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Maquinita diabólica

Maquinita diabólicaefe

El fútbol no es una ciencia exacta. Para muestra, un botón. En solo tres días, la Real se ha medido a dos equipos que han variado sus esquemas habituales para hacer frente a los txuri-urdin. Contra el Betis, fue Imanol quien tuvo que rectificar sobre la marcha, al ver sometida a su escuadra. Ayer en Balaídos, mientras, quien acusó la modificación fue el conjunto que la introdujo, el Celta, obligado a regresar al funcionamiento habitual tras el penalti transformado por Willian José.

Escribá renunció a su clásico 4-4-2 para emparejar marcas y propiciar igualdad de efectivos en el centro del campo. Pero los suyos se quedaron a medias, principalmente porque se vieron en inferioridad numérica en la primera presión y facilitaron así la circulación txuri-urdin. La Real entró bien al partido. Se ajustó al panorama inicial gracias a la doble vigilancia de Pardo a Okay y Araújo. Y, sin avasallar ni enamorar, mereció un 0-1 que logró de aquella manera. En desventaja, el entrenador del Celta centró a Aspas, tapó a Theo con Jozabed y dio así pie a un partido completamente distinto.

Al Celta le ocurre con su estrella lo que a nosotros con la nuestra. Cuando el 10 gallego abandona la banda y se mueve por dentro, multiplica exponencialmente el peligro que genera. Media hora le dio ayer para provocar el penalti del empate y marcar el segundo gol, este ya con la Real jugando con uno menos. La roja a Willian, como el penalti sobre Oyarzabal, se decretaron previa revisión del VAR, esa maquinita diabólica que amenaza con cargarse el fútbol. Nos ha introducido a todos en la cultura chiringuitesca de las cámaras lentas y de los fotogramas, en una espiral de imágenes estáticas que deciden respecto a un juego dinámico y de contacto. Es una mentira como un templo que convendría erradicar.