A por ellos: Lección aprendida
para que luego afirmen que el fútbol no tiene valores didácticos y educativos. Dicen que en la competición siempre se aprende algo, tanto en la victoria como en la derrota. Creo que nunca podremos olvidar la lección que hemos recibido esta semana. O mejor dicho, jamás deberíamos ignorarla. No he conocido a deportista de elite más noble y respetuoso que Nadal. El manacorí siempre suele decir una frase tan obvia como significativa: “Yo tengo muy claro que esto es deporte y que cuando entro en la pista pueden suceder dos cosas: que gane o que pierda”.
Creo sinceramente que el aficionado realista asumió este planteamiento tiempo atrás. Lo hacemos en base a que la Real ha vencido mucho, pero a que ha acumulado también una larga lista de fracasos. Y lo aceptamos como algo normal, como la vida misma. Tenemos una historia legendaria, con victorias de un mérito y un valor tan envidiables como incuestionables que nos han hecho alcanzar la máxima felicidad. Cuando ganamos estamos muy contentos. Se puede decir hasta que es un termómetro fiable que mide el nivel de ilusión en Gipuzkoa. Cuando el equipo vence los lunes son menos lunes y todos los que sentimos sus colores notamos una alegría interna especial. Si es un partido importante o con algo en juego, el bienestar se multiplica. Por lo tanto, un aviso muy importante, que nadie se atreva a condicionar nuestras celebraciones. Que no intenten limitar ni coartar la ilusión que pueda proporcionarnos una victoria, porque no existe un manual de instrucciones al respecto, ya que jamás se debería acotar los sentimientos y sensaciones de lo que, para mí, es lo más bonito del fútbol. Respetando al rival y a su afición, haremos lo que nos salga y nos apetezca en el momento. Que lo tenga claro todo el mundo.
Pero, insisto, lo que hemos aprendido de verdad esta semana es lo que no hay que hacer en la derrota. Si se pierde en buena lid, el primer paso importante es asumirlo y reconocerlo con dignidad, sin acudir al ritual de justificaciones absurdas. Un club tan maltratado como el nuestro, que ha sufrido tantos atropellos y de tal magnitud, sabe que solo se recurre al arbitraje como excusa cuando el atraco es flagrante. Así, sin pensar demasiado, me vienen a la cabeza ejemplos como goles no dados por válidos cuando el balón había traspasado la línea, expulsiones tras una falta clara al portero, un penalti no pitado al capitán reconocido en el mismo campo por el adversario, penas máximas señaladas por una mano que había sido del atacante... No pasa nada, hemos perdido muchos encuentros que nos han generado una enorme expectación. Cuando se trata solo de un partido de Liga sin polémica mediante, pues nos vamos a casa fastidiados, muchos no cenamos y, tras pasar una mala noche, el lunes volvemos a trabajar ya que, parafraseando a Manolo Preciado, seguro que “volverá a salir el sol”.
No es tan grave, en serio, se supera con el paso de las horas. Por aquí todos tenemos claro que el nivel de enfado es proporcional a la rivalidad que mantienes con el adversario, pero allá cada uno con su tema. Eso sí, el día que caigamos, como desgraciadamente nos ha sucedido tantas otras veces, solo espero que a nadie se le ocurra en Anoeta poner el himno de la Real entero y posteriormente otra canción a un volumen descomunal, con el que no puedes comunicarte con el que tienes a tu lado, para que no se pueda oír a los seguidores visitantes celebrar la victoria con sus jugadores. Esas tácticas son para gente como Mourinho y se encuentran en la misma línea que la tan denunciada postura de Florentino en su afán por evitar ceder su campo para la disputa de la final de Copa para no ver cómo la hinchada de su eterno rival se regodea en la victoria.
Tengo claro que el fútbol hay que entenderlo así. Si se pierde y hay mil aficionados visitantes en la grada, que se lo pasen en grande porque se lo han merecido. Y mira que yo me quedo escribiendo y soy de los que me como sus festejos en su totalidad. Pero no hay más. Yo esta semana me he sentido muy orgulloso de ser de la Real, tanto por mi equipo como por su gente, que ha demostrado un respeto exquisito y digno de destacar en la victoria. Desgraciadamente, otros no pueden decir lo mismo...
Esta semana me he sentido muy orgulloso de ser de la Real, tanto por mi equipo como por su gente, que ha mostrado un respeto exquisito