donostia - Hay jugadas muy llamativas que apuntan directamente a un jugador y que, analizadas de forma minuciosa, terminan eximiendo de culpa a su señalado protagonista. Por contra, en el fútbol se dan también acciones clave en las que un futbolista no tiene influencia alguna a primera vista, y que sin embargo encierran una responsabilidad muy importante por parte del actor en cuestión. Que se lo expliquen si no a Gero Rulli. Hace quince días, se le culpabilizó del gol de Las Palmas en Anoeta que supuso aquel definitivo 2-2, cuando su salida ante el canario Tana resultaba a todas luces necesaria. Mientras, visto lo visto ayer, será Iñigo Martínez quien se lleve todas las críticas por las dos pérdidas que se tradujeron en sendos goles del Málaga en la jugada posterior. Pero en realidad fue el propio portero argentino quien puso en apuros al central ondarrutarra con dos pases incómodos, mal medidos y de consecuencias nefastas.
Se hace difícil separar las equivocaciones de Rulli de un más que posible y también comprensible estado de nerviosismo por su parte. Apenas dos días y medio antes del encuentro de ayer, el jueves contra el Zenit, dos rechaces defectuosos del de La Plata terminaron suponiendo los dos primeros goles rusos, una circunstancia que le costó recibir silbidos por parte de la parroquia txuri-urdin. Resulta lógico que iniciara el encuentro de ayer con ciertas dudas, y pese a ello la matinal comenzó bien para el arquero txuri-urdin, quien se mostró acertado con sus envíos en largo, más abundantes que de costumbre. El Málaga no se limitó a esperar las ofensivas realistas, y llevó a cabo una presión adelantada que los de Eusebio salvaron bien gracias, en parte, al preciso juego en largo de portero y centrales. Estos encontraron con efectividad la cabeza y el pecho de Willian José y Xabi Prieto, desde donde el equipo construyó veinte minutos iniciales notables.
Por eso cobra especial relevancia la acción del 0-1, porque supuso un marcadísimo punto de inflexión. Rulli recibió un balón y dos jugadores del Málaga acudieron a presionar el comienzo de la jugada. Nada nuevo ayer. Sí resultó llamativo el comportamiento del meta, que no buscó la segunda línea con un envío elevado, sino que optó por pasar en corto de forma precipitada a Iñigo. El de Ondarroa no estaba perfilado para recibir ese esférico y dar continuidad a la acción. Presionado por Keko Gontán, al vizcaino no le quedó más remedio que retroceder para ganar algo de espacio y despejar en largo, pero el delantero del Málaga pudo interceptar su envío en largo. Penalti y 0-1.
La historia se repitió en la segunda parte. Rulli con el balón en los pies. Presión alta de los de Míchel. Y pase del argentino a un Iñigo en situación comprometida. Lo fue más aún para el central cuando el servicio del meta resultó demasiado fuerte y, encima, elevado en torno a medio metro por encima del césped. El defensa realista alcanzó a controlar el esférico y el saque de banda favorable al Málaga con el que se saldó momentáneamente la acción suponía un mal menor para la Real. Pero cuando los andaluces pusieron el balón en juego, Januzaj cometió al instante la falta que se tradujo en el absurdo penalti que cometió Willian José. La mano del brasileño supuso un botón de muestra adicional para evidenciar que este equipo es un manojo de nervios, desquiciado cuando vienen mal dadas.