Diez años del histórico vuelco: cuando Uxue Barkos que mandó a UPN a la oposición
Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E alcanzaron en 2015 una mayoría sin precedentes: la suma de las derechas y del PSN fue insuficiente en Navarra
Este sábado 24 de mayo se cumplieron diez años del mayor vuelco político de la historia en Navarra. Geroa Bai (segunda fuerza con 9 escaños), EH Bildu (8), Podemos (7) e Izquierda-Ezkerra (2) lograron una mayoría tan histórica como ajustada que permitió confeccionar un gobierno de progreso con Uxue Barkos al frente. Fue el fulminante final de la hegemonía de la derecha, que pasó a la oposición tras 19 años de estancia ininterrumpida en el Palacio foral.
Por primera vez desde la transición, la suma de los votos de las derechas (UPN, 15 escaños, y PP, 2) y PSN (7) era intranscendente para la gobernabilidad.
El cambio fue por apenas 100 votos. Los que le faltaron a Ciudadanos para alcanzar el 3% exigido para obtener representación en el Parlamento, que le hubiera proporcionado el escaño para que los dos bloques empataran a 25. De haberlo obtenido, quién sabe si se hubiera forzado una repetición electoral.
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Clamor por el cambio
A las elecciones forales y municipales de aquel 24 de mayo de 2015 se llegó en un contexto de clamorosa demanda de cambio político. El anhelado nuevo ciclo se había abortado en 2007 desde Madrid. Entonces, la dirección del PSOE dinamitó el pacto de gobierno firmado entre PSN, Nafarroa Bai e IUN y obligó a los socialistas que permitieran con su abstención que Miguel Sanz siguiera el frente del Ejecutivo en lo que se conoce como el agostazo.
Aquella imposición provocó la renuncia a la vida política del candidato del PSN, Fernando Puras, y posibilitó el ascenso de Roberto Jiménez, que pasó a ser el nuevo portavoz parlamentario. Un movimiento que terminaría siendo clave para que, tras el fallecimiento de Carlos Chivite solo unos meses después, el propio Jiménez se convirtiera en el secretario general del PSN en junio de 2008.
Con Jiménez a los mandos, el PSN obtuvo en 2011 el que hasta entonces era su peor resultado electoral (9 escaños), pero en menos de un mes formó con UPN el Gobierno del que había renegado durante la campaña electoral. En el fondo, era un pacto que ya estaba escrito desde tres años antes, cuando Sanz rompió la entente que los regionalistas mantenían con el PP desde 1991 convencido de que UPN y PSN tendrían siempre mayoría absoluta para gobernar. Un grave error de cálculo del veterano expresidente.
La pésima gestión de la crisis
El Gobierno de Yolanda Barcina, con Jiménez de vicepresidente, fue un despropósito. Las desavenencias surgieron el mismo día de su presentación pública y la desconfianza se coló en el Ejecutivo cuando a finales de agosto de 2011 Barcina anunció que recuperaba el acuerdo con el PP para acudir en coalición a las generales de noviembre de ese mismo año, en las que Mariano Rajoy rentabilizó la crisis económica para salir victorioso con mayoría absoluta.
Unas semanas antes, el 28 de septiembre, el Gobierno foral protagonizó una de las estampas más penosas y perjudiciales para su propia estabilidad. Anunció un nuevo recorte presupuestario por valor de 190,6 millones de euros para cumplir el objetivo del déficit en una comparecencia con Barcina y todos sus consejeros cabizbajos. Un desacierto que sólo contribuyó a agudizar el pesimismo entre la ciudadanía, precisamente cuando peor se comportaba la recaudación pública.
Los recortes presupuestarios tensionaron todavía más el Gobierno UPN-PSN, que saltó por los aires el 15 de junio de 2012, cuando Barcina cesó a Jiménez.
La lógica política invitaba a pensar que la única salida a esta ruptura era la convocatoria de elecciones anticipadas, pero Barcina decidió atrincherarse en Palacio en minoría parlamentaria, con tres años por delante de legislatura. Otro clamoroso error que desgastó todavía más su modelo de gestión.
Las dietas de Caja Navarra
Para entonces, este grupo editorial, el Grupo Noticias con su diario Noticias de Navarra, ya había destapado el cobro de las dietas ocultas de la Comisión Permanente de Caja Navarra. Un sobresueldo desconocido que permitía a los principales cargos institucionales de Navarra (la presidenta Barcina, el consejero de Economía, Álvaro Miranda; el alcalde de Pamplona, Enrique Maya; y el expresidente Sanz) embolsarse hasta más de cinco mil euros por sesiones de contenido puramente informativo.
Descubierto el pastel, la presión política y social les obligó a renunciar a estas dietas. Una renuncia que Barcina compensó parcialmente subiéndose el sueldo un 33%, hasta los 92.712 euros. Un salario superior al que percibía el presidente Rodríguez Zapatero y más elevado que el que hoy tiene María Chivite (82.975 euros).
La deriva de Caja Navarra, absorbida en 2012 por CaixaBank, también pasó factura al último Ejecutivo de UPN. Sirva de ejemplo que en febrero de 2013 miles de personas salieron a la calle en Pamplona, convocadas por Kontuz, para exigir una “investigación pública” sobre la gestión y desaparición de la entidad navarra.
El desgaste del Gobierno de UPN, que perdía las principales votaciones parlamentarias ante una oposición que le marcaba el paso, era tremendo. Y aún se debilitó más cuando la directora de Hacienda, Idoia Nieves, denunció injerencias de la consejera de Economía y Hacienda, Lourdes Goicoechea, lo que precipitó que se constituyera una comisión de investigación en el Parlamento a principios de 2014. El PSN amagó con liderar una moción de censura contra Barcina, pero finalmente se echó para atrás.
Asoma Podemos
El descontento social crecía tanto en el Estado como en Navarra. Los efectos de la crisis económica todavía se sentían y las elecciones europeas de 2014 fueron un buen termómetro para pulsar cómo estaba el tablero político a falta de un año para los comicios forales. UPN, en clara tendencia a la baja, optó por ponerse de perfil y no concurrió, aunque dio a entender su apoyo a la lista del PP, que fue la candidatura más votada pero con un 25%, casi un 17% menos de lo que ambas siglas tenían en el Parlamento. EH Bildu fue segunda con el 20%, (un 7% más) y el PSN también cedió mucho terreno al quedarse en el (14%, menos de la mitad de lo conseguido en las europeas de 2009).
La gran sorpresa fue el estreno de Podemos, el nuevo partido de Pablo Iglesias que, sin disponer de estructura en Navarra, logró 20.314 votos (el 9,3%) que casi igualaron los 20.680 (9,5%) de Izquierda-Ezkerra.
El cambio también se extendió por los principales ayuntamientos de Navarra
La irrupción de Geroa Bai
Si importante fue para el cambio la irrupción de Podemos, todavía lo fue más la de Geroa Bai. La coalición que lidera Uxue Barkos no solo resistió a la descomposición de Nafarroa Bai, sino que había conseguido un disputado escaño en las generales de 2011 que le dio el impulso suficiente para ser en 2015 la fuerza más votada de las cuatro que forjaron el cambio. Y eso que le tocó nadar a contracorriente. Hay que recordar que en mayo de 2011 ese espacio, todavía con la sigla de NaBai, había acogido a Aralar, PNV e independientes, una vez que Batzarre se había coaligado con IUN, al tiempo que EA había unido su destino al de la antigua Batasuna en Bildu. Pero con el final de ETA, en octubre, Aralar se unió de facto a Bildu, se quedó con seis de los ocho escaños conseguidos y dejó a los otros dos parlamentarios de NaBai (Manu Ayerdi y Patxi Leuza) como no adscritos con la legislatura recién iniciada.
En este adverso escenario, ya con Barkos como cabeza de lista, Geroa Bai obtuvo los mencionados nueve escaños que le permitieron liderar el primer y único Gobierno foral de la historia sin UPN ni PSN.
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