Ir a arrancar el coche y descubrir que el motor no se pone en marcha, sino que se escucha un claqueteo y parpadean las luces del cuadro de instrumentos es una avería común y lo habitual es que sea cuestión de la batería. A veces tiene que ver con que esta pieza tan importante ya está llegando al final de su vida útil, pero en otros casos puede deberse a haberse dejado las luces encendidas o los intermitentes puestos al aparcar (los coches modernos se apagan automáticamente), o a otro hecho puntual. Y necesitaremos una ayuda externa para arrancar, porque la batería es la que alimenta el motor de arranque, que se encarga de poner en marcha el motor.
Asistencia en carretera
Ante esa circunstancia, la primera opción es llamar a la asistencia en carretera de nuestro seguro. Casi todas las pólizas la tienen en su cobertura, aunque los seguros a terceros más básicos pueden no incluirla porque no es obligatoria. En caso de tenerla, puede venir una grúa, auxiliarnos con unas pinzas y dejarnos con el coche en marcha, con la recomendación de circular durante un mínimo 30 minutos para que se cargue la batería y no se repita la incidencia.
Conectar pinzas a otro coche
Nos podemos ahorrar ese paso (y la espera) si contamos con un juego de pinzas y encontramos a un conductor solidario que se preste a conectarlas a su batería para trasvasarnos energía. Hay que situar los vehículos cerca y en un lugar seguro y colocar las pinzas en un orden concreto: primero conectar el cable rojo al borne positivo de la batería del coche que nos va a ayudar y a continuación el otro extremo rojo al positivo de nuestro vehículo. Después lo mismo con el negro y los bornes negativos.
Entonces arrancamos el vehículo que nos va a dar la energía y unos dos minutos después, el nuestro. Si arranca a la primera se deben desconectar los cables en el orden inverso de como los hemos colocado. Si no, no debemos insistir más de 10 segundos para evitar que se sobrecaliente el circuito, ya que podría tratarse de una avería en el alternador. Si ha arrancado, hay que circular un buen rato para que la batería se cargue.
Usar un arrancador
Si no tenemos pinzas ni nadie que nos las preste existen otras soluciones. La primera es recurrir a un arrancador o booster, un dispositivo portátil que cuenta con la energía necesaria para arrancar el coche al momento. Los hay de diferentes tamaños y capacidades, y por tanto de precios, que oscilan entre 20 y 300 euros. Según explica el RACE, hay unas pocas marcas que no lo recomiendan, porque el pico de tensión que genera puede dañar alguna centralita, pero los fabricantes aseguran que están diseñados para que eso no suceda. Ante la duda lo mejor es consultar el manual de usuario del coche.
¿Arrancar a empujón?
En el caso de no disponer ni de pinzas ni de arrancador nos queda el clásico método del empujón, ese en el que el coche se coloca preferiblemente cuesta abajo para que, mientras una persona empuja el vehículo por detrás, el conductor arranque en segunda marcha aprovechando la velocidad alcanzada.
Pero ojo, esto se hacía con los coches manuales de antes del año 2000; con los automáticos o híbridos esta acción es imposible porque hay que pisar el pedal del freno para arrancar, y hacerlo con los manuales modernos es, para el RACE, “una temeridad”, porque al arrancar a empujón una parte del carburante no se quema y va directamente al catalizador, una pieza muy cara que puede sufrir una avería muy grave en este proceso.
La cuerda no es aconsejable
En internet hay vídeos de gente arrancando el coche con una cuerda, pero es un método difícil, peligroso, que no siempre funciona y sólo vale si es de cambio manual. Hay que levantar el coche con un gato, rodear un neumático con una cuerda resistente, poner la llave de contacto, colocar segunda marcha y dar un fuerte tirón a la cuerda en el sentido de giro de la rueda.