El anuncio esta semana pasada del Gobierno presidido por Pedro Sánchez de la designación del ministro de Transformación Digital José Luis Escrivá como el próximo gobernador del Banco de España ha desatado una cascada de reacciones críticas en un amplio espectro del arco parlamentario y político. El nombramiento ha servido de pasto para denunciar lo que desde algunos sectores tachan de un nuevo “dedazo” y desde otros ámbitos no dudan en referirse a este episodio como de “puertas giratorias” del presidente español, al colocar a sus alfiles en puestos de muy alta responsabilidad. El nombramiento, impuesto por el presidente del Gobierno español ante la negativa del PP, supone la enésima entrega de un episodio de designación a dedo, que a ningún responsable político parece gustar, pero que se mantiene gobierno tras gobierno.
El caso de Escrivá es el más reciente, pero un vistazo a la hemeroteca de los siete años de mandato acumulados por Sánchez revela que no es una práctica excepcional, sino que la colocación a dedo de exministros y expolíticos en puestos clave de la Administración Pública es moneda corriente. También ha sido un buen trampolín para recalar en los consejos de administración de grandes empresas, especialmente en sectores regulados, donde el negocio depende en gran medida de decisiones políticas (energía, telecomunicaciones, defensa, banca...).
Escrivá durmió como ministro y, sin solución de continuidad, despertó como gobernador del Banco de España. Sánchez justificó el nombramiento en la excelente capacidad, currículum y trayectoria del ya exministro para un puesto de tanta entidad e importancia. Apenas se han oído voces poniendo en duda esta afirmación. Las objeciones guardan relación con la independencia que se le supone a su nuevo cargo, ya que el gobernador tendrá que evaluar y valorar la política económica y fiscalizar las políticas públicas del Gobierno español.
Escrivá llenará el hueco vacío que dejó Pablo Hernández de Cos a los mandos del supervisor bancario español. El anterior gobernador, al que el Gobierno español llegó a llamar “impresentable”, llegó a llevar la contraria en varias ocasiones a la política económica del Gobierno. Algunos de esos encontronazos dialécticos los tuvo precisamente con quien va a ser su sucesor, en su etapa de ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. El más sonado de todos se produjo a raíz de la reforma de las pensiones, la medida estrella de su departamento cuando fue ministro. En 2022, el supervisor bancario cuestionó en su informe anual las cifras de la primera pata de la reforma, la que vinculaba la revalorización de las mismas al IPC.
Su amplia trayectoria como ministro de Sánchez y su afinidad con él ponen muy difícil a Escrivá una enmienda a las políticas económicas de su mentor. En todo caso, el salto del Consejo de Ministros al banco central no es una práctica excepcional en la eurozona, ni siquiera en el Estado español. Luis de Guindos, ministro de Economía en el Gobierno del PP de Rajoy, dejó la cartera para ser vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). Le precedió la presidenta de la institución, Christine Lagarde, que previamente había sido ministra del Gobierno de Nicolas Sarkozy, en Francia.
DELGADO, DE MINISTRA A FISCAL
Es la primera vez desde la transición a la democracia (aunque sí hay un precedente de un secretario de Estado) en que un ministro pasa directamente de sentarse en el Consejo de Ministros al sillón de gobernador del Banco de España. Con Escrivá, casi una tercera parte de los miembros del consejo de gobierno del BCE, que forman los gobernadores de cada banco central de cada país del euro, contará con pasado en sus Ejecutivos correspondientes. A De Guindos y Lagarde se unen los gobernadores de los bancos centrales de Austria, Grecia, Portugal y Finlandia.
En sus siete años de inquilino en Moncloa, Sánchez ha formado gobiernos muy amplios, con muchas ministras y ministros en su gabinete, siempre por encima de la veintena de carteras. No le ha temblado el pulso a la hora de hacer crisis o remodelaciones de gobierno durante la legislatura, con el objetivo de tomar la iniciativa y lanzar mensajes de fortaleza de su gobierno. El último cambio ha tenido como protagonista a Escrivá y la próxima, en fechas no muy lejanas, será la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, que aterrizará en la nueva Comisión Europea. La lista de ministros colocados por Sánchez en algunas de las instituciones más relevantes del Estado es larga.
Escrivá compite con Dolores Delgado, que pasó del Ministerio de Justicia a ser la fiscal general del Estado, en nombramientos de dudosa independencia. Pese a que la autonomía funcional e imparcialidad son consustanciales a la función del Ministerio Fiscal, el nuevo Gobierno surgido de las elecciones celebradas el 10 de noviembre del año 2019 propuso a Delgado como Fiscal General del Estado.
Su apariencia de vinculación con el Poder Ejecutivo era inevitable y, por tanto, estaba en cuestión la propia percepción de la independencia que ha de exigirse al Fiscal General del Estado. Tuvo que renunciar en 2022 y el posterior fiscal, Álvaro García Ortiz, la ascendió a fiscal de sala, pero el Tribunal Supremo anuló el nombramiento por entender que había incurrido en una “desviación de poder”.
CALVO Y CELAÁ
Junto con el de la economía, el de la justicia ha sido uno de los ámbitos en el que más responsables del gobierno han sido luego recolocados en otras instancias de mucho poder. Juan Carlos Campo, exministro de Justicia, pasó a ser magistrado del Tribunal Constitucional. Laura Díez, exdirectora general del Ministerio de Presidencia también ingresó como magistrada del Tribunal Constitucional.
En la lista de recolocados por Sánchez figuran con luz propia las exministras estrella de su primer gabinete Carmen Calvo e Isabel Celaá. La primera fue vicepresidenta primera del Gobierno entre 2018 y 2021 y fue persona de la máxima confianza del jefe del Ejecutivo. El pasado mes de febrero fue nombrada presidenta del Consejo de Estado. Por su parte, Celaá, tras su paso como ministra de Educación, es embajadora de España ante el Vaticano.
ICETA Y TEZANOS
También aparece el nombre de Miquel Iceta, que pasó de ser ministro de Cultura a su actual cargo de Delegado Permanente de España en la Unesco, mientras que el exministro de Industria Héctor Gómez es el titular de la embajada permanente de España ante las Naciones Unidas, Carmen Montó, exministra de Sanidad, ostenta también una embajada, en este caso la Observadora Permanente del Reino de España ante la Organización de los Estados Americanos. Por su parte, el exministro de Cultura José Manuel Rodríguez Uribes saltó a la presidencia del Consejo Superior de Deportes. El de José Félix Tezanos ha sido uno de los nombramientos más polémicos de Sánchez. El exsecretario de Estudios y Programas del PSOE, partido al que está afiliado, fue nombrado presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y desde que está al frente de este organismo ha sido objeto de críticas por todos los lados por supuesto sesgo a favor de su partido. –
Empresas
- Paradores e Hispasat. Sánchez también ha colocado a altos cargos y ministros en puestos importantes de empresas públicas y privadas. Destacan Raquel Sánchez, exministra de Transportes y ahora es presidenta de Paradores; y Pedro Duque, que pasó de ministro de Ciencia a presidir Hispasat.
- El caso de Garzón Tras aceptar incorporarse a la consultora Acento como director de prospectiva geopolítica, el exministro de Consumo y Comercio renunció al puesto ante el revuelo político y mediático que suscitó el caso.