donostia - Se habían jugado 56 minutos de partido y la Real perdía 1-0. Eusebio decidió mover ficha y dar entrada a Carlos Vela en sustitución de Joseba Zaldua. Gran parte de la atención del cambio se centrará ahora, durante la resaca postpartido, en el rendimiento ofrecido sobre el campo por el mexicano, en la picota a lo largo de toda la semana por culpa de sus escarceos nocturnos en Madrid. Lo cierto es que el atacante de Cancún, con dos o tres pinceladas de clase, unidas al respeto que su sola presencia genera en los rivales, colaboró en la evidente mejoría de la Real después del cambio. Pero en el ligero lavado de cara que experimentó el equipo pesó mucho más el orden que la propia sustitución le permitió recuperar. De verse superada ampliamente, la Real pasó a ser más que su adversario, aunque sin la profundidad necesaria para empatar.

El diagnóstico de lo sucedido parece más bien claro, ya que además no se trata de la primera ocasión en la que el equipo de Eusebio sufre como lo hizo ayer. Y es que la presencia de Diego Reyes como pivote condiciona mucho el fútbol de los txuri-urdin. El mexicano, más que una pieza indiscutible para la demarcación, supone una herramienta muy válida para según qué tipo de encuentros. Lo demostró en contiendas planteadas desde la respuesta más que desde la propuesta, en los campos de Espanyol y Athletic.

Allí, una Real protegida y bien parapetada permitió al jugador cedido por el Oporto desempeñar por delante de la zaga un papel más posicional en el que demostró encontrarse muy cómodo, lo que redundó en beneficio del equipo. Pero la cosa cambia cuando el plan txuri-urdin consiste en abandonar la zona de seguridad para hacer el campo algo más largo y presionar al adversario en posiciones más avanzadas. En tal situación, mientras los dos interiores deben descolgarse para presionar a pivotes e incluso centrales del rival, Reyes tiende a mantener una posición retrasada, lo que termina partiendo al equipo en dos.

contra el málaga Hace dos semanas, la Real empató ante el Málaga un partido cuyo resultado se dio como bueno. Así lo fue atendiendo a los merecimientos de uno y otro equipo, ya que los andaluces fueron mejores. Pero lo cierto es que el equipo no estuvo bien, algo que no cabe achacar únicamente a las bajas sufridas aquel día. Los de Eusebio se partieron en dos de forma clara, lo que permitió al Málaga hacer mucho daño en posiciones interiores, con alguno de los dos puntas o incluso alguno de los extremos cayendo a la zona de la mediapunta.

Precisamente así fue como perdió ayer la Real en Balaídos. Con Pardo e Illarra apretando a los centrocampistas más retrasados del Celta y Reyes más pendiente de Wass, Nolito se dejó caer a la zona de influencia del mexicano para servir en largo a Iago Aspas, quien marcó el único gol del partido. Los txuri-urdin siguieron sufriendo, hasta que la mencionada entrada de Vela permitió ordenarse a todo el equipo. Reyes bajó al centro de la defensa, Aritz se escoró al lateral, Illarramendi se situó como pivote con Pardo de escudero, y sin bordar ni mucho menos el juego los guipuzcoanos protagonizaron sus mejores minutos de la tarde. No bastó para empatar, pero Eusebio debe sacar conclusiones visto lo visto.