8 kilómetros, dos mundos
el villarreal, rival txuri-urdin esta noche, comparte comarca con el histórico castellón, que a la sombra del ‘submarino’ busca subir por fin a segunda b con la ayuda de 11.000 socios
donostia - Ocho kilómetros exactos separan el Estadio de la Cerámica, la casa del Villarreal, del Municipal de Castalia. Una nimiedad en términos geográficos. Todo un mundo en materia deportiva. El cuadro amarillo, al que la Real visita esta noche, acumula lustros codeándose con la nobleza de la Liga e incluso de la Champions. El histórico Castellón, en cambio, vive actualmente su séptima temporada consecutiva en Tercera División. Dos localidades vecinas representan así la cara y la cruz del fútbol moderno. Por un lado, el exitoso club sustentado en materia económica por potentes locomotoras (el presidente del Submarino, Fernando Roig, es propietario de Pamesa y accionista de referencia de Mercadona). Por otro, la entidad arraigada a su tierra y a su gente, pero devorada por las deudas primero y frustrada después por los constantes fracasos de los proyectos que intentan sacarla del fango. Algo está cambiando esta temporada, sin embargo, en la capital de La Plana...
enrique ballester, el periodista
"Es nuestra mierda"
Enrique Ballester es el cronista de los partidos del Castellón en el diario Levante, y atiende la llamada de este periódico con un derbi en perspectiva. El domingo a las 16.45 horas, el cuadro orellut visita al Almassora, un modesto equipo de la localidad que le da nombre y que exigirá a los blanquinegros un cortísimo desplazamiento de apenas tres kilómetros. "Tienen un campo pequeño. Solo pueden poner a la venta mil entradas. Y el primer día ya se retiraron 500. Las compraron aficionados del Castellón, claro", expone Ballester, quien temporada tras temporada aguarda con paciencia "a que llegue mayo". "Es cuando te juegas el curso entero. Durante los últimos años, el equipo ha caído en los play-off de ascenso en tandas de penaltis o encajando goles en el último minuto".
En 2010, coincidiendo con el ascenso a Primera de la Real, el Castellón bajó a Segunda B. Solo una campaña después, y pese a terminar décimo en la categoría de bronce, problemas económicos le llevaron a Tercera División. Y de ahí no se ha movido. "Hasta hace un par de décadas, este era un club normal, cabeza de provincia, con sus momentos buenos e históricos, como la final de Copa de 1973, y con sus momentos malos también. Sin embargo, el crecimiento del Villarreal, a menos de diez kilómetros, dejó al Castellón sin ese relato original. Y ha sido ahora, dentro de la desgracia que supone estar en Tercera, cuando se ha empezado a dar la vuelta a esa situación, tomando lo identitario como punto de partida. Se ha creado un sentimiento de militancia que podría resumirse mediante la frase que yo siempre utilizo en junio cuando nos eliminan en la promoción: Esto es una mierda, pero es nuestra mierda".
En primavera pasará lo que tenga que pasar. De momento, el Castellón es tercero en la clasificación, a cinco puntos del líder (el filial del Levante) y con seis de renta sobre el quinto (el Eldense). Pero las cosas se afrontan esta temporada con otro optimismo. "El pasado verano hubo un cambio en la dirección del club. Los futbolistas Àngel Dealbert, un histórico del Castellón, y Pablo Hernández (Leeds United) entraron en el equipo de gestión. Y el propio Dealbert, con 35 años y alguna oferta para seguir en activo, optó por remangarse, en cierto modo bajar al barro y pasar a integrar la plantilla. La gente se ilusionó y hay casi 11.000 abonados. El domingo pasado, 8.500 espectadores vieron en directo un Castellón-Paterna".
àngel dealbert, El capitán
"En el buen camino"
El conjunto orellut ganó el encuentro 2-1, y contó con el inestimable concurso de su capitán, el citado Àngel Dealbert. Ha llegado a jugar en un club del tamaño del Valencia, pero su readaptación al fútbol modesto afecta incluso al modo en que responde a las preguntas de NOTICIAS DE GIPUZKOA, en el vestuario tras un entrenamiento, antes de meterse a la ducha. "Estamos haciendo un gran esfuerzo", asegura sobre su faceta de directivo. "Sabrás bien de lo que te hablo. La Real atravesó en su día una situación comprometida que pudo servirle para cambiar las cosas y alcanzar su momento actual, que es maravilloso. Aquí en Castellón llevamos siete años en Tercera, y lo primero que buscamos es hacer las cosas con cabeza y con sentido. Parece que la gente se está ilusionando de nuevo".
Tras militar en el Lugo durante las dos últimas campañas, y con experiencias en Rusia y los Emiratos Árabes a sus espaldas, este pasado verano, ejerciendo ya de gestor orellut, renunció a una tercera aventura en el extranjero. "Yo me crié en el Castellón, así que aposté por jugar aquí de nuevo", asegura Dealbert, presente en Anoeta en el recordado bautismo de la Real en Segunda tras el último descenso (0-2). "Volver a estar ahora en el campo domingo tras domingo me está ayudando a ver cuál es la realidad del club, y a comprobar que subir a Segunda B no va a ser fácil", dice el veterano defensa central.
A la hora de describir esa "realidad" que percibe desde los terrenos de juego, Dealbert se muestra ambicioso y humilde a partes iguales. "El ascenso nos va a exigir respetar al máximo a todos nuestros rivales, sean quienes sean. Con el escudo no ganas a nadie. Pero tampoco nos engañemos. El sitio del Castellón no está en la Tercera División. Arrastramos a mucha gente, y nuestro tamaño es como mínimo, como mínimo (repite), de Segunda B", asegura antes de tildar de "incomparables" la situaciones del Villarreal y del propio Castellón. "Ellos son uno de los grandes de Europa. Y nosotros estamos donde estamos. Pero contamos con una gran masa social, cerca de 11.000 abonados. Va a tocar trabajar muchísimo, pero parece que estamos en el buen camino".
roberto gonzalo, el aficionado
"Hacía falta un cambio"
Uno de esos miles de socios a los que se refiere Dealbert es Roberto Gonzalo, portavoz de la Agrupació de Penyes del Castellón, quien corrobora la generalizada sensación de optimismo. "El otro día en Castalia, unos chavales se pusieron a cantar el Que sí, joder, que vamos a ascender. Me acerqué y les dije que eso está muy bien, pero que mejor vamos a esperar un poco... Aquí las hemos visto ya de todos los colores", señala con lógica cautela futbolística. Respecto a lo institucional, eso sí, comparte las buenas perspectivas. "Por fin se han apartado los anteriores gestores. Y los nuevos son gente de aquí, de Castellón y del Castellón. El club necesitaba un cambio así".
Parece evidente que la afición del conjunto de La Plana vive momentos de ilusión. ¿Y cómo mira al Villarreal? ¿Existe rivalidad? "Entre aficiones, no. Principalmente porque el Villarreal no tiene afición. Los seguidores de la Real presentes esta noche en el Estadio de la Cerámica pueden fijarse en cuántas camisetas amarillas hay en la grada. La gente va allí a ver fútbol, sin más. ¿Resquemores? Los que pueda haber entre la hinchada del Castellón van más dirigidos al club amarillo y a su modelo de gestión que a su gente. Al final, estamos hablando de un proyecto deportivo que nace de la nada, con un importante sustento económico, y encabezado por un Fernando Roig que, según dicen, quiso entrar en el propio Castellón antes que en el Villarreal. Han jugado la Champions sin historia y sin masa social, solo con dinero".
Pese a la crudeza de las palabras de Gonzalo, no se intuye en ellas, por el tono en que las pronuncia, ningún tinte beligerante. "Siempre puede haber seguidores con cierta obsesión que miran constantemente a lo que hace el Villarreal. Pero son los menos. No hay una mala rivalidad. De hecho, yo conozco a muchos aficionados del Castellón a los que les gusta el fútbol y que van a menudo al Estadio de la Cerámica para ver partidos de Primera. Y no les duelen prendas. Es algo que hacen de forma natural, y que no creo que se dé en casos de confrontación más o menos extrema como las que hay entre Betis y Sevilla o entre Celta y Deportivo, por ejemplo". Ese fútbol de élite que buscan al lado de casa muchos seguidores orelluts tendrá hoy a la Real y a su mala racha como protagonistas. Pero esa ya es otra historia...