Muere un hombre tras alimentarse sólo de cerveza durante un mes

Para mantenerse sano uno de las claves es hacer deporte, o al menos un mínimo de ejercicio que pueda beneficiar a nuestro organismo. Y otro es cuidar la alimentación. No sólo que lo que comemos o lo que bebemos sea lo más natural posible y no sea perjudicial para nuesta salud, sino llevar una dieta variada. Apostar por comer básicamente un solo producto, por muy sano que sea, no es en absoluto recomendable. Y si ya ese alimento escogido es una bebida y se trata de cerveza la cosa no pinta bien.

Cerveza hasta morir

De hecho, en un caso que se ha hecho muy popular en los últimos días, ha terminado en la muerte de Thaweesak Namwongsa, un hombre de 44 años en Rayong (Tailandia). Un suceso que se ha vuelto viral por lo llamativo de las fotos que muestran el estado en el que se encontró, con cientos de botellines de cerveza a los pies de su cama.

Al parecer, el hombre se había divorciado recientemente y no estaba llevando nada bien su situación. Pese a que en principio no contaba con problemas de salud, fue renunciando a comer, rechazando la comida que le preparaba a diario su hijo, de 16 años, con quien convivía en su casa. Así, durante su último mes de vida se alimentó, por llamarlo de alguna manera, exclusivamente de cerveza, una bebida que carece de los nutrientes que necesita el cuerpo humano para poder sobrevivir pero que al parecer la ayudaba a sobrellevar el mal trago (nunca mejor dicho) que estaba experimentando.

Fue precisamente su hijo el que, al llegar del colegio a su casa, se encontró a su progenitor sufriendo un ataque epiléptico en la cama en la que estaba acostado. Avisó rápidamente a un vecino, que intentó realizarle una reanimación cardiopulmonar que no surtió efecto. Aunque avisaron a los servicios de emergencia, cuando llegaron ya sólo pudieron constatar el fallecimiento del hombre.

Las imágenes de la habitación en la que falleció el tailandés han llamado mucho la atención en las redes sociales, especialmente en Facebook. No sólo por la cantidad de botellines de cerveza que había en la estancia, que ascendían a varios cientos, sino por lo cuidadosamente colocados que se encontraban tanto al pie de la cama como alrededor de algunos muebles, dejando el espacio justo para poder subir y bajar a la cama y para ver la televisión situada justo enfrente de ella.