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Anhelando a Ferguson y sus 'boys'

El united no consigue sobreponerse a la salida del técnico y paga la ausencia de uno de sus canteranos, Scholes

Anhelando a Ferguson y sus 'boys'EFE

hABLAR del Manchester United, sin duda, es hablar de Sir Alex Ferguson. El escocés es una de las mayores leyendas del fútbol mundial y, cómo no, una auténtica referencia del club británico después de más de un cuarto de siglo defendiendo el banquillo del primer equipo. Debutante a finales de los años ochenta, el técnico devolvió al conjunto de Manchester a la elite mundial con signos de identidad únicos.

Siempre liderados por estrellas mundiales y presumiendo de contar con los mejores jugadores del mundo en sus filas, el United, como se le conoce popularmente, se convirtió en el gran club del merchandising, el de los grandes fichajes. Ferguson se ganó su fama por su extraordinario ojo a la hora de hacerse con los servicios de grandes jugadores, como lo hiciera con Van Nistelrooy, Cristiano Ronaldo o Van Persie. Pero el escocés también pasará a la historia por su apuesta de cantera. Los más futboleros seguro que recordarán a los Fergie boys. David Beckham, Gary y Phill Neville, Nicky Butt, Ryan Giggs y Paul Scholes lideraron una generación de futbolistas que tocó techo a finales de siglo, logrando el triplete con la Champions del Camp Nou como guinda de un pastel que se ganó el respeto de todo el mundo del fútbol.

Una generación que devolvió al Manchester United su grandeza, y que se cimentó gracias a un centro del campo británico y de corazón rojo. Keane y Scholes, Scholes y Keane. Nunca fueron los más espectaculares, pero sí el timón de un equipo que hoy les echa de menos más que a nadie. Eran el termómetro de los Fergie Boys, una generación en peligro de extinción que da sus últimos coletazos con la figura de Ryan Giggs. El último superviviente, pero no suficiente para que el bloque inglés recupere su mejor fútbol.

Despedida del banquillo

Con él se fue el fútbol

Los aficionados del Manchester United vivieron sensaciones confrontadas en las últimas semanas de la pasada temporada. Los diablos rojos estaban a punto de celebrar su 20ª Premier, pero su técnico, aquel que se ganó la condición de Sir, había anunciado su marcha del banquillo 27 años después. El escocés dejaba atrás el club con el que logró 38 títulos, entre ellos trece ligas y tres Champions League, dejando paso a su compatriota David Moyes. Sin duda, la transición está siendo muy complicada, no solo por la ausencia del técnico, sino por la salida, de su mano, de uno de sus últimos boys.

Paul Scholes colgó las botas hace ya tres temporadas cuando cumplía los 36 años. El pelirrojo abandonaba el fútbol, y el fútbol al United. Parece mentira en un club de la dimensión del ManU, pero sin el inglés en la medular, los aún entrenados por Ferguson no lograban carburar, y ya no intimidaban. Sin controlar el ritmo de los partidos, cualquiera podía subirse a sus barbas y así se cimentó su eliminación en la fase de grupos de la Champions. Por eso, en una decisión casi desconocida, el preparador escocés se reunió con el mediocentro, pidiéndole un último favor. Quería que volviese a ser futbolista, que recuperase sus botas del armario de los recuerdos y tomase de nuevo el mando de la medular. Seis meses parado después, Scholes volvió en enero de 2012 y devolvió a los suyos el fútbol que necesitaban, aupándoles un año después a su 20ª Premier League. Les hizo su último favor, en la última temporada de técnico y jugador. Por eso, con Ferguson se fue el fútbol, porque con Ferguson se fue Scholes.

Sin sustituto

La vergüenza de la medular

David Moyes aterrizó en Old Trafford con la difícil tarea de hacer olvidar al mejor técnico de la historia del club inglés. Con la tranquilidad de haber sido recomendado por el Sir, y con una dilatada trayectoria en el Everton, el también escocés llegaba a uno de los banquillos más apetecibles del fútbol europeo con las ideas claras. Poco había que tocar en un club campeón. Solo una pieza era clave. Él lo sabía, igual que Ferguson cuando se reunió con Scholes.

El campeón de la Premier necesitaba, tanto como el comer, un capitán del barco. Alguien que pudiese dar equilibrio al equipo y acompañar a Michael Carrick en la medular, pero el resultado no ha sido más que el último capítulo de una historia que debería sonrojar a los dirigentes de los de Old Trafford. Centro del campo y Manchester no casan en los últimos años, y por ahí el United ha dejado de ser el equipo temible que era hace apenas tres años.

En primera instancia, la salida de Paul Pogba rumbo a la Juventus es uno de los fracasos más sonados en la gestión de Ferguson. El francés, apenas un año después de haber debutado en el primer equipo, abandonaba la plantilla siendo el prototipo de futbolista que más necesitaban los red devils. La afición nunca lo entendió, sobre todo porque un verano después Moyes estaría buscando desesperadamente ese mismo jugador en un mercado más alocado que nunca.

Aquí llegó lo más vergonzante para todos sus seguidores. Tocaron la puerta de Thiago y, aunque en un principio les dejó pasar, este acabó acudiendo a la llamada de Pep Guardiola. Preguntaron por Modric, también por Özil, insistieron por Cesc, pero nadie quiso fichar por el coloso de Manchester. Llama la atención como uno de los equipos más grandes del planeta tropezó una y otra vez en busca del jugador más necesario de su plantilla, incluso cuando sus pretensiones bajaron y buscaron un perfil que no pudiera resistirse. Ander Herrera. Aquí también tocaron en hueso, ante la desesperación de un cuerpo técnico que no entendía nada a pocas horas de un cierre de mercado que dejaba una medular huérfana de conductor.

La solución de última hora no parece haber solucionado los problemas. David Moyes confió en Fellaini, jugador que tuvo a sus órdenes en el Everton, pero él no parece adaptarse a su nuevo equipo, ni a su nueva posición. El belga es la descripción perfecta del jugador box to box que tanto gustaba a Mourinho, pero nunca un creador de juego. Un llegador, potencia pura, que siempre ha rendido cerca del área. Con él, el Manchester gana en potencial ofensivo, pero el tiempo parece demostrar que sus carencias en la creación siguen patentes.

Anderson, Jones, Fellaini o Cleverley -que ayer no se entrenó y es duda para el duelo de hoy- han sido compañeros en el doble pivote de Carrick, pero ninguno de ellos se ha asentado en el once. El gran problema del Manchester sigue siendo la medular, como cuando el técnico suplicó a Scholes que volviese. Mientras tanto, la afición seguirá anhelando a Ferguson y sus boys, aquellos que mandaban desde el centro del campo.