¡Aupa, Iñaki, que solo nos queda uno!
Depende del horario, pero después del partido solemos ir a tomar un zurito para despejarnos del trajín de la transmisión y de paso escuchar los comentarios de la gente que vuelve del estadio. Si estamos a gusto, no hay mucho follón y el ambiente está entretenido, suele caer el segundo con pintxito.
Ayer estaba la cosa tristona, cuando llegó una cuadrilla de veteranos, de esos que no se pierden uno. Les gusta rajar. Preguntan cosas, opinan y terminamos por lo general sin llegar a grandes acuerdos. Llegamos antes que ellos. Cuando entraron y vieron mi cara de momia aburrida y cansada, no lo dudaron: ¡Aupa, Iñaki, que solo nos queda uno! Respiré profundo y con la cabeza hice un gesto de aseveración. Mezcla de por fin y ya era hora.
Había hecho planes pensando que la jornada de huelga saldría adelante, aun a sabiendas que de haberse parado la competición se montaba un belén en condiciones. Lo mismo debió pensar el juez de turno que decidió la cautelar, a la espera del juicio correspondiente cuya sentencia a lo mejor da la razón a los jugadores y entonces sí que tenemos un sainete en toda regla. A día de hoy, no sé muy bien qué ha pasado, qué han conseguido los jugadores y la federación y qué futuro nos deparará el famoso real decreto. Ruido sin nueces.
Así que, rotos los planes, no quedó otra que pasar por los acontecimientos deportivos del fin de semana y comprobar, de paso, que los ingleses en el fútbol nos llevan traineras. La despedida en Anfield de una leyenda que atiende por Steven Gerrard no tiene parangón posible por estos pagos en los que la mayor parte de los jugadores dicen adiós por la puerta de atrás. ¡Nos queda tanto que aprender y cambiar! Es un mal endémico que nos acompaña desde tiempo inmemorial y que no lo resuelve nadie. Somorrismo, en su máxima extensión.
No sé qué pasará con los futbolistas que acaban contrato. Lo puedes intuir. Tal vez no sean muy mediáticos y no sean los favoritos en los álbumes de cromos de los chavales pero han defendido la camiseta con tanto orgullo como el que más y se merecen, al menos, una muestra de gratitud. Así que, Zubikarai, Estrada, Elustondo, Ansotegi y quienes les acompañen? gracias por todo y mucha suerte en el futuro, pase por donde pase.
Por cierto, hablando del zarauztarra, recordaba ayer aquel gol que le marcó al Granada hace cuatro años y que valió para que los tres puntos quedasen en casa. Ayer, por una lesión, no pudo ni estar en la convocatoria. Recuperando el escenario, pero con distintos jugadores y necesidades, los andaluces llegaban a Anoeta más necesitados que yo de vacaciones. De la mano de Sandoval sumaban dos triunfos consecutivos y aspiraban al tercero, a poco que los locales bajasen la guardia y dedicaran su tiempo a ver pasar palomas.
Moyes dedicó buena parte en su charla de víspera a orientarnos sobre los planes futuros, y optó, ante las ausencias de Granero y Pardo en la zona ancha, por un cambio de sistema. Trató de convencer a los suyos con un reto de última hora, que no era otro que acabar el campeonato entre los diez primeros.
Daba igual, porque la tarde no estaba para nada que no fuera finiquitar cuanto antes y del mejor modo posible. Los andaluces se lo jugaban todo y pusieron sobre el césped lo que saben y pueden. Suficiente para ganar y para hartar a la afición que se llevó un disgusto considerable ante la falta de punch de los suyos. Cuando le preguntaron al capitán, al término del partido, cómo calificaba la temporada, respondió “decepcionante”.
Nos queda Vallecas y trabajo, mucho trabajo. Así como reuniones y decisiones importantes. Me da igual que sea en los salones del María Cristina o de La Bernardina, pero otro añito como este?
Más en Reala
-
Luis César, entrenador del Nàstic: "Contra el Sanse no necesitamos una proeza bíblica para ascender"
-
Imanol Agirretxe: "El equipo está bien, con ganas"
-
Zubieta se engalana para la final del ascenso entre el Sanse y el Nàstic de Tarragona
-
Iosu Rivas: “Tenemos que ser el mismo Sanse de toda la temporada”