Tres puntazos. Sea la jornada que sea, salir victorioso de un estadio tan exigente como El Madrigal es para darse con un canto en los dientes. No se puede decir que la Real mereciera indiscutiblemente el triunfo, ya que quizá lo más justo dados los méritos de ambos equipos hubiese sido un empate. Pero cualquier análisis debe partir desde la realidad de que a los blanquiazules no les pitaron un claro penalti a favor y les anularon un gol de forma más que rigurosa por una personal de baloncesto más que una falta de fútbol de Diego Llorente. También es cierto que los tantos donostiarras llegaron tras fallos garrafales de los centrales amarillos. Pero el fútbol es un deporte de errores y la Real simplemente no los cometió. Además de aprovechar luego los regalos, porque había que marcarlos. Sobre todo el segundo de Juanmi, cuyo olfato goleador siempre es una garantía.

Asier Garitano se había defendido con contundencia esta semana tras una mala pretemporada que había sembrado de dudas el estreno liguero txuri-urdin. En todas sus manifestaciones ha incidido en que el equipo estaba preparado para competir y no se puede discutir que lo estaba. Sí, nos encontramos ante una Real distinta, que va a jugar mucho en función del rival, algo a lo que nos costará acostumbrarnos, seguro. El quid de la cuestión puede estar en el patrón de juego que tendrá que proponer sobre todo en los partidos de Anoeta. Pero el año pasado asistíamos admirados a la forma en la que movía al Leganés cada fin de semana e incluso a lo largo de los 90 minutos de sus partidos. Ayer empezó a hacerlo en la Real, primero con un planteamiento novedoso con varios cambios de posición, y después modificando el sistema cuando el equipo se puso en ventaja. Por lo que se ve, el rendimiento de los realistas y su fiabilidad va a depender mucho de sus decisiones. Ayer ganó. O sea acertó, porque nunca ha ocultado que es un técnico resultadista.

“Cada partido será una historia diferente”. No admite discusión que Garitano no sea consecuente con sus mensajes. El técnico sorprendió en la alineación al apostar por cuatro mediocentros. Además su planteamiento no fue 4-4-2 al estilo Atlético de Madrid, sino que mantuvo el 4-2-3-1, dibujo con el que terminó jugando la pretemporada. La gran novedad fue que situó en la banda izquierda a Mikel Merino. Lo hizo para apuntalar el centro del campo y tratar de contrarrestar el juego de toque del Villarreal. Pardo, que se ha ganado a pulso la titularidad durante el verano, siguió actuando de mediapunta, una posición a la que se puede adaptar, pero que no parece ajustarse del todo a sus condiciones, ya que tiene que intervenir muchas veces de espaldas y a él siempre le ha gustado recibir de cara. Theo se estrenó en el once, porque su teórico nivel es muy superior al de Kevin.

La Real entró fuerte y con decisión al encuentro. A los tres minutos, Melero López no señaló un claro penalti por una mano tonta de Fornals en el límite del área. Las imágenes no dejan lugar a la duda. Se vio en todas las televisiones, menos en la del VAR, que debían de estar preparando unos canapés para ver plácidamente el choque. Está claro que no se trata del invento del siglo, aunque mejora muchas cosas, pero seguimos con la mosca detrás de la oreja y mucho nos tememos que se van a seguir produciendo muchas injusticias sobre todo a la hora de decidir en qué jugadas intervenir para corregir o no.

Illarramendi dispuso de la primera opción realista tras una buena combinación entre Pardo y Willian, pero el balón acabó en un córner que Llorente cabeceó alto. Muy bien la Real en la estrategia, en otra medalla a colgar a Garitano, en parte gracias a los caramelos que no paró de servir Pardo. Merino también probó suerte en otra dejada de Willian. Desgraciadamente, el navarro perdió el balón que Gerard Moreno, con una facilidad pasmosa, convirtió en gol ante la pasividad de Moreno y Theo y la insuficiente estirada de Rulli. Demasiado fácil. Y he aquí el apartado que debe pulir Garitano, ya que esperábamos una mejoría defensiva y cuando el Villarreal pisó área siempre se encontró con una demasiado permisiva zaga que incluso daba pie a segundas y terceras jugadas. Por cierto, Gerard, jugadorazo, fue un quebradero de cabeza para Moreno y Theo. Poco después, con la Real tocada, Rulli salvó el segundo con una parada en dos tiempos. El argentino estuvo seguro, aunque pudo hacer más en el gol.

A Oyarzabal se le escapó un balón de gol de Pardo y Zubeldia, en otro córner, se topó con Asenjo. Tras una ocasión de Ekambi, llegó el empate. Fallo monumental de Funes Mori que dejó solo a Willian (mal contrincante escogió) y este fusiló a Asenjo con un cañonazo a quemarropa.

En la reanudación, en pleno festival de Gerard, Rulli le sacó con el pie un mano a mano. La Real se hizo con el control durante varios minutos sobre todo por la contundencia del doble pivote y la aparición de Pardo y Merino. Llorente cabeceó arriba otro córner. Lamentablemente, los blanquiazules se fueron echando poco a poco atrás, pese a que su entrenador estuvo valiente en el cambio de Juanmi. El malagueño, un especialista de los que tanto gustan a Olabe, decidió el choque gracias a un gran disparo después de otro fallo grosero de Álvaro. Lo mejor del malagueño es que chutó a la primera, consciente de que Asenjo estaba descolocado. Lo lleva en la sangre. De ahí al final, la Real se atrincheró en su área, sobre todo desde la entrada de Aritz, con la que pasó a jugar con tres centrales. Trigueros, en otra acción muy mal defendida, perdonó el empate en la ocasión más clara de los locales.

Tras una inquietante pretemporada, la Real arrancó la Liga con muy buen pie. El equipo tiene margen de mejora y muchos apartados en los que está obligada a progresar, sobre todo en defensa. Pero los tres puntos son claves estratégicamente hablando, ya que, como repite Garitano, no es fácil comenzar con tres duelos fuera y recibir luego al Barça. ¡En verano, otoño, invierno o primavera, qué bien nos sientan las victorias de la Real!