donostia - Sucedió de nuevo. Como en Bilbao. Como la semana pasada en Sevilla. La Real defendía con mucho partido por delante una renta exigua, un 1-0. El rival, con más o menos acierto, empujaba con su fútbol a los txuri-urdin, dejándoles sin opciones de contragolpe. Y sin embargo el equipo de Eusebio aguantó, también contra todo un Barcelona. El balance de todos estos encuentros es de tres triunfos por la mínima, nueve puntos sumados, cero goles encajados y muy pocas ocasiones concedidas.

Eusebio aterrizó en el club el pasado mes de noviembre con la vitola de ser un técnico amante del juego de toque, de los ataques posicionales y de la posesión como camino hacia las victorias y los éxitos. Sin embargo, los últimos triunfos de la Real con el vallisoletano a los mandos han llegado de una forma distinta, recurriendo de forma casi obligada a un repliegue intensivo. Este ha supuesto ver a los blanquiazules durante muchos minutos ordenados mediante un llamativo 6-3-1, con los laterales ayudando mucho a los centrales y los extremos haciendo lo propio en defensa. La imagen siempre inquieta, e invita a pensar que el equipo no será capaz de conservar la ventaja, que terminará sucumbiendo ante el asedio territorial al que se somete. Por contra, la Real se ha acostumbrado a resistir.

contra el barcelona Ayer el repliegue txuri-urdin duró más de una hora. Una vez que Oyarzabal marcó el 1-0, el Barcelona monopolizó la posesión del esférico, guiado por un Messi que actuó prácticamente como interior derecho, a modo de organizador. Sin el recurso de Luis Suárez, los culés perdieron su registro contragolpeador, sin futbolistas que pidieran el balón al espacio, por lo que la Real encontró que el mejor modo de protegerse era eliminar metros de distancia entre su zaga y Rulli.

Esto supuso colocarse en el mencionado dibujó. Ayer le tocó a Xabi Prieto apoyar a Aritz Elustondo y luego a Joseba Zaldua, ejerciendo como segundo lateral. Y en el otro lado del campo Mikel Oyarzabal repitió su habitual e inconmensurable despliegue físico para proteger a De la Bella. Delante del portero había en muchísimas ocasiones una línea de seis defensas, protegidos a su vez por tres centrocampistas: Illarra, Granero y Zurutuza. Con el mutrikuarra amonestado, Eusebio situó a este como pivote y a Granero de interior, al revés que de inicio, para protegerle de la expulsión. Y mención al margen merece el trabajo de Zurutuza, sobresaliente, que dio a la Real un plus de intensidad. El pelirrojo se marchó sustituido exhausto, recibiendo la ovación de la grada.

El primer trabajo en la presión correspondió a Carlos Vela, quien sin embargo se vio atrapado en un contexto de encuentro que le impidió brillar. Su labor defensiva no obtuvo muchos frutos, ya que rara fue la ocasión en la que sus compañeros pudieron acompañarle para apretar a la salida de balón culé. Zurutuza tuvo que quedarse muchas veces con su par, igual que los extremos, ocupados en tapar a los laterales. Además, las opciones de contra para el mexicano resultaron escasas, al robar la Real muy atrás, desordenada y con escasas líneas de pase.

El margen de maniobra de Eusebio a la hora de modificar el guion resultó escaso. Problemas físicos o síntomas evidentes de cansancio le obligaron a sustituir a Elustondo, Oyarzabal y Zurutuza. Fueron cambios de hombre por hombre, al entrar Joseba Zaldua, Héctor y Pardo para relevarles, que aportaron oxígeno para mantener el resultado e incluso conseguir adelantar un poco la línea de presión en los minutos finales.