Donostia – Los furibundos ataques que Santiago Abascal lanzó el domingo a la Conferencia Episcopal Española (CEE) después de que esta saliera públicamente en defensa de la comunidad musulmana de Jumilla, a raíz de la moción aprobada por el ayuntamiento de esta localidad murciana para impedir la celebración de ritos islámicos en las instalaciones deportivas municipales, no han quedado sin respuesta. Ayer, varias autoridades eclesiásticas dieron réplica a las acusaciones del dirigente de Vox, que relacionaba la postura de la Iglesia en este asunto a su dependencia de los ingresos públicos y a los casos de pederastia que la tienen “amordazada” frente a las políticas del Gobierno en materia de inmigración. Así, el propio vicepresidente de la CEE y arzobispo de Madrid, José Cobo, recordaba que “la libertad religiosa debe ser acogida y la libertad de culto respaldada”. Más contundente era su homólogo en Tarragona, Joan Planellas, quien advertía a Vox de que “un xenófobo no puede ser un verdadero cristiano”.
En una entrevista concedida ayer a Catalunya Ràdio, Planellas aseguró que la Conferencia Episcopal Española “dijo lo que tenía que decir” en torno a la moción planteada por el PP y aprobada por el consistorio de Jumilla. El arzobispo de Tarragona emplazó a Abascal a consultar qué dice la doctrina de la Iglesia sobre el acogimiento de personas migradas y la dignidad de todos los seres humanos, después de que el líder de Vox asegurara estar “perplejo y entristecido” por la posición de parte de la jerarquía eclesiástica española en materia migratoria, frente “al islamismo extremista que avanza”, y también por “su silencio” ante algunas políticas del Gobierno. Sobre todo ello, Planellas emplazó a Vox a revisar el Concilio Vaticano II y dejó claro que “no hay fisuras” con lo que ha manifestado la CEE en materia migratoria, que es “la posición de la Iglesia sobre el tema”.
“¿Cómo puede ser xenófobo un católico? ¿Cuál es la posición del Evangelio sobre este punto? Hablar de xenofobia y vincularlo al catolicismo sería una cosa completamente fuera de lugar”, manifestó Planellas, que ha recordado que los catalanes son “hijos de la inmigración”.
El arzobispo de Tarragona calificó como “una trampa” la voluntad de Vox de erigirse en defensor de los católicos, remarcando que las tesis de la formación sobre inmigración topan con las de la Iglesia: “Podríamos decir que pueden usar este filón católico, que son procatólicos, pero en definitiva no lo son”. Recordó que “la mayoría de migrantes lo son forzados” por situaciones y causas que les obligan a salir de su tierra, una situación que ha calificado de “muy grave”.
También expresó Planellas su malestar por que el presidente de la CEE, Luis Argüello, se dejara fotografiar junto a Abascal en un acto reciente. “A mí esto me dolió y lo manifesté cuando él hizo unas determinadas declaraciones, y de esto he hablado con él. El presidente de la CEE no actúa a título propio sino en nombre de todos los obispos”, apuntó.
Precisamente Argüello se pronunció ayer sobre el fenómeno migratoria en su cuenta de X. “No es posible abordar el asunto de las migraciones sin abordar simultáneamente sus causas en el conflicto capital-trabajo en la economía y sus consecuencias políticas para organizar la convivencia. Ni capitalismo ni individualismo son la solución. ¡Dignidad humana y bien común!”, señalaba.
Su segundo en la CEE, José Cobo, hacía referencia ayer a lo sucedido en Jumilla. En un texto publicado en Agenda Pública, el también cardenal arzobispo de Madrid recalcaba que “es tiempo de recordar que la libertad religiosa debe ser acogida y la libertad de culto respaldada”, para después añadir que “es aquí donde aparece el Estado para armonizar y facilitar las diferentes expresiones religiosas permitiendo que las personas vivan su fe como un bien para la sociedad”.
Cobo defendió la postura adoptada por la Conferencia Episcopal Española en este asunto, aseverando que “habla desde su legítimo derecho a aportar y explicar su mirada a la sociedad”. Subraya que “la limitación de estos derechos atenta contra los derechos fundamentales de cualquier ser humano, y no afecta solo a un grupo religioso, sino a todas las confesiones religiosas y a los no creyentes”.
El arzobispo cree que “cuando en un municipio hay más de 1.500 nuevos vecinos trabajando e integrándose, el bien común exige crear condiciones para que todos los miembros de la sociedad desarrollen su potencial, respetando libertad y diversidad”.