De su misma medicina
la real ajustició al granada con dos rápidas transiciones tras robo, precisamente el registro desde el que los andaluces se propusieron hacer daño al conjunto de imanol
quién le ha visto y quién le ve. Si hace un par de años nos cuentan que aquel ya decadente equipo de Eusebio Sacristán, monopolizador de la posesión pero carente de chispa y desborde, se convertiría en un par de temporadas en una Real eléctrica y letal en transición, pocos se lo habrían creído. El caso es que, ahora mismo, si tienes a tu escuadra abierta en canal y pierdes el balón contra los txuri-urdin estás muerto. Semejante metamorfosis está patrocinada por un jugador de Murcia a quien todo el mundo destaca por su trabajo, por su presión y por sus “huevos”, hablando mal y pronto. Portu los tiene bien grandes, cierto. Pero hablamos, ante todo, de un pedazo de futbolista, del futbolista diferencial de esta versión blanquiazul 2019-20. Odegaard también es muy bueno. Sin embargo, quien realmente nos ha dado vértigo y licencia para correr es el ex del Girona. Decirlo hoy parece ventajista. La hemeroteca, en cualquier caso, nos avala.
un buen arranque Carburó el planteamiento inicial de un Imanol que anoche optó por regresar al 4-3-3, además en una de las versiones más rígidas que se le recuerdan. En esta ocasión, el técnico renunció a incrustar a Zubeldia entre centrales. Y, ante el 4-4-2 que adoptaba el Granada a la hora de presionar en bloque medio, supo la Real encontrar superioridades desde las que explotar la velocidad de Portu. El equipo buscó a los interiores Sangalli y Merino para que estos, exigidos y de espaldas, sirvieran de cara al azkoitiarra, a partir de cuya posición se logró conectar con Oyarzabal y con el murciano. La cosa, además, no se dio bien únicamente en lo ofensivo, porque la estructura que adoptaron los blanquiazules en la presión también aportó sus frutos. Willian y Portu apretaban en primera línea, con Sangalli encimando al pivote rival, el lateral izquierdo del Granada flotado y Oyarzabal ubicado en una posición intermedia entre el lateral diestro local y el interior derecho. Precisamente ahí robó el eibartarra para lanzar al 7 y generar el 0-1. El partido acababa de comenzar, pero el panorama invitaba al optimismo.
un granada más agresivo No hizo gran cosa el Granada para darle la vuelta a las sensaciones que emitía el duelo. Aumentó dos puntos el ritmo de su presión y la agresividad de la misma, tal y como ejecutara la semana pasada para ganar al Betis tras el descanso. Y así consiguió cortocircuitar un entramado realista que, en apenas un par de minutos, pasó de producir con fluidez a padecer de forma manifiesta. El balón vertical a Sangalli y Merino comenzó a hallar siempre una pierna granadina que devolvía la posesión a los locales. Y desde esa situación construyeron los andaluces peligrosas transiciones. Aunque ojo, también empezaron a exponerse notablemente. La falta del 1-1 nace de un esférico que recibe Willian José con el adversario volcado y la oportunidad ante sí de iniciar un contragolpe prometedor. Se lió el brasileño y el libre directo de Vadillo se lo comió Remiro. 1-1 al descanso. Y casi que gracias, visto lo visto durante los minutos previos al intermedio.
oyarzabal, la vía Comenzó la segunda mitad y no se apreciaron cambios, ni de nombres ni de posiciones, que invitaran a pensar en un nuevo escenario. Pero el transcurrir de los minutos permitió a la Real respirar más tranquila. La presión de un Granada que había competido el jueves por la noche fue menguando. Y hubo una fase del encuentro durante la que los de Imanol encadenaron cuatro o cinco posesiones dañinas mediante las que hundieron al adversario en su campo. Todas ellas tuvieron como denominador común la participación de un Oyarzabal ubicado como falso mediapunta, apareciendo en la parcela desde su banda para recibir y dar continuidad a los ataques txuri-urdin. No es que la Real atosigara al Granada. Tampoco nos enamoró con su fútbol. Pero el equipo siempre ofreció la impresión de encontrarse un punto más cerca del triunfo que su rival. Imanol arriesgó con un cambio susceptible de romper el partido y si le hubiera salido cruz hoy le estarían crujiendo. Pero Januzaj fue capaz de ejercer de lanzador para que los tres puntos volaran a Gipuzkoa.