A Mikel Zabalza la Guardia Civil lo detiene el 26 de noviembre de 1985 en Donostia. Oficialmente en una operación contra ETA y en el marco de la Ley Antiterrorista. Al día siguiente se hace pública su desaparición. Según la versión oficial, ha escapado lanzándose al río Bidasoa cuando este se disponía a indicar a varios guardias civiles la localización de un zulo. No sabía nadar. “Busque en objetos perdidos”, le dijeron a su madre.
20 días después de su desaparición Zabalza aparece flotando en el río. Lo hace ante una patrulla de la Guardia Civil y en una zona que tan solo unas jornadas antes había sido rastreada por la Cruz Roja. Pese a las contradicciones del caso, los testimonios de tortura de quienes habían sido detenidos junto a Zabalza y los indicios claro que apuntaban al cuartel de Intxaurrondo, la investigación no llega a juicio.
Tampoco lo hizo cuando apareció la grabación en la que un capitán de la Guardia Civil admite que “se les ha ido la mano en el interrogatorio”. Durante casi 40 años la desidia judicial y los secretos oficiales han impedido una condena que, a su vez, ha negado a Zabalza la condición de víctima. Sus responsables, promocionados hasta lo más alto de la Guardia Civil, se han jubilado sin reproche alguno.
Satisfacción en la familia
El reconocimiento oficial como víctima es por ello “muy positivo” para la familia. No tanto por el hecho en sí –Zabalza ya fue reconocido como víctima por el Gobierno vasco– sino porque “supone reconocer por parte del Gobierno de Navarra que el Estado y las fuerzas policiales han producido víctimas”. “Es una gran noticia y un paso adelante”, celebró ayer Idoia Zabalza, hermana.
En cualquier caso, esta reconocimiento “no es un punto final” para la familia, que lamenta que haya empezado “por el final”. “Tenemos el reconocimiento. Y aunque es un paso adelante, porque el Gobierno admite que todo lo que hemos denunciado era verdad, seguimos muy lejos de tener justicia y tampoco tenemos una verdad completa”, argumenta Zabalza, que considera que ahora están “más legitimados” para reivindicar la memoria. “No solo para nuestro caso. Nos gustaría que todas víctimas que han sufrido una vulneración de los derechos humanos en Navarra tengan también su reconocimiento”, reclamó.