Síguenos en redes sociales:

El ADN copero perdido

Una valiente y combativa Real fue capaz de remontar y estar muy cerca de eliminar a un buen Betis que aprovechó su miedo a ganar para pasar por el valor doble de los goles

El ADN copero perdido

Fue una pena. Anoeta acogió un partido de Copa de verdad. De los que tiene mucha más emoción que fútbol. Con alternativas en el marcador que generaron una montaña rusa de sensaciones. Una vez más, en esta caprichosa e imprevisible competición donde se combate a vida o muerte, la moneda salió cruz y la Real quedó eliminada ante un Betis que demostró ser mejor equipo en los 180 minutos. No se les puede reprochar nada a los realistas ni a su técnico. Se tomaron la vuelta de ayer como si se tratara de una final. Incluso demostraron estar nerviosos por la tensión del choque. Pero las cosas como son. Quizá en un duelo tan parejo, entre el séptimo y octavo clasificado, a los que les separaba un punto en la tabla, la clave estuvo en no haber marcado en la ida cuando no se jugó con el once mejor. Aunque la inesperada, por haber sido desmentida la víspera, rotación masiva en la ida logró salir airosa del envite con un interesante pero peligroso 0-0, lo cierto es que si hubiera logrado marcar todo habría sucedido de manera distinta. Es la famosa teoría del y si? Pero la Copa no perdona. Estas eliminatorias se deciden por detalles así.

Con el empate sin goles como punto de partida, era evidente que el conjunto que se adelantara iba a tener mucho ganado. Lo hizo el Betis. La Real volvió rápido en el marcador e incluso en la reanudación se llegó a poner por delante. Pero como no es un conjunto fiable y no lo va a ser en toda la temporada, hagámonos idea de eso, le entró el vértigo, se echó inmediatamente atrás y tardó ocho minutos en recibir el tiro de gracia. Todo eso con muchísima chavalería en la grada, miembros de la Generación Perdida que celebraron el subidón del gol de Merino con una euforia inusitada, como se pudo apreciar en las imágenes de televisión y que tuvieron que enfilar el camino a casa con la cabeza gacha y sin ganas de ver el sorteo de hoy después de haberse pasado varios días haciendo conjeturas sobre un hipotético camino a la final.

A los histéricos y amargados de siempre hay que decirles que ya pueden estar tranquilos, que hasta el desenlace de la Liga el equipo ya no va a tener que hacer más sobreesfuerzos. De tanto caer eliminada por medianías y por rivales del mismo o superior nivel, los blanquiazules carecen absolutamente del necesario ADN copero. No saben sobrevivir en duelos de este tipo. Ni son capaces de remontar registros en contra. Una secuela grave tenía que dejar la mancha negra más grave en la historia del club. Y a los soñadoreshay que explicarles y recordarles que, aunque hoy no lo parezca, la leyenda de la Real es cíclica. Siempre vuelve. Algún día, más pronto que tarde, regresaremos a llenar la mitad de un estadio para soñar con lograr un título. Que nadie les quite esa ilusión.

El principal resumen de lo acontecido en los 180 minutos es que el Betis fue superior y mereció clasificarse. La Real lo tuvo en su mano y pudo conseguirlo, pero no acreditó la necesaria confianza y madurez. Casi siempre se sintió más derrotado que victorioso y lo pagó muy caro. Lo sucedido pone en evidencia que tampoco esta vez tuvo demasiada suerte en el sorteo, al tocarle en liza un adversario de mayor potencial, como lo confirmó ayer al presentarse en Anoeta con muchas bajas importantes. Esto simplemente es lo que hay.

con todo Esta vez sí, Imanol cumplió su palabra y sacó el mejor equipo posible para pasar a la siguiente fase, tal y como había anunciado la víspera. El técnico introdujo seis cambios respecto al equipo que derrotó al Espanyol el lunes, aunque varios de ellos eran en teoría titulares a los que había reservado. La gran novedad fue el regreso de Moyá, cuando todo parecía indicar que iba a continuar un Rulli que lo había jugado todo con el oriotarra hasta la fecha. Algo no le debió convencer, porque el cambio de opinión debió de producirse a última hora. El caso es que la alineación que presentó la Real era muy reconocible, competente y suficiente como para conservar el cartel de favorito que le había arrebatado al Betis tras el 0-0 de la ida.

Imanol había explicado que la clave iba a estar en el equipo que mejor supiese presionar y aprovechar los errores que forzara en el rival. Tenía razón. Ambos bandos trataron de incomodar la salida de balón del otro, pero la diferencia fue que el Betis lleva tiempo jugando así, y la Real ha comenzado a hacerlo ahora. Y no es lo mismo, claro. En un duelo trabado, muy táctico, con dos contrincantes que se conocían mucho y que sabían que podían pagar muy caros los fallos, los verdiblancos siempre se mostraron más enteros. Con las ideas más claras, tanto en defensa, con la citada presión muy adelantada, como en ataque, donde sus centrocampistas dejaban muestras de atesorar más calidad que los locales. Cabe destacar la aportación de Joaquín ya no como extremo, sino como mediapunta, al estilo Xabi Prieto en sus últimos años, sin fallar un solo pase y haciendo daño a la espalda de los medios realistas.

En la primera parte apenas hubo ocasiones. Es cierto que los sevillanos amenazaron más y dieron la sensación de contar con mayor dinamita, pero tampoco es que inquietaran en exceso a Moyá, que en realidad solo tuvo que hacer una parada a disparo de Tello. A la Real le costó mucho tener continuidad y presencia en el área visitante. Sus mejores aproximaciones llegaron a balón parado. La más clara, sin duda, un cabezazo de Merino que se marchó incomprensiblemente muy desviado tras recibir una gran asistencia, también con la testa, de Le Normand. En el minuto 36, el Betis logró ponerse por delante en una jugada muy mal defendida por la Real. La acción partió desde la derecha, tras un rechace que Zaldua despejó mal y le sirvió el esférico en ventaja a Tello, quien combinó con Lo Celso antes de que Loren centrara y su servicio, desviado por Zubeldia, le llegara perfecto a Canales, quien batió a Moya de disparo cruzado. El golpe podía ser letal, pero la Real se rehízo bien y solo cuatro minutos después, también a la segunda en una jugada que nació en un córner de Januzaj, Le Normand se llevó la pelota dos veces por arriba y su asistencia la amortiguó con la testa Zubeldia antes de enchufarla a la red con una buena volea. 1-1 en el descanso que daba cierta ventaja a los béticos.

En la reanudación, tras un fenomenal disparo cruzado de Zubeldia que salió lamiendo la escuadra, el Betis comenzó a asustar con sus habituales combinaciones largas y de mucha calidad en las que siempre sobresalía un excelso Carvalho. Pero la Real no se vino abajo ni se asustó, sufrió y esperó a que llegara su momento. Como tenía problemas para superar la presión, Imanol ordenó que trataran de jugar en profundidad a la espalda de la zaga y en este capítulo destacó por fin el esperado Illarra, que filtró muy buenos pases en largo. Una buena acción entre el capitán, Willian José y Theo acabó con el disparo de este, que rechazó Joel cuando tenía a Oyarzabal y Januzaj solos esperando para empujarla. Fue la antesala del gol, en un rápido saque de banda de Willian ayudado por un avispado recogepelotas antes de que el centro exquisito y preciso de Januzaj lo cabeceara en plancha a la red Merino.

Después de la euforia de Anoeta, apareció el miedo a decepcionar a su gente de un equipo que, incomprensiblemente, cuando todavía quedaba mucho, se echó demasiado atrás. Solo ocho minutos después, otra vez en una segunda jugada y de nuevo tras tocar el centro de Barragán un realista (Theo), el balón le llegó perfecto a Loren, que selló el empate. Todos sabíamos que iba a ser muy complicado volver a cobrar ventaja. Imanol quemó sus naves con Sandro y Juanmi, pero sin apenas ocasiones. El canario, preso de su ansiedad, malgastó su oportunidad de ser el héroe, al no acertar con una vaselina a puerta vacía con la zurda. Tampoco era tan fácil.

Una pena. Una tristeza muy grande, de las que hacen daño. La Real vuelve a quedarse fuera de la Copa cuando todavía falta otra ronda para soñar con horizontes de grandeza. Hace tiempo que no sabe competir en este tipo de duelos a cara de perro y casi siempre sale perdiendo en un emocionante intercambio de golpes. Se le ha olvidado lo que es la Copa. No dispone de ese gen competitivo que te mantiene con vida y te permite superar rondas aún sin merecerlo. Lo ha perdido. Y lo malo es que son muchos los que no le permiten recordar aquellos días en los que llegaba casi siempre a las rondas finales. Prefieren hacer números y estadísticas sobre el desgaste y los esfuerzos acumulados. ¡Que son futbolistas, no robots! En fin. Otro disgusto más. Y van...