Poco tendrá que ver el plácido congreso que permitió al expresident Carles Puigdemont volver a situarse al frente de Junts con el que le espera al que fue su vicepresidente, Oriol Junqueras, el candidato con más opciones para liderar ERC, una posición que ya ocupó entre 2011 y hasta el pasado junio.

Junts dio por finalizado el pasado fin de semana el ciclo de Laura Borràs, que cedió sin mostrar oposición la presidencia del partido a Puigdemont en un movimiento que certificó que el reelegido secretario general, Jordi Turull, ha logrado imponerse en el pulso interno mantenido en los últimos tres años.

ERC enfila, por contra, un mes –o mes y medio– de alto voltaje: con una guerra interna en curso que ya no se disimula, Junqueras pretende recuperar la presidencia de la organización, si bien enfrente tendrá a Xavier Godàs, el líder de una candidatura -bendecida por la todavía secretaria general, Marta Rovira- que sostiene que deben dejarse atrás los liderazgos del procés.

El congreso de ERC determinará si vuelven a pilotar el independentismo los dos principales protagonistas de 2017 o si solo uno de ellos sigue en pie. Han mostrado su interés en participar en la contienda de ERC cuatro listas: Militància Decidim (Junqueras), Nova Esquerra Nacional (Godàs), Foc Nou (su candidata es Helena Solà) y Recuperem ERC (Xavier Martínez). Estas precandidaturas tienen hasta el 15 de este mes para presentar los avales requeridos –unos 400, equivalentes al 5% del censo–. Será dos semanas más tarde, el 30 de noviembre, cuando los algo más de 8.000 militantes podrán votar su candidatura preferida.

Si ese día alguna de las opciones supera el 50% de los apoyos la partida se habrá acabado. En caso contrario, el 14 de diciembre tendrá lugar la segunda vuelta, con la posibilidad de que las candidaturas pacten entre sí y modifiquen parcialmente sus listas.

El vicepresidente del Govern cesado por el 155 impulsado por Rajoy ha liderado ERC durante 13 años, pero defiende que todavía le queda cuerda y que hasta ahora no ha tenido opciones reales de demostrar su potencial electoral. Primero, al presentarse en 2015 como número dos de Artur Mas en la coalición Junts pel Sí y no como aspirante a la presidencia de la Generalitat; después, por su encarcelamiento en 2017, posterior condena y todavía vigente inhabilitación para cargo público –pese al indulto, que fue parcial, y al no habérsele aplicado la amnistía–.

Junqueras se presenta como remedio para revertir un ciclo electoral nefasto del que no se siente responsable, pese a haber ostentado durante este periodo la presidencia del partido: deja caer que no han contado lo suficiente con él ni el hasta agosto jefe del ejecutivo catalán, Pere Aragonès, ni la propia Rovira, que se hizo cargo del día a día de ERC desde Ginebra (Suiza) mientras Junqueras permanecía en prisión.

Godàs y el hiperliderazgo

Precisamente Aragonès y Rovira abandonarán la primera línea política tras este congreso porque sostienen que debe darse paso a caras nuevas. Es por ello que apoyan a Godàs, que plantea, además, un cambio organizativo relevante: que no sea quien preside el partido quien opte a la presidencia de la Generalitat, un esquema ya adoptado, por circunstancias forzadas, por Junqueras y Aragonès.

Godàs se ha rodeado de dirigentes como Alba Camps, Raquel Sans y Teresa Jordà para ofrecer como alternativa al “hiperliderazgo” de Junqueras un “equipo coral” en el que las decisiones trascendentes sean más compartidas.

Los de Junqueras destacan que a Godàs le apoyan varios cargos del último Govern y buena parte de la ejecutiva saliente de ERC: una “aristocracia” del partido que contraponen a los militantes de base, que sí estarían de parte del expresidente (”No dejaremos que nos den lecciones quienes nunca han colgado un cartel”, dijo el día que presentó su candidatura).