren bajar al equipo del caballo, el club realista no piensa mover un dedo al respecto y mucho menos lanzar un mensaje público de protesta. Jokin Aperribay siempre ha sido cauto en ese capítulo, al considerar que a los clubes que no tienen tanto poder, en lugar de beneficiarle, les perjudica. Y, después del parón, si se gana al Leganés y los de Zidane hacen lo propio en Eibar, aparece un Madrid-Real igualados a puntos en lo alto de la tabla. Que Dios nos coja confesados.