no me gustan las trampas. Ni ganar engañando. Supongo que estará incluido en nuestro ADN. Cada fin de semana veo que hay equipos a cuyos aficionados no les importa sumar los tres puntos aunque sea gracias a una jugada en la que el árbitro les ha echado un cable. Evidentemente, soy un apasionado del fútbol, entiendo el espíritu de este deporte y la competitividad del mismo y no soy tan purista como para no disfrutar con una puntual victoria injusta o inmerecida. Pero en frío, no la paladeo tan bien. Desde luego que la diferencio de forma notable de los triunfos logrados en buena lid, como el del Betis. Yo me sumo a la teoría de Iniesta (ese al que un día un rival casi le revienta y en ese estadio le silbaban por fingir), que declaraba en una entrevista que le hizo la revista Panenka que “engañar no es picardía, picardía es sacar rápido una falta; engañar es engañar en Japón, en España y en todos los sitios”.
Insisto, no aguanto a los futbolistas que se pasan el partido tratando de fingir ante el árbitro. Y cada vez menos. Es uno de los asuntos en los que debería ser implacable el VAR. No entiendo cuando me dicen de un jugador: “Sí, en el campo es un impresentable, pero cómo te gustaría que jugase en la Real eh”. Pues a ver si lo entienden de una vez, no, categórico, no tengo ni el más mínimo interés. Reclamo y echo en falta un futbolista más veterano y experto en la plantilla realista, que rasque, compita y se pegue hasta con el apuntador, pero siempre dentro de los límites de la legalidad y de la exigencia del fútbol. Si se pasa, lesiona o simula, que se quede en su casa o busque otra camiseta. A mi txuri-urdin que la deje limpia y tranquila.
En este mismo apartado encuadro las declaraciones de los gestores de clubes de fútbol. Bueno, me imagino que será parecido en todos, pero yo, como es obvio, me centro en la Real. Porque, por poner un ejemplo, si fuese aficionado del Alavés, me estaría poniendo negro Abelardo con su mensaje conservador en el que nunca cita Europa cuando han completado una temporada magnífica y mantiene una situación envidiable en la tabla. Aclaro, le entiendo y destaco el enorme valor y el mérito que tiene su trabajo, pero, llegados a este punto, que no engañe a nadie y diga que van a muerte para regresar al Viejo Continente. Aunque luego no lo consiga, porque habrá demostrado hambre, ambición, determinación y confianza en sus posibilidades. Siempre me ha puesto muy nervioso y me solivianta que en Anoeta eviten señalar Europa como el objetivo real y obligatorio de este club. Habrá muchos años que, viendo el nivel de la plantilla, no consideremos un fracaso quedarse fuera. Y otros, como este, con el añadido de lo baratas que están las plazas y lo loca que se encuentra la Liga, en los que me disgustará profundamente si este grupo de buenos futbolistas, que no gran equipo, se queda sin aspiraciones en las jornadas finales.
No es de recibo que un año nos hablen de que hay nivel para soñar con un título y al siguiente nadie en el club se atreva a señalar una meta para evitar que se lo recuerden cada vez que se pierde un encuentro. Me parece muy infantil y una señal de muy poca personalidad que solo unos meses después se hable solo al principio de temporada de año de transición y de acabar lo más arriba posible sin citar la palabra tabú para evitarse complicaciones. Sobre todo cuando, en el momento que le han visto las orejas al lobo con el descontento y la frustración de su parroquia, se han apresurado a proclamar a los cuatro vientos que todavía se encontraban vivos en la carrera por Europa. Dicho ya sin tapujos ni paños calientes. Y que conste que los propios jugadores daban una importancia capital a la victoria ante el Betis, debido a que, se supone, quien más o quien menos estaba viendo que la cosa se estaba calentando por la parte baja y no era plan de entrar en una crisis acuciante de resultados. Otro peligro temido y conocido en las oficinas de Anoeta es quedarse en tierra de nadie, con el consiguiente bajón de pasión y el aumento de cemento en la grada durante los últimos encuentros en casa del equipo. Y lo entiendo, pero eludir responsabilidades en las altas esferas también es engañar.
Un gol, una victoria, una foto? La de Pardo y Oyarzabal celebrando el segundo. Una de esas imágenes que te emocionan cuando las ves ya en frío horas después. Un riojano y un eibartarra, un habitual reserva que se ha quedado sin jugar y el capitán, la referencia, el líder, la luz? Cuánta pasión y cuánto sentimiento recogido y reflejado por una instantánea. La victoria ante el Betis puso la primera piedra. No sabemos muy bien de qué aún; a partir de ahí ya lo que crea y confíe cada uno. Pero si hay una persona que la necesitaba especialmente era Imanol. La víspera, un periodista como la copa de un pino, referente y admirado en su Galicia natal (más en Turquía que en Portugal, como se menosprecian entre ellos), al que en el club le han señalado y le han tratado de hacer daño en su puesto de trabajo (mi solidaridad, yo también soy Sande, y hay gente que no está a la altura de este escudo), preguntó a Imanol si estaba plenamente convencido de que iba a seguir la próxima campaña. “Yo sí, ¿y tú?”, le espetó el oriotarra. Yo quiero pensar que en buen plan, porque no tiene malicia, pese a que no sonara excesivamente bien.
El festejo del técnico en el tanto de Oyarzabal fue un canto a la liberación y a la ilusión. Y además fue protagonista al arriesgar y atinar con los cambios. Nadie se juega tanto como Imanol en este final del campeonato. Nadie. Todos los demás tienen soluciones fáciles a sus problemas. Él no. Su futuro no pasa por si conseguirá la hazaña de entrar en Europa una vez superado el bache que le ha dejado casi sin opciones o no. Si el equipo se estrella y deja muy mal sabor de boca a su afición, su proyecto para el curso que viene arrancará con un rejón de muerte. Que se lo pregunte a Arrasate o a Moyes, que no tardaron en caer tras un mal epílogo del curso anterior? Parafraseando a Enric González con su célebre cita sobre los periodistas, Imanol se toma todos los partidos como si le fuera la vida en ello, porque le va la vida en ello. Defendemos que un día bueno en Donostia o que un triunfo de nuestra Real plagada de canteranos vale doble. Yo proclamo que el éxito de un txuri-urdin de pro y de una tan buena persona, también. Estamos en tus manos. ¡A por ellos!