La Real volvió a pinchar en el peor momento. La goleada que encajó ante el Granada representa el mejor resumen de una temporada marcada por la irregularidad y la incertidumbre. Cuando mejor parecían estar las cosas, después de tres encuentros en los que había dado la cara y parecía que iba a cerrar el curso con unas óptimas sensaciones, los realistas fracasaron, con la consiguiente sensación de decepción y decadencia.

No es la primera vez que ocurre. Por supuesto que el origen de los disgustos estaba en el inicio del curso, donde se dilapidaron casi todas las opciones de firmar una temporada ilusionante, tal y como vendía a todo trapo. La destitución de Arrasate después de que el equipo tocara fondo, al sumar solo seis puntos de 27 posibles y encontrarse en puestos de descenso, propició la llegada de David Moyes. Con el escocés la Real logró alejar la amenaza del descenso, objetivo por el que le habían contratado esta campaña, como se encargó de repetir en varias ocasiones. Durante muchas semanas las estadísticas han sido la mejor baza del británico, ya que con él al mando, la Real era la séptima clasificada, lo que significaba que estaba en puestos europeos, pero el mal final que ha protagonizado le ha dejado en la décima posición.

Aparte de los seis conjuntos que ya tienen asegurado su pasaporte para Europa, Athletic, Espanyol y Rayo también superan a los blanquiazules desde que en la jornada diez asumiera la dirección del equipo, tras la victoria frente al Atlético con el interino Asier Santana en el banquillo.

Los números, que tantas veces le han servido de coartada, prevalecen sobre las sensaciones, que no han sido convincentes ni fiables a lo largo de todo el curso. Después de que en la jornada 28 la Real se impusiera con muchos más problemas de los previstos a un sentenciado Córdoba que se quedó con diez al poco de comenzar el duelo en Anoeta, los de Moyes se encaramaron a la novena posición, a ocho puntos del Málaga, séptimo clasificado, al que tenía que rendir visita en la siguiente semana. Desde ese día, los blanquiazules han disputado nueve encuentros y han sumado siete puntos, lo que les ha convertido en el cuarto peor equipo de Primera en ese intervalo de tiempo, solo superado negativamente por Málaga, Eibar y Córdoba.

En este periodo, los donostiarras solo han logrado derrotar al Levante en casa por 3-0, en un encuentro en el que plasmaron la diferencia, en teoría elevada, que existe entre ambas plantillas, algo que desgraciadamente, y como pudimos comprobar el domingo, no ha sucedido con todos los rivales de la parte baja de la clasificación.

Los otros cuatro puntos han llegado en empates. Dos en Anoeta, ante Villarreal y Deportivo, en los que los realistas estuvieron más cerca de perder que de ganar, y otros dos a domicilio, en Málaga y Bilbao, en un derbi en el que probablemente completaron su mejor actuación del curso y que merecieron ganar.

Las derrotas llegaron en el Calderón y Elche, en dos partidos para olvidar, y en Barcelona, donde los de Moyes, con un excelente planteamiento, cayeron con la cabeza alta, antes de sucumbir ante el Granada el domingo con el doloroso 0-3.

Estos resultados han provocado que la Real acabe la Liga en la decimosegunda posición, ya que el Celta, al que tiene justo encima, le saca cinco puntos. Si los blanquiazules pierden en Vallecas, podrían ser alcanzados por el Elche, pero tienen el gol-average a favor, por lo que no perderían su actual puesto. En este hipotético caso, cerrarían el curso con 43 puntos, lo que supondría su peor registro desde que regresaran a Primera en 2010. Y eso con la plantilla más cara de toda su historia. Se puede entender la frustración y la bronca que recibió el equipo el domingo...