La Real consiguió su tercera victoria en Liga en Anoeta. Si no fuese porque enfrente estaba el Athletic, el triunfo de ayer no hubiese tenido ni la más mínima repercusión. Partido en casa, 2-1 sin despeinarse ni tener la sensación de haber hecho nada destacable para llevarse los tres puntos ante un visitante menor. Se esperaba mucho más de un Athletic que llegaba embalado en la Liga, pero ni presionó, ni incomodó, ni golpeó, ni compitió. Un adversario menor que de seguir así pronto se meterá de nuevo en problemas. Ahora que para muchos ya ha finalizado el debate sobre el juego que ha marcado el inicio de la temporada, se puede decir que la Real hizo la justo para llevarse los tres puntos. Dos jugadas aisladas en la primera parte que finalizaron en muy buenos goles, un disparo al poste, y una gran ocasión de Willian que desbarató Iñigo. Y poco más. También es verdad que suficiente. No hacía falta mucho más para doblegar al eterno rival. Con permiso del Alavés, que por ahora sigue por delante, que se enteren los vecinos de que en los derbis este año manda la Real. El primero, en San Mamés, lo ganó casi con el Sanse; y el de ayer, en cambio, con oficio y la pegada que muchas veces hemos reclamado que le faltaba.
La Real se mete de lleno y por méritos propios en la lucha por los puestos europeos e Imanol continúa sin conocer la derrota al frente del primer equipo. Cuando no parece que tenga demasiado mérito, como ante el Huesca, pasamos de puntillas por el dato, mientras que cuando se impone al Athletic lo destacamos y le damos el valor real que tiene. No hay que olvidar que los rojiblancos se presentaron en Anoeta con una racha de siete partidos sin perder.
No se puede decir que la Real completara una actuación excelsa. Compitió bien, supo en todo momento lo que debía hacer, defendió con orden y contundencia y golpeó cuando tuvo que hacerlo. Los derbis son encuentros especiales que exigen muchas veces unas connotaciones distintas para salir victorioso. No es fácil lo que hizo la Real ayer y tuvo mucho mérito. Este equipo es así. Cuando te enfada y te saca de las casillas, se centra y responde. Es capaz de derrotar a cualquiera. Aunque también de perder contra el que sea. De ahí su falta de fiabilidad.
Once de gala Imanol también estuvo atinado ayer al apostar por un once podríamos decir casi de gala, manteniendo en la zaga a Navas, que siempre le ha gustado, y arriesgando con una medular más talentosa que defensiva con Zurutuza, que volvió a confirmar que es un jugador imprescindible cuando está bien, y Merino, por delante. Cuando no había sucedido casi nada, a los quince minutos Willian José despejó un balón desde su área y Oyarzabal, el más listo de la clase, persiguió la pelota hasta robársela a Dani García, dejar atrás a Herrerín y anotar a puerta vacía. Lo más difícil estaba hecho. La Real dominaba desde la posesión y se jugaba más a lo que quería y proponía. El problema es que le costaba hacer sangre. Córdoba fue el único visitante que asustó a Anoeta con un forzado cabezazo que salvó Rulli. En los minutos finales, Zaldua probó suerte desde lejos, Januzaj disparó al palo sin hueco y, tras una delicatessen marca de la casa en su banda, llegó el segundo tanto, al concretar un violento disparo Willian, que se había encontrado con un balón ideal en una situación inmejorable.
Fue el golpe definitivo. La Real no necesitó ni atacar más. Se dedicó a controlar el juego con madurez y solvencia. Lo había preparado a conciencia. Si el Athletic no lo hace, allá ellos. Que comiencen a pensar en la próxima derrota que le endosará el Madrid, ese al que llama su rival preferido. Los rojiblancos lo intentaron pero sin ideas, ni claridad ni continuidad. Con un fútbol plano y previsible. Así era imposible hacer daño a esta Real, que ya estaba enchufadísima. Munian y Beñat fueron los únicos que estuvieron cerca de recortar distancias antes de que lo hiciera Raúl García al transformar a la segunda un penalti. Es cierto que Raúl Navas golpea torpemente a Iñigo, pero también lo es que es muy riguroso.
El Athletic pasó por Anoeta con más pena que gloria porque en los diez últimos minutos no remató a puerta. No se vivieron momentos ni sensaciones de agobio, entre otras cosas, por el extraordinario sustento y aliento de la grada que se comportó como el verdadero jugador número 12.
Si en el fondo, casi todos pensábamos que la Real lo iba a volver a hacer. El desastre ante el Huesca fue la peor noticia posible para el Athletic. Porque siempre vuelve. Después de enfadar a su gente, siempre resurge. Uno ya no sabe como tomárselo. Por quinta vez en los últimos 39 años, la Real gana los dos duelos del mismo año a su eterno rival. Pues sí, parece que esta vez sí que tiene mejor equipo. Pero que nadie se piense que se han echado las campanas al vuelo. Vencer el derbi marca un antes y un después. Ahora necesitamos mucho más. Continuidad, fiabilidad, regularidad y entrar en Europa. Lo de ayer lo consideramos un triunfo bastante sencillo. El más plácido de la temporada en Anoeta. De largo.