Dos hechos relevantes se han solapado estos días. Por un lado, en Navarra, la aprobación del anteproyecto de presupuestos. Un proyecto expansivo que sigue la senda de los años anteriores y que apunta a un nuevo acuerdo presupuestario de la mayoría progresista. Y por otro, en Madrid, la convalidación de los tres decretos aprobados a finales del pasado año por el Gobierno de España, que han salido adelante tras una tortuosa tramitación parlamentaria que invita al Gobierno de Sánchez a hacer una seria autocrítica.

En Navarra el Gobierno continúa por la senda de la legislatura anterior. No hay grandes novedades en las cuentas de este año más allá de que aumentan el gasto un 11,4%, empujadas por la inflación y los gastos generales, que siguen subiendo, entre otros el gasto de personal. Y aunque no todo se arregla con más dinero, los nuevos fondos pueden facilitar la gestión de algunas áreas que siguen teniendo carencias importantes.

La situación sanitaria, prioridad y principal reto del Gobierno de Navarra para los próximos meses, es un buen ejemplo. El gasto en Salud sube un 10% entre otras cuestiones para atender la reducción de las listas de espera y la Atención Primaria. Pero será necesario mucho más que un presupuesto para arreglar problemas estructurales que han vuelto a quedar en evidencia durante las últimas navidades. Fernando Domínguez parece tener claro cuál es el camino, pero hará falta tiempo para ver los resultados.

Las cuentas volverán a salir adelante con el apoyo de EH Bildu, que ha introducido ya algunas partidas en el proyecto del Gobierno de Navarra por valor de diez millones. Quedan algunos flecos todavía para oficializar el acuerdo. Fundamentalmente en lo que se refiere a los compromisos políticos que suelen acompañar el pacto presupuestario. EH Bildu aspira a un acuerdo global que tenga mirada de legislatura y que incluya a la formación soberanista de forma definitiva en el bloque de la gobernabilidad. Pero eso no acaba de convencer al PSN, que tras la moción de censura prefiere marcar algunas distancias con la izquierda abertzale.

No se esperan sin embargo sorpresas y los presupuestos saldrán adelante el próximo 7 de marzo. Porque hay voluntad de acuerdo y porque en la ecuación entra también el Ayuntamiento de Pamplona, donde Joseba Asiron necesita el apoyo de los socialistas. La moción de censura ha supuesto un reequilibrio en la relación entre EH Bildu y el PSN, y está por ver cómo gestionan esta nueva cohabitación.

Sánchez, el funambulista

Entre tanto, el Gobierno de Sánchez salvaba sus decretos tras una difícil sesión en el Senado. La primera votación importante de la legislatura en Madrid ha puesto en evidencia la debilidad del Ejecutivo central, que tiene una mayoría clara pero no va a ser fácil de gestionar. Y ha servido para recordar que aprobar las reformas por la vía de los decretos, en los que se incluye un poco de todo y se ofrecen a los socios a modo de chantaje emocional vinculado a los sectores vulnerables, como los pensionistas o los parados, es una mala estrategia.

No les falta razón ni a Junts ni a Podemos, los dos partidos que han plantado más cara esta semana reivindicando el valor de sus votos. Más allá de las motivaciones que les han podido llevar a una posición de fuerza –Junts trata de desmarcarse de ERC y Podemos está en plena guerra fratricida con Sumar, que no se va a solventar hasta las elecciones europeas–, el apoyo gratuito para que no gobierne la extrema derecha no puede ser un argumento permanente. Puede servir para la investidura, pero no para la gobernabilidad.

Primero porque la apelación constante al miedo es injusta con una mayoría plural que hasta ahora siempre ha sido leal al Gobierno, pero que hará valer sus votos si cada votación se convierte en un cara o cruz. Y segundo porque abusar del comodín de la ultraderecha puede acabar por desgastarlo, ante sus socios y también ante la propia población.

En todo caso, la polémica no deja de ser un primer aviso en este inicio de mandato, al que todavía le queda largo recorrido. No corre peligro Sánchez, pero se puede acabar tropezando algún día si sigue por este camino. Dice la ministra de Hacienda que han entendido la situación y que la tramitación presupuestaria será diferente. Más le vale. Incluso a un funambulista como Sánchez se le puede acabar la suerte algún día.