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Canales marca la diferencia

un golazo del cántabro desde 35 metros permite a la real encarrilar la eliminatoria en lleida

Canales marca la diferenciaEl Segre

No es que resultase un gran bagaje, pero sí el suficiente como para decantar de forma notoria la eliminatoria. Bueno, la acción en sí fue superlativa. De esas que merecen lo pagado en la entrada. Un obús desde 35 metros que se coló por toda la escuadra. De esos que no dejan de subir hasta que los detiene la red ya dentro de la portería. Para los que aún no lo sepan, llevaba la firma de Sergio Canales. Lo necesitaba. No marcaba desde diciembre de 2015, días antes de que se rompiera por tercera vez un ligamento cruzado de la rodilla, con otro disparo espectacular ante Las Palmas en Copa. Y se lo merecía. Un futbolista que a sus 26 años ha vivido un auténtico calvario por las lesiones y que nunca ha bajado la cabeza para volver al nivel que en su día provocó que el Madrid llamara a su puerta.

En su última convalecencia se exprimió para retomar su carrera al máximo nivel, pero también lo hizo para respetar un contrato que firmó con la Real. Cuya camiseta, la txuri-urdin, es la que más veces ha defendido en su camino profesional. Por eso deja frases tan bonitas y sinceras como cuando dijo que el día que se marche, lo sentirá de la misma forma que cuando dejó el Racing. Y eso es mucho.

Ese disparo sirvió para marcar la diferencia en la ida de la eliminatoria frente a un Lleida correoso, que siempre fue y se sintió inferior ante una Real firme y con ganas de sentenciar el envite en la ida. Ya no es el equipo dudoso y despistado que afrontaba el torneo del KO como si le sobrara. Y eso, el que más lo agradece, además del aficionado, es su escudo.

Eusebio ya demostró en su once que se tomaba en serio la Copa. No se le puede discutir al técnico su compromiso y ambición en un torneo siempre imprevisible, en el que no sabes lo que te espera a la vuelta de la esquina, y en el que un golpe inesperado de suerte te puede proyectar hasta toda una final. Sus más de 500 encuentros como jugador y su creciente experiencia en los banquillos le otorgan el suficiente crédito como para confiar en su firme apuesta por un torneo al que durante muchos años se ha menospreciado en el club realista, lo que se ha traducido en una de las grandes manchas negras de su historia.

planificación El lasecano se felicitó la víspera por la planificación realizada en verano, en la que se afrontaron muchos cambios, y por el equilibrio alcanzado con el nuevo proyecto. A nadie se le escapa que el curso pasado el mayor fracaso fue el de la unidad B, ya que desde el jugador trece-catorce por minutos disputados había un salto monumental con el resto de los integrantes del plantel, que incluso se vieron eclipsados por la aparición de varios canteranos del Sanse. Uno de los propósitos de este curso era nivelar el rendimiento entre titulares y suplentes, sobre todo después de que los cuatro canteranos hubiesen dado el salto al primer equipo.

Ayer Eusebio hizo muchos cambios, ocho con respecto al equipo que empató contra el Espanyol, pero sacó un once reconocible. Con futbolistas contrastados. De Primera División. Cualquiera de ellos tenía opciones de mantener la titularidad el domingo en Getafe si lograba firmar una buena actuación. Y además, junto a ellos, un Iñigo Martínez, internacional, que necesita minutos para recuperar el nivel; un Xabi Prieto incansable que lo juega todo; y Oyarzabal, la gran estrella del momento blanquiazul. A eso se le llama darle valor a la Copa. Hacer cambios, dar minutos a jugadores que vienen jugando poco, y mantener un nivel de competitividad para no llevarse demasiados sustos.

La primera parte fue un espanto. Tediosa y aburrida, sin intensidad ni agresividad, el ritmo era más propio de un bolo de pretemporada que de un duelo de competición oficial. Desde el primer minuto la Real tomó el control del choque, con un dominio de la posesión abrumador, ante un Lleida acobardado, que prefirió esperar acontecimientos agazapado en su campo. El panorama es conocido ya por todos. Pases y más pases de los realistas, sin apenas romper líneas, sin profundidad y sin generar casi ninguna ocasión de peligro. Las únicas jugadas destacadas de todo el primer acto fueron el disparo de Canales que literalmente limpió las telarañas de la escuadra izquierda de la meta ilerdense y, un minuto antes, una volea de Januzaj a centro de Gorosabel que se marchó lamiendo el palo. Del resto no merece la pena comentar nada. Mejor olvidarlo cuanto antes.

En la reanudación el Lleida dio un paso al frente. Adelantó muchos metros su línea de presión y comenzó a incomodar a una Real que debe trabajar alternativas para encontrar soluciones a este planteamiento de sus rivales. Toño, que siempre estuvo firme y seguro, protagonizó un despeje vital y una buena parada nada más empezar. Cuando pintaba mal la cosa, la salida de Vela por un timorato y decepcionante Januzaj, permitió a los realistas retomar el control. El mexicano se apoyó en Canales y Xabi Prieto para recuperar el balón. Y hasta estuvieron muy cerca de sentenciar la eliminatoria en dos remates de Juanmi, sobre todo en una volea muy centrada, y una falta del cántabro que se escapó fuera.

El Lleida lo intentó pero no pudo hacer mucho más. Enfrente ya no estaba el Primera chollo que saltaba en la Copa a verlas venir, sin aspiraciones reales ni certezas en soñar con metas grandes. Eusebio ha hecho sonar el despertador copero en Anoeta. Y da gusto verlo. Pero también ha prendido la llama de la esperanza e ilusión. Ahora queremos más. Lo de ayer solo fue un buen primer paso.