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Las seis faltas de Arlauckas

Las seis faltas de Arlauckas

Siempre he defendido que las entrevistas las hacen buenas los entrevistados. No es falsa modestia. Casi todos los periodistas, si nos lo proponemos y no estamos condicionados por directrices de los de arriba (a mí no me pasa), somos capaces de mantener una atractiva conversación con un protagonista que, depende de lo cómodo que se sienta y de las ganas que tenga de hablar, dará más o menos juego. Por poner un ejemplo, a Asier Garitano no le hizo falta dar casi ningún titular para que sus palabras resultaran interesantes gracias a la naturalidad, sinceridad y normalidad (tres grandes virtudes demasiado menospreciadas en el fútbol y en la vida) con las que se expresa en todos los temas. No rehuye ni pone mala cara con ninguno, ni con las críticas. Bien por él y bueno para nosotros, no solo los periodistas, también los aficionados de la Real.

Me encanta leer entrevistas sobre deportes, algo que creo que se nota en mis artículos, por eso quiero recomendarles una de las mejores que me he encontrado en las últimas semanas. En una palabra, cojonuda. Ya perdonarán mi vulgar vocabulario, pero es que creo que es el término preciso para calificar la interviú de Joe Arlauckas en Jot Down. Si leen el tono y su forma de expresarse a lo largo de la larga charla que mantiene con el redactor entenderán los motivos por los que la calificó así. El exjugador de baloncesto de, entre otros, Baskonia y Real Madrid, no para de lanzar tacos y expresiones ordinarias bajo el pretexto de que sus excompañeros en el Caja de Ronda de Málaga “Rafa Vecina, Pepe Palacios, Luis Blanco, que eran gente impresionante, me enseñaron a hablar español, mal, pero me enseñaron”.

La entrevista no tiene desperdicio. Cuenta unas anécdotas increíbles con las que no sabes si echar una carcajada o quedarte boquiabierto. Es larga, pero tan buena que la devoras en muy poco tiempo. Y eso que yo tampoco soy el mayor fan del baloncesto, pero reconozco que, con menos pasión, siempre me ha gustado, sobre todo la época de los Arlauckas, Norris, Pinone, Villacampa, Sabonis? Y el mítico francotirador brasileño Oscar Schmidt, del que el americano desvela que “cuando las cosas no le iban bien lloraba, y lloraba de hacer pucheros, dar grititos, y no le caían solo tres lágrimas, lo hacía como un niño”.

Una de las historias que me llamó especialmente la atención fue cuando relata que en los albores de su carrera pasó de meter 40 puntos casi por partido en la Universidad de Niagara a convertirse en un elemento secundario y prescindible: “Vas a defender a Magic Johnson. Tienes seis faltas y tienes que gastar las seis, me dijo el entrenador. El caso es que salí y me puse a defenderle. Hizo un movimiento, pasó el bloqueo, se fue a canasta y dije, bueno, pues la primera hostia. Salté y le di una? nos caímos los dos al suelo, yo encima de él. Pitó el árbitro y dijo: ¡Vale la canasta! Y yo: ¿Perdona? No puede ser que la haya metido con la hostia que le he dado. Estábamos en el suelo y me dice Magic: Rookie, qué pasa, que te han sacado para hacer las seis faltas, ¿eh? Le contesté: Pues algo parecido. Y salta: Pues vas a tener que darme más duro. Metió el tiro libre adicional, subimos, bajamos y otra vez atacaban. Volvió a ir a canasta, volví a darle otra hostia. Y el árbitro: ¡Vale la canasta! Yo: ¡Me cago en su puta madre! ¿Cómo está metiendo las canastas?¡Me tienes que dar más fuerte!, me volvió a decir Magic, pero no te preocupes que te van a cambiar ahora. Miré a la banda y pitaron cambio. ¡Joe, fuera! Magic hasta me dijo adiós: Venga chaval, buen trabajo ¡al puto banquillo! Y ahí el entrenador me echó la bronca: ¿Qué te he dicho que hagas? Yo estaba desesperado: ¡Pero es que no puedo matarlo!”.

En fin, las aventuras de Joe no tienen desperdicio. Pese a que acabó reinando en Europa, su nivel no le dio para triunfar en la NBA. Es difícil trasladar una situación así a la Real, pero lo voy a intentar hacer para abordar el interminable y por momentos cansino debate Zubeldia-Illarra. O más bien, la polémica sobre si se molestan o se solapan en el campo. Voy a poner la base de mi punto de vista. Soy muy de Illarra. Me parece un extraordinario organizador, con talento para jugar en un club más poderoso. Y estoy de acuerdo con que esta Real debería construirse en torno al fútbol de su director de orquesta, porque es un futbolista diferencial y estratégico (como lo definió Aperribay cuando pagó los 17 millones de su billete de vuelta), capaz de marcar un estilo o una manera de jugar.

Ahora bien, Zubeldia es otro canterano de un nivel magnífico. No le veo para nada como para sacarle y sacrificarle encomendándole, por ejemplo, realizar de cualquier forma las seis personales para intentar frenar a la estrella rival. El azkoitiarra es una versión modernizada y actualizada de Markel Bergara, un jugador que, como me decía un exrealista referente, hubiese sido de los preferidos de Garitano en el caso de haber llegado antes. Si lo analizamos fríamente, en cualquier otro lugar estarían dándose con un canto en los dientes si su vivero produce dos mediocentros de esa altura y se centrarían en calcular la cantidad de años que podrían actuar juntos en su equipo. Aquí preferimos rasgarnos las vestiduras y generar una confrontación que, como siga así, acabará creando dos absurdos bandos que seguro que resultarán nocivos para la Real.

Entre todos tenemos que poner de nuestra parte para que la pareja haga historia con esta camiseta, porque son muy buenos y están condenados a entenderse. Pero la realidad es que Zubeldia, como es lógico, está encantado con Garitano y con su situación de esta campaña, e Illarra sigue apagado y ha perdido hasta la sonrisa. Entiendo que hay que respetar su estatus, porque se lo ha ganado por méritos propios, y no olvido que cuando mejor ha jugado este año ha sido actuando de 4, pero nuestro capitán está obligado a adaptarse a todas las circunstancias. Me da la sensación de que su punto flaco es una actitud por momentos demasiado acomodada y conformista (Garitano lo dejó claro en la entrevista al afirmar que “tiene que mejorar en la mentalidad”). Ya le pasó factura en el Madrid, por lo que ahora solo queremos que acredite su madurez, dé un paso adelante y, además de mejorar el fútbol de esta dubitativa Real, algo que ha hecho siempre, también ayude a consolidarse (si no lo ha hecho ya) a Zubeldia a su lado. Los debates en el fútbol son buenos, pero es que en toda esta historia lo que muchas veces olvidamos es que la mejor factoría de mediocentros de la Liga, con perdón de la del Barça, vuelve a estar de enhorabuena porque ha producido de nuevo dos jugadores internacionales. Parece fácil, pero no lo es. Tiene un mérito extraordinario. En el recuerdo la formada por Aranburu y Xabi Alonso que casi nos da el tercer título (sin olvidar que Markel e Illarra nos llevaron a la Champions). ¿Hubo dudas en su momento de que pudiesen congeniar al ser los dos de perfil ofensivo? Seguro que ambos estarán orgullosos de sus sucesores. Label Zubieta.