Gipuzkoa está de moda
A todos nos ha pasado alguna vez. Es más, creo que la suerte que tiene uno en la vida depende en muchas ocasiones de la cantidad de veces que te ha sucedido. Hablo de estar en el lugar adecuado y en el momento preciso. A mí ya me ha ocurrido en dos ocasiones con Ipurua. La primera llegó cuando era muy txiki. Yo, que siempre he sido un loco del fútbol, tenía la manía de fijarme en dónde se encontraban los estadios en todas las ciudades o pueblos que visitaba. Daba igual si se trataba de un campo pequeño o monumental, siempre buscaba los focos para situarlos. Por eso siempre me gustaba pasar por Eibar cuando cruzábamos la autopista, ya que, desde la misma, se ve perfectamente Ipurua. Un día me sucedió algo fantástico, al coincidir nuestro viaje con un partido de noche del conjunto armero y, para colmo, con el instante en el que marcaba un gol que, por supuesto, oímos cantar en el Carrusel de la radio y en la grada. A mí se me quedó grabada la increíble coincidencia que, supongo, hubiera pasado de manera más inadvertida para la gran mayoría de la humanidad.
La segunda ocasión fue el pasado 25 de mayo, cuando acudí invitado por un buen amigo al estadio eibarrés para presenciar el partido contra el Alavés tras el cual, dos horas después del final, el empate del Recreativo en Las Palmas le daba el ascenso por vez primera en su historia. Fue impresionante. Sin duda me dejó varias imágenes de felicidad y alegría de las que no se olvidan.
Corren malos tiempos para la lírica en el mundo del fútbol. Ha llegado un momento en el que el Madrid y el Barcelona han acaparado tanto poder e influencia que lo único que venden son sus títulos y las tonterías que hacen la gran mayoría de sus “millonarios prematuros”, como definió con grandeza Marcelo Bielsa a sus jugadores en el Athletic. Las gestas del resto se convierten en hechos noticiosos solo por horas para los medios de la capital. Como si no tuvieran más remedio que informar de ello.
Para mí y supongo que para cualquier aficionado a este deporte mínimamente imparcial, esta Liga 2014-15 pasará a la historia por el impresionante mérito de que Gipuzkoa, el territorio más pequeño de la península, cuente con dos equipos en Primera. Y si no, que se lo pregunten a comunidades como Asturias, Cantabria, Aragón, Castilla y León o Castilla-La Mancha, que un año más no van a tener ningún representante en la elite.
Mi opinión es que, pese a que se ha reconocido su incuestionable mérito, no se ha valorado lo suficiente la hazaña del conjunto azulgrana. En su caso, creo que Garitano se encontraba en el lugar adecuado y en el momento preciso para guiarlo en dos años desde el pozo de Segunda B, donde el club demostró la madurez necesaria para no ahogarse en deudas, hasta Primera con el presupuesto más bajo de la pasada campaña en Segunda. Si lo analizo bien, incluso supera el valor que tuvo el Atlético al arrebatarle, siendo un grande, el título a los dos gigantes abusones.
Real y Eibar conviven con una fenomenal relación a 55 kilómetros de distancia con dos modelos antagónicos que, por lo que se ve, pueden ofrecer buenos resultados. El equipo realista, que se encuentra a años luz desde el punto de vista económico y por tanto tiene muchos más recursos, se nutre de la cantera guipuzcoana que peina y trabaja minuciosamente, a la que refuerza con fichajes llamados a marcar diferencias, mientras que los eibarreses, que incluso han prescindido de su filial, se abastecen de los descartes de los clubes de las capitales vascas y de un trabajo de chinos en forma de controlar el mercado de las tres categorías profesionales del fútbol español. Cada verano tiene que reinventarse, lo que obliga a confiar ciegamente en la labor del director deportivo y, después, del entrenador. Hoy, en el bautizo en Primera del Eibar, se enfrentan la ilusión de un recién ascendido con el mayor potencial de un visitante que llega más rodado a la cita tras haber afrontado ya tres partidos oficiales en las previas europeas. Sí, llegados a este punto, y contemplando el extraordinario rendimiento que obtienen con las precarias condiciones con la que planifican sus plantillas, a uno le resulta inevitable no plantearse qué sería del Eibar si Garagarza y Garitano dispusieran del presupuesto que han manejado Loren y Arrasate para confeccionar su equipo. Seguro que sería digno de ver el resultado del experimento...
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