A muchos aficionados realistas les sorprendió que en los prolegómenos del Getafe-Real Madrid, Sergio Ramos saludara de forma muy cariñosa a Markel Bergara. El madridista le preguntaba por el cambio de ciudad y por cómo estaba su mujer. Son amigos de la selección. A veces se nos olvida. El elgoibartarra formó parte de una de las mejores generaciones españolas. Fue subcampeón de Europa y del Mundo sub’17, y luego campeón de Europa sub’19. Granero contó una anécdota muy buena sobre Messi hace unos meses, después de fichar por el Espanyol. Real Madrid y Barça se alojaron en el mismo hotel en un torneo cadete. En un momento dado, se cruzó con Piqué y le dijo: “Este año os ganamos nosotros”. “Joder, ni de coña”, le contestó el de Pozuelo, ya que solían ganarles. Pero entonces Piqué reveló el secreto de la pócima mágica: “Este año tenemos uno nuevo que es buenísimo”. El central se acercó a la piscina del hotel y señaló a un chico muy pequeño, más de lo normal, sentado solo al borde del agua, “ensimismado”. Granero, que conocía bien el habitual talante vacilón de Piqué, creyó incluso que estaba de broma. “Pensé: me está vacilando a mí y se está metiendo con su propio compañero. Fue la primera vez que vi a Messi. Luego nos aplastó, 3-0. En cualquier balón parado se colocaba para recibir el primer pase en corto y ya se quedaba la pelota. Era espectacular. Muy bajito y fuerte como una roca, pero la locura era cómo llevaba la bola pegada al pie de una forma bestial. Era imposible quitársela. Daba miedo lo que podía llegar a ser. Ahora, quince años después, me lo cruzo por el campo y pienso: Joder, sigue aquí”.
Markel podría contar algo parecido. Pese a ser un año menor que la mayoría, el realista era titular indiscutible en una selección de ensueño durante el Mundial sub’20 de 2006. A su lado estaban los Silva, Llorente, Cesc, Juanfran... España era una de las favoritas para llevarse el título, hasta que se cruzó con Argentina en cuartos. Un tal Messi, que había comenzado el torneo de suplente y que tenía un año menos que Markel, es decir, dos menos que el resto, hizo trizas el sueño español. Lo que quiero decir es que, aunque en los últimos años se ha depreciado su valor, el medio del Getafe no era un cualquiera. Entre otras cosas, jugó y perdió la misma final en la que ayer otra generación cayó contra Inglaterra. Un lujo al alcance de pocos. Ya lo dijo Cesc en el famoso tuit en el que le elogió: “Qué grande Markel Bergara, uno de los jugadores con los que mejor me he entendido dentro del campo en ese Mundial sub17”.
La primera vez que le vi jugar, en un Europeo sub’17, a los cinco minutos le llamé a mi aita y le dije que ya teníamos sustituto para Xabi Alonso. Tenía un pase largo magnífico y una personalidad en el campo fuera lo normal. Como a tantos otros, le costó escalar el último peldaño y sobre todo asentarse en la elite. Sufrió muchos problemas con las lesiones, algo que también parece haberse olvidado, pero fue un contratiempo que condicionó su aterrizaje en el fútbol profesional. Es más, tuvo el indiscutible mérito de reinventarse, convirtiéndose en un perro de presa como pivote defensivo puro, cuando en categorías inferiores asumía mucha más responsabilidad en cuestiones organizativas.
Recuerdo que al comienzo de la temporada 2012-13, en una tertulia de mis amigos de Gipuzkoa Sport, varios compañeros se sorprendieron porque a mí me parecía una pieza importante en la plantilla. Ese año, con Illarra a su lado, firmó su mejor campaña en txuri-urdin.
Se le podrán discutir muchas cosas, te podrá gustar más o menos, pero yo echo de menos a Markel. Y su rendimiento en el Getafe, con la máxima confianza de su entrenador, me ratifica que podría ser válido para esta Real. Hay una cuestión que no me convence del juego realista. Se dice que su fútbol se basa en el dominio de la posesión y una fuerte presión adelantada. No estoy de acuerdo. No me convence la presión. No aprieta ni agobia. Solo se presentan, hacen la sombra, pero no muerden. Presionar arriba es lo que hizo el Espanyol en Anoeta, que no dejó en ningún momento comenzar el juego con comodidad a los realistas. Y en eso, en apretar con agresividad, en meter el pie como hay que meterlo y recuperar el balón, no había ninguno como Markel, al que han desterrado por no encajar en un estilo único e inalterable cuando en todas las plantillas deberían tener cabida todo tipo de registros.
Sus palabras hablando de la Real con un sentido cariño superlativo y su sinceridad al señalar que su marcha ha sido la mejor solución para todos le honran y le engrandecen. No podemos decir que nos haya sorprendido a los que tenemos la suerte de conocerle. Un gran tipo, de los que merece mucho la pena y de los que, insisto, pudiéndote gustar más o menos en el campo, siempre dignificó el escudo txuri-urdin. l