Síguenos en redes sociales:

Síntomas de desquiciamiento

DERBI Los realistas cayeron con justicia en Vitoria en otro mal partido y, lastrados por las bajas, no fueron capaces de acercarse al nivel de meses atrás

Síntomas de desquiciamientoFoto: Ruben Plaza

Lo peor no fue que volvió a perder. Ni que lo hiciera con absoluta justicia y sin apenas crear ocasiones de peligro. Lo más preocupante es que en la segunda mitad emitió señales de ser un equipo desquiciado. Granero, con tarjeta por protestar, se dejó caer en el área y fue expulsado. Vela vio una amarilla evitable que le costará una sanción por acumulación y minutos después se revolvió tras recibir una patada de Manu García. Rulli se recorrió medio campo para protestarle una jugada al colegiado, por lo que fue amonestado y, en lugar de ir al área a intentar rematar la falta, se quedó en tierra de nadie como un pato mareado. Esta no es mi Real. No es el equipo que nos ha enamorado a lo largo de muchos meses. No hay más que recordar la trayectoria del conjunto de Montanier, que firmó una segunda vuelta inmaculada, siempre de menos a más, lo que le permitió cazar de forma inesperada la cuarta plaza. Cuidado que este conjunto comienza a deshincharse sin encontrar soluciones.

Ayer fue un equipo plano, sin ideas ni argumentos, en cuyos ataques, siempre previsibles, se limitaron a colgar balones sin demasiado criterio ni puntería al área. Lo que hemos visto en estos dos encuentros ha sido una réplica de lo que sufrimos en las dos últimas temporadas. Parece una peligrosa recaída, más que una crisis. El parón se va a hacer largo, pero le va a venir bien a los blanquiazules que necesitan hacer un reset, empezar de nuevo y volver a encontrarse.

Es cierto que el anfitrión no era el más fácil. El Alavés tiene las ideas muy claras, explota sus limitados recursos al máximo y juegan a forzar el error. Como esta Real no está nada fina, ayer encontró un filón al recuperar muchos balones en zonas adelantadas. Incluso su delantero Deyverson forzó y cazó dos cesiones, pero luego no consiguió superar las espléndidas salidas de Rulli. Esta vez sí, el argentino completó una actuación espectacular, al nivel que sabemos que puede alcanzar, y no se le puede reprochar nada al mantener con vida a su equipo hasta el final. La parada que le hizo a su verdugo, a bocajarro, fue una de las mejores de toda la temporada en la Liga. Por eso hasta el delantero, estupefacto, le felicitó cuando aún no se había levantado.

Eusebio fue valiente y apostó por un once inesperado, con Guridi y Bautista. Se podrán discutir muchas cosas, pero la verdad es que el jugador más parecido a Zurutuza en el filial es el azpeitiarra y el equipo agradece la presencia de la referencia arriba de un 9 puro. Además apostó por Mikel González para cubrir la baja de Iñigo Martínez, algo que merece debate, y Granero por Illarra. El de Arrasate llevaba tiempo sin jugar, mientras que el madrileño había estado bien cuando ha actuado como pivote. A nadie se le escapa que la lista de bajas era muy importante. Y no son excusas. A ver qué equipo sobrevive a la ausencia de su mejor defensa, su mejor centrocampista, su mejor mediapunta y su mejor delantero. El problema es que la plantilla de la Real no aguanta el nivel del once titular. Por eso Eusebio solo utiliza de verdad trece o catorce jugadores. Ayer había tres del Sanse, lo que habla muy bien del club, y muy mal de muchos futbolistas del plantel que no están acreditando tener nivel para competir por oportunidades. Ahí están los datos.

La Real no comenzó mal el encuentro, pese a que el ritmo era altísimo e intensísimo, lo cual no le beneficiaba ante un adversario con un buen físico. Eusebio se decantó por este once en la demostración de que el estilo es innegociable para él. Algo que había confirmado en muchas ocasiones anteriores. Es el mismo que le ha llevado a ser el equipo que mejor fútbol ha practicado de la Liga durante un buen tiempo. Ahora le queda la asignatura pendiente de encontrar una fórmula para mantener el nivel hasta el final de temporada. Y eso parece más complicado. A los realistas les han pillado la matrícula y sus adversarios ya saben cómo jugarle. Y cómo controlarle y anularle. Pero el verdadero problema de la Real es que el rendimiento de la gran mayoría de sus mejores jugadores ha bajado muchos enteros. No vayamos a cargar el muerto ahora a los que nunca juegan ni a los nuevos.

BUEN INICIO Los realistas fueron los primeros en crear peligro con una internada imperial de Yuri, plena de potencia y velocidad, pero la culminó con un disparo al muñeco. Vela también dispuso de otra buena opción al robar una pelota cerca del área, aunque su chut, tras tocar en un defensa, lo detuvo Pacheco. Las sensaciones eran buenas y nadie podría presagiar en ese momento el desastre que estaba por venir. Guridi prometía en la medular, sin miedo con el balón; Oyarzabal y Yuri conectaban bien por la izquierda; y Odriozola era un puñal en la derecha. Todo eso hasta que el Alavés se asentó en el choque y empezó a llevarse todos los duelos y balones divididos. Si durante muchos meses nos vanagloriábamos con que la Real casi siempre parecía superior a sus adversarios, en las dos últimas jornadas no hemos tardado en sentir justo lo contrario, con todo lo que ello conlleva.

A los 17 minutos, a Mikel González, que tuvo un regreso fatal, se le quedó corta una cesión y Rulli, muy atento, salvó con una magnífica salida el remate de Deyverson. El brasileño fue una pesadilla constante para una zaga realista en la que se nota muchísimo cuando no está Iñigo, su valor más fiable y regular. Poco después, ya con el duelo decantado para los locales, Deyverson remató alto un gran centro de Ibai. Una pérdida de Granero, que comenzó enchufado, pero fue arrollado por la medular alavesa, estuvo a punto de aprovecharla Romero, que se internó hasta el área pequeña sin oposición, antes de chutar a Rulli, quien le tapó portería con la clásica estampa de portero argentino. Finalmente, el merecido y esperado gol llegó en las postrimerías del primer acto, en una internada de Theo que superó con una facilidad pasmosa a Mikel y centró para que Deyverson, siempre en su sitio, empujara la pelota a la red.

En la reanudación, el Alavés se echó bastante atrás y se dejó dominar para intentar liquidar a la Real a la contra. Los guipuzcoanos tenían la posesión, pero su dominio era engañoso. Sus pases apenas rompían líneas, sus continuos centros eran imprecisos y nunca ofrecieron la sensación de poder empatar. Sin crear peligro era imposible. A los pocos minutos, Ibai desbordó a un lento Navas y su servicio lo cabeceó, incomprensiblemente solo, Deyverson para que salvara un heroico Rulli. El argentino metió las manos muy fuertes y logró desviar la pelota al palo. A Guridi, que estaba siendo el más destacado, se le quedó corta una cesión y el meta, que también había sacado un cabezazo suyo, volvió a aparecer para sofocar el incendio a los pies del omnipresente brasileño.

La expulsión de Granero convirtió en misión imposible puntuar en Vitoria. Mal el madrileño, que estuvo imprudente, pero no se puede entender cómo es posible que se le expulse por protestar y por dejarse caer en el área sin reclamar penalti, ya que se levantó inmediatamente sin mirar al colegiado. Es inadmisible que Deyverson pueda propinar dos codazos alevosos a Mikel González y Raúl Navas, y que por algo así se quede con uno menos un equipo, una situación definitiva en duelos equilibrados. Eusebio no ayudó con los cambios y el partido se consumió en medio de la desesperación de los blanquiazules que no llegaron a rematar entre los tres palos.

Dos derrotas seguidas por primera vez en la temporada. Un punto de nueve en tres derbis, con el consiguiente disgusto para una afición que estuvo de diez ayer en Mendizorroza y que se volvió a casa disgustada y preocupada. No es para menos. La Champions queda lejos. Hay que asegurar la Europa League. Necesitamos que vuelva Willian José. Pero también los Yuri, Vela, Xabi Prieto, Oyarzabal...