Un derbi desaprovechado
TABLAS | La Real no controló el partido y fue inferior a un discreto pero batallador Athletic, aunque al menos salvó un punto que pudieron ser tres casi al final
Minuto 70 de un derbi en Anoeta, en el que la Real partía como claro favorito para llevarse el triunfo al contar a priori y sobre el papel con una plantilla muy superior a la de su vecino. Con el 0-0, un empate que normalmente suele firmar el Athletic en Donostia, Valverde hizo un cambio y el sustituido, Sabin Merino, se retiró como una bala para que entrara cuanto antes Williams. Esta imagen resume lo que sucedió ayer en el clásico vasco, que fue un tostón del que apenas se recordará nada. El Athletic fue superior, gobernó el partido y consiguió que se jugara a lo que le interesaba. En ello contribuyó el equivocado planteamiento de David Moyes. El escocés acertó de pleno al declarar antes del duelo que “un profesional no necesita ser de un lugar concreto para ser consciente de lo que significa un derbi”, pero desperdició la supuesta superioridad de sus jugadores al entrar en un intercambio de golpes y de balones largos sin sentido.
Ese era el único apartado en el que todo sabíamos que la Real tenía todas las de perder ante el equipo que mejor compite y que más réditos obtiene en las disputas del campeonato. Es absolutamente inexplicable que una de las tácticas preparadas por los blanquiazules consistiera en que Rulli sacara en largo casi todos los saques de puerta. La sensación que dejó el duelo es que el técnico había desaprovechado el potencial de su equipo, más aún cuando en realidad apostó por su doble pivote más talentoso, formado por Illarra y Pardo, que no pararon de ver volar el esférico sobre sus cabezas.
Una pena, porque el encuentro de ayer lo tenía que haber ganado la Real. Además es que lo necesitaba, para dar una alegría a una afición que asiste desconfiada y decepcionada a su trayectoria poco fiable en el arranque de un curso en el que hay puestas muchas ilusiones.
La mejor demostración de que la Real nunca llevó el peso del juego es que apenas se pueden contar las incorporaciones de los laterales. El equipo txuri-urdin nunca fue capaz de imponer su estilo ni el juego que más le interesaba. Lo único que debía evitar es que el choque se convirtiera en una batalla a cara de perro y fue lo que no tardó en producirse. Lo peor de todo es que Moyes tampoco fue capaz de reaccionar a tiempo para intentar cambiar el signo del duelo.
Tras el lamentable primer acto de los suyos, en el descanso, era casi obligado introducir un cambio para tratar de modificar el curso de unos acontecimientos que parecían conducir irremediablemente a una derrota ante un eterno rival encantado con el choque planteado por los locales. Para ese escenario, contar con dos jugadores del nivel y de la capacidad para sacar oro de la marrullería y el juego sucio como Raúl García y Aduriz, es simplemente ideal. Tan inaguantables como magníficos futbolistas.
El primer movimiento del británico, que debía estar encantado con lo que veía pese a que la mayoría de Anoeta cada vez estaba más amargada, llegó en el minuto 72. Muy sorprendente, sobre todo viendo el nivel de un banquillo en el que tenía delito que no estuviese, al menos para protegerse ante cualquier contratiempo inesperado, Markel Bergara. Moyes entenderá el derbi, pero quizá no ha calibrado demasiado bien el disgusto que supone para Gipuzkoa el no derrotar al Athletic cuando dispones de herramientas mejores para lograrlo.
el árbitro, clave Al contrario de lo que sucedió con el Athletic, su entorno y su prensa, aquí no se nos caen los anillos por decir que Velasco Carballo fue clave para que no se llevara el triunfo de ayer en Anoeta. En el minuto 39, Illarra, que tenía una tarjeta, cometió un penalti que pareció bastante claro al cortar con la mano dentro del área un disparo de Aduriz. En la imagen no queda claro si la pelota le toca en el cuerpo antes de estrellarse en su brazo; si fuera así, la jugada no sería punible, pero la sensación es que el madrileño debió señalar la pena máxima y, por lo tanto, expulsar al mutrikuarra con una segunda amarilla. Y no podemos olvidar que a Vela también parece que le derriban casi al final en la mejor oportunidad de los blanquiazules en todo el encuentro.
Pronto se vio que la Real no lograba imponerse en el partido. La actitud de sus jugadores no fue la idónea para afrontar un encuentro de máxima rivalidad. Y esto sí que no tiene ninguna culpa Moyes. Eran ellos los que debían afrontar el choque como si fuera una final, ya que sus aficionados así se lo exigían. En la primera media hora los donostiarras perdieron todas las disputas y eran incapaces de protagonizar una posesión larga con la que pudiesen descolocar e incomodar a unos vecinos que no tardaron en creérselo, en lo que supone uno sus grandes puntos fuertes. Raúl García fue el primero en generar peligro en un potente disparo que se le escapó por poco. Zurutuza, con un flojo remate, Rubén Pardo, con un chut alto y Canales, al que se le cruzó Etxeita, fueron los únicos realistas que al menos asustaron al Athletic.
En la reanudación y de forma sorprendente, los blanquiazules insistieron en el mismo guion erróneo. Pese a todo, los mejores minutos de Zurutuza les permitió imponerse en los compases iniciales. Canales estuvo cerca del gol, en un flojo disparo y en un centro-chut con el que casi batió a Iraizoz. Pero el Athletic se rehizo, volvió a crecer al sentir mejor y se acercó al gol que hubiera sido decisivo en una buena rosca de Beñat con la zurda que lamió el palo y en una jugada en la que Rulli salvó a su equipo saliendo a los pies de Aduriz. En la acción siguiente, Sabin no pudo aprovechar un centro perfecto de Susaeta.
Con los cambios, sobre todo con la presencia de un efervescente Bruma, la Real soñó con el triunfo. Agirretxe cabeceó flojo un centro de Xabi Prieto y en el minuto 87 Jonathas, que también merecía una oportunidad antes, estuvo a punto de convertirse en el héroe en una jugada embarullada con varios rechaces y sin remates claros en el área.
Los guipuzcoanos no supieron ganar el partido que estaba llamado a ser el de su definitivo despegue. El empate vuelve a sembrar de dudas su titubeante arranque de un campeonato que pintaba mejor de lo que, al menos hasta ahora, está siendo, ya que todavía no conoce el triunfo después de tres jornadas en Anoeta. Lo único salvable de un día para olvidar es el sensacional rendimiento de sus centrales, que siguen sin encajar un gol cuando juegan juntos, y el arreón final con la explosividad de Bruma. Pero no ganar al Athletic en Anoeta en un derbi cualquiera suele sentar mal a su gente. No lograrlo cuando cuentas con mejor plantilla no tiene perdón.