En el partido que la Real disputó ante Osasuna en el Stadium Gal durante la pretemporada, Imanol juntó por primera vez a Portu con Oyarzabal. Fue un ensayo con un rombo y con la pareja actuando en punta. No tardaron en demostrar que esa sociedad iba a aportarle muchos réditos a una Real que ya comparte la cabeza de la tabla con el Barcelona y el Madrid, aunque estos con un partido menos. La calidad decide los encuentros. Y estos dos marcan la diferencia. No solo porque son muy trabajadores y se sacrifican como los que más en tareas defensivas, sino porque son muy buenos, muy competitivos y tienen el colmillo retorcido. Demuestran un apetito voraz e insaciable y eso provoca que hasta el último minuto el rival deba mantenerse en alerta para evitar que le ajusticie. El Granada ya casi daba por bueno el punto cuando en el minuto 89 Portu dibujó un desmarque espectacular por el centro que vio Januzaj. Control, chut y gol. Esa es la frase que define al murciano. Este no pierde el tiempo en tonterías, en cuanto recibe siempre tiene en mente disparar a portería. Y tiene un cañón. Un fichajazo. Y un gol que devuelve la alegría y el optimismo a todo el realismo después del disgusto entre semana con el Levante.
Una justa recompensa para un equipo que fue bastante superior a la revelación del campeonato. Los donostiarras hicieron lo más difícil, que era adelantarse, vieron cómo le birlaban un penalti -aún no se sabe muy bien por qué-, sufrieron una cantada de campeonato de su portero en la acción que le empataron y, tras rehacerse, buscaron la victoria en toda la segunda parte hasta encontrar el tesoro en el último minuto. Una gran Real a la que da gusto verle jugar cuando en defensa se muestra firme y solvente.
Imanol volvió a apostar por Sangalli, esta vez como sustituto de Odegaard, ya que el otro día lo que provocó su entrada fue desplazarle a la banda. El resto de la alineación fue la esperada, con Zubeldia en el centro del campo y Le Normand y Llorente en el eje de la zaga. Zaldua, Willian José y Portu regresaron tras descansar ante el Levante y reemplazaron a Gorosabel, Isak y al noruego, que se quedó lesionado en Donostia. Llamó la atención una vez más la suplencia de Januzaj, con el que no están contentos en Zubieta, y que Barrenetxea continúa sin disponer de ninguna oportunidad de inicio, una situación que clama al cielo cuando lo que necesita es jugar.
La Real comenzó muy bien el partido. Encerró al Granada que no conseguió salir de su campo en los diez primeros minutos gracias a una asfixiante presión adelantada. Pese a su manifiesta superioridad, los blanquiazules pisaron área con peligro, aunque no fueron capaces de producir ocasiones nítidas para marcar. Su único disparo destacable fue de Mikel Oyarzabal, que rechazó Rui Silva. Cuando por fin se liberó el Granada, un chut de Herrera lo rechazó Remiro pese a que reaccionó bastante tarde. Lo peor estaba por llegar. Al cuarto de hora, Sangalli puso un buen centro a balón parado y el cabezazo centrado de Llorente lo atajó Rui Silva.
En el minuto 21 llegó el gol de la Real, en la acción que resume lo que es Oyarzabal. Recuperó la pelota en el centro del campo, se giró y asistió con precisión a Portu. No se lo pensó dos veces. Control y chut al primer palo con el que superó al meta luso. Golazo.
Poco después, un centro de Zaldua lo cortó con el brazo Carlos Neva. Es cierto que el andaluz trata de recogerlo en el último momento, pero es que en cuanto sale el envío del lateral lo tiene en una posición antinatural y despegado. A Prieto Iglesias le dijeron que fuera a verla la jugada al VAR e incomprensiblemente no decretó la pena máxima. No se aclaran ni ellos. En realidad en este tema la culpa es de los dirigentes, que cada año modifican el reglamento en las manos y ya no saben a qué atenerse. Si la acción del jugador Alavés Duarte fue considerada como penalti, ayer en El Sadar es de chiste que no señalaran esta. Y ya llueve sobre mojado y crece la sospecha de que con el VAR, como ha sucedido toda la vida con el colectivo arbitral, también existen categorías.
El parón le sentó mal a la Real y el Granada, que comenzó a apretar mucho más arriba y con un plus más de intensidad, fue acercándose a la portería visitante. Sobre todo aprovechando las pérdidas por imprecisiones de los realistas. Vadillo dio otro aviso al que respondió bien Remiro. Después de un disparo con la zurda de Sangalli que detuvo Rui Silva. En el minuto 35, Willian José tuvo una oportunidad de oro de lanzar una contra, pero se entretuvo demasiado y acabó haciendo una falta fruto de la impotencia. Vadillo chutó desde más de 35 metros y Remiro se la tragó. El tanto reabre el debate de la portería, ya que el año pasado el equipo se pasó meses sin jugar con su mejor meta. Y esta, al menos por ahora, no parece que el navarro sea superior a un Moyá que ha perdido la titularidad sin motivo aparente.
El tanto hizo daño a la Real, que no se rehizo hasta después del descanso. Los andaluces presionaron muy bien y provocaron los continuos errores de los blanquiazules. En la reanudación los de Imanol volvieron a tomar el mando y el control. A los dos minutos, un buen pase de Sangalli no lo pudo controlar Oyarzabal. Con Merino en su mejor versión, los guipuzcoanos encerraban al Granada y le obligaban a ceder metros. Un gran pase del navarro no lo pudo culminar Monreal, que buscó el centro en lugar de la definición. Una falta botada por Oyarzabal, que completó una actuación magnífica, apareciendo por todos lados y haciendo todo bien, no la pudo rematar Le Normand por muy poco. El gran susto de los locales fue una pérdida de balón de Llorente ante Azeez que pudo costar muy cara. Una vez más el madrileño, que estaba completando una buena actuación cometió un error que provoca que pierda fiabilidad.
Oyarzabal finalizó una estupenda contra a pase de Portu, pero se topó de nuevo con Rui Silva. Machís disparó al lateral de la red y, casi en la jugada siguiente, Isak remató al palo pero el árbitro había anulado la acción por una discutible falta. Cuando parecía que el partido iba a finalizar en unas tablas que sabían a poco para los visitante y Januzaj, que pudo y debió salir antes recuperó una pelota en la medular y forzado le dio una asistencia con la derecha a Portu, que, siempre con el cuchillo entre los dientes, no desperdició.
Tres puntos magníficos en casa del que podía ser el líder en solitario de haber ganado. Cuarta victoria a domicilio, lo que le convierte en el mejor visitante de la Liga. Y sobre todo la sensación de equipo bueno y competitivo que, cuando ajusta su defensa, es capaz de imponerse a cualquiera pese a jugar sin su estrella Odegaard. Esta Real promete mucho. Su asignatura pendiente sigue estando en casa. El viernes llega el colista y después del parón jugará un partido de postín en el Santiago Bernabéu. Con sabor añejo, de otra época. De una rivalidad clasificatoria perdida con los gigantes. La gran Real ha vuelto.