donostia - ¿Cómo ve al Athletic?
-Salvo algún partido puntual, el equipo está jugando bien, a un ritmo altísimo, exigiendo mucho al contrario y presionando muy arriba. La línea es buena.
¿Y a la Real?
-Llevo tiempo esperando más de la Real. Bastante más. En los últimos partidos ya me transmite la sensación de que empieza identificarse con una idea de juego, cosa que hasta hace poco no se le apreciaba. De ahí tanta irregularidad. Tiene extraordinarios futbolistas, pero estos no han terminado de dar lo mejor de sí mismos.
El domingo, derbi.
-Estos partidos suelen estar al margen de la trayectoria reciente de ambos equipos, así que puede salir cualquier cosa. Pero sí parece claro que el Athletic no va a especular y va a ir a muerte desde el pitido inicial, mordiendo y presionando. Creo que el encuentro, al menos de inicio, se va a desarrollar a un ritmo muy elevado. Y luego entrará en juego la capacidad de uno y otro para poder llevar el encuentro a donde le interese.
¿Tienen algo que ver los enfrentamientos de hoy en día con los duelos vascos que usted disputó?
-Aún jugando partidos muy duros y muy aguerridos, todos los futbolistas de mi época tuvimos la capacidad de lograr que, por encima de todo, estuviera la deportividad. Tuvimos una extraordinaria relación, y eso caló entre las aficiones, hasta el punto de que nos hemos convertido en la envidia del fútbol español. Mantenemos una rivalidad, lo cual siempre resulta bonito. Pero es una rivalidad sana, sin todas esas cosas desagradables que se ven por ahí.
Hay seguidores de la Real a los que aún les dura el susto por su gol en Atocha en 1982.
-Lo mismo que a nosotros nos dura el susto por el gol de Uralde en San Mamés, en 1984 (risas). Al final, tú estás defendiendo una camiseta, eres profesional y buscas hacerlo lo mejor posible. Pero sí que es cierto que, con el paso del tiempo, tengo una cosilla ahí como clavada por aquel gol en Atocha. Afortunadamente la Real fue campeona, de forma merecida, y mi gol terminó en anécdota.
¿Con qué derbi vivido se queda?
-Por su importancia, con aquel que comentábamos ahora. Las pasamos canutas con el empate de Uralde. Pero Liceranzu estuvo inspirado, hizo los dos goles y ganamos la Liga. Te paras a pensar y fueron seis o siete años de liderazgo del fútbol vasco en los que cada partido era una batalla tremenda, pero una auténtica maravilla, porque competíamos por ganar títulos.