Más de 500 personas, gente de diferentes ideologías, vecinos de la misma localidad, conocidos de vista en su mayoría, llevan ocho años “desnudándose emocionalmente” los unos con los otros, tejiendo lazos, tratando de curar las heridas y entender el impacto que tuvo el conflicto vasco sobre cada uno de ellos y lo que les rodea. El objetivo es “avanzar en la convivencia democrática” y “deshacer el nudo” que aún hoy pesa y dicta silencio en las calles de Euskadi, pese a la desaparición de ETA hace ya doce años.  

Ekaitz Goikoetxea, beasaindarra de 43 años; y Mari Karmen Ormazabal, lasartearra de 46, cuentan a NOTICIAS DE GIPUZKOA su experiencia en los grupos de trabajo ciudadanos que se formaron con voluntarios en 28 municipios del territorio, en el contexto de la iniciativa Bizikidetza Lantzen, auspiciada por la Diputación de Gipuzkoa. El Ejecutivo foral ha elaborado, con motivo del Día de la Memoria (10 de noviembre), un informe con las lecciones extraídas desde los inicios de este programa en 2012, tras el anuncio en 2011 por parte de ETA del cese definitivo de la violencia.

Beasain: ¿qué piensas de mí 15 años después?

En Beasain nos espera Ekaitz Goikoetxea, profesor de euskera en el instituto Txindoki, bertsozale por encima de todo y bertsolari que sufrió una especie de “boicot” por pronunciarse sin reparos: siempre en contra de la vulneración de los derechos humanos. Allí donde se produjeran. En contra de los atentados de ETA, de los GAL, de las torturas, de la dispersión de presos, etcétera. 

Durante las concentraciones de Gesto por la Paz, los lunes, durante quince minutos, Ekaitz solía aprovechar aquel “silencio” para reflexionar. Después de cada asesinato, secuestro, se preguntaba “qué pensarían de ello las personas que pasaban frente a mí. Cómo me verían. Y qué pensarían de lo que había sucedido”, rememora.  

Ekaitz reconoce que el hecho de no poder etiquetarle, ha generado “tensión” e “incomodidad” en mucha gente a su alrededor. Asegura que nunca ha estado alineado con ningún partido político, pero su vida ha sido una constante denuncia contra la vulneración de todo tipo de derechos humanos. Un día estaba en una manifestación y al día siguiente en otra, pero sin nadie de los que le acompañaban el día anterior.

Goikoetxea es conocido por abrir un certamen de bertsos, en un abarrotado Usurbe Antzokia de Beasain, cantando contra la injusticia del asesinato del concejal socialista Isaías Carrasco unas horas antes en Arrasate. Su canto aquel 7 de marzo de 2008 provocó un silencio inquietante en la sala.  

“¿Qué pasa, que podemos convivir pero aparcando algunos temas? Eso no es una convivencia real”

Ekaitz Goikoetxea - Vecino de Beasain

Pero su trayectoria en el bertsolarismo, no empezó ahí. “Esa es una más. Yo, cuando mataron a Miguel Ángel Blanco (julio de 1997), tenía un bertso saio al día siguiente y me negué a ir. Se suspendió todo, menos eso. Y yo creía que no había motivo para celebrarlo. Yo tenía 17 o 18 años en aquel momento. Y desde entonces, en sesiones de ese pueblo y alrededores, no volví a participar. Dejaron de llamarme, pese a que había ganado tres txapelas de Euskal Herria con 15 o 16 años”, recuerda. 

Tú no eres de los nuestros. No vas a cantar, me dijeron una vez. Y efectivamente. No cantas. Pero al menos me lo decían, porque yo siempre digo: yo no he cantado en el Arrano de Beasain, pero en el Batzoki tampoco. Los dos saben que hay una discriminación hacia mí. Unos me lo dicen, pero otros, no sé si puedo esperar más de ellos, no. Y no sé cuál es más dolorosa. Seguramente la segunda”, lamenta Goikoetxea. 

“Cuando yo también condeno la violencia de ETA, y recalco: también. Muchos se acuerdan de eso y no se acordaban de todas las veces que he cantado en favor de los derechos de los presos y contra la dispersión: en el 90% de las veces. Y a posteriori, después de 20 años, lo que decíamos era que había una injusticia y enviar un abrazo a la familia. Fíjate, eso era lo que reivindicábamos”.  

Yo valoro mucho la libertad, pero algunas decisiones traen consecuencias”, admite; y hoy, “en frío”, tiene claro que le privaron de disfrutar de “algo que era mi vida, lo que más amaba, los bertsos. Y con el paso del tiempo me da más qué pensar”.  

Ekaitz Goikoetxea Javier Colmenero

Hoy, reconoce, “ha pasado el tiempo y por suerte estamos en otro contexto”, pero se pregunta si no es una prioridad la convivencia, y si “evitar hablar de cosas es señal de buena convivencia. ¿O podemos convivir, pero aparcando algunos temas? Eso no es una convivencia real”, señala. 

Ekaitz ya tenía una sensibilidad especial desde niño. Reconoce que la heredó de su aita, amigo de Yoyes. Recuerda la tensión que se vivió en la manifestación convocada en Ordizia por los amigos de la malograda Dolores González Katarain, asesinada por ETA en septiembre de 1986. “Tengo el recuerdo de cómo estuvimos allí, y qué tensión se respiraba, y luego, hasta que ETA dejó las armas, toda la vida casi en concentraciones, manifestaciones e iniciativas”. 

Fue su aita, también implicado con Gesto por la Paz, el primero en engancharse al programa Bizikidetza Lantzen en Beasain. Ekaitz trabajaba por aquel entonces como profesor en Navarra y vivía con “envidia” lo que su padre le trasladada de aquellos encuentros: “Estaba entusiasmado”. Asegura que ni su padre ni él se han alineado nunca con un partido político, pero siempre han sido “muy sensibles a cualquier vulneración de los derechos humanos”. 

El grupo ciudadano se reúne una vez al mes, desde octubre hasta junio, en él tratan de impulsar herramientas que trabajen la “empatía y la sensibilidad” en las aulas, y más adelante sirvan de base para abordar el conflicto vasco y analizar “el dolor, el sufrimiento, desde diferentes ángulos, y ponerse en el lugar del otro”. 

“Me parece que aún cuesta mucho hablar de esto. Más que miedo es incomodidad seguramente, porque ya han pasado doce años del fin de ETA y por suerte vivimos mucho más tranquilos, pero evitamos ese tema y lo que se calla, al final sale. El que se calle, no significa que la situación se haya superado”, reflexiona.  

Cree que es “importante escuchar, al menos”. Llegar a “entender el daño ajeno o la vivencia y para eso necesitas momentos, espacios y sitios, y uno de esos es Bizikidetza Lantzen”, asegura Goikoetxea, para quien el conflicto vasco “no está superado. Yo querría que hablemos, porque no hacerlo es un déficit y es una señal de algo. Hablamos de otras cosas, de Palestina, por ejemplo, ¿por qué no de esto?, ¿qué pasa?

Fotos a Mari Karmen Ormazabal participante en la iniciativa Bizi Arnaitz Rubio

Lasarte-Oria: "Sin vencedores, ni vencidos" 

Lasarteko Bizikidetza Taldea recibió el premio Froilán Elespe en marzo de 2019 de manos de la familia del concejal socialista y teniente de alcalde asesinado por ETA en 2001. Para Mari Karmen Ormazabal fue un momento importante. La foto que se hacía para los medios entonces con sus compañeros de charlas, aquel grupo en el que se había “desnudado emocionalmente” y con el que aparentemente no pegaba, suponía una sorpresa para muchos, que entonces comprendieron la naturaleza de aquellas “reuniones raras” y misteriosas a las que su amiga acudía con cierta regularidad desde hacía un tiempo.  

Ormazabal trabaja actualmente en el laboratorio de Anatomía del Hospital Universitario de Donostia, con un contrato “temporal” que concluye “a finales de enero”, y es la actual presidenta de Ttakun Euskera Elkartea de Lasarte-Oria, donde ha desempeñado diferentes funciones desde los 20 años, como monitora y trabajadora. No se considera vinculada a la política, pero sí “salsera” y afirma que de esta iniciativa le gustó que “era una cosa ciudadana, con autonomía total” y desvinculada de la política.  

Ormazabal no llegó muy convencida a las primeras reuniones. El cebo se lo puso su amigo y exalcalde Pablo Barrio. Y picó. “Poco a poco fuimos acertando qué hacer y qué no”, reconoce. Pero lo “verdaderamente enriquecedor del grupo”, dice, era estar con personas de diferentes ideologías.

“Hace 30 años no se podía hablar, pero hoy sí y la gente lo necesita; vamos a crear esas situaciones”

Mari Karmen Ormazabal - Vecina de Lasarte-Oria

“Había tensión al principio” en las reuniones, pero también “ganas de resolverlo” en el siguiente encuentro: “Creamos nuestro propio código ético. Fue complicado, no te digo que se discutieron hasta los puntos y las comas, pero llegamos a un acuerdo que creíamos necesario cumplir para que otra vez no suceda este conflicto”. 

Para ellos, son siete las víctimas de este conflicto en el pueblo, “seis más uno”, porque una no está reconocida oficialmente, “pero sí para nosotros. No están sólo las víctimas de ETA. Nosotros no somos de vencedores y vencidos, hay unos hechos, y nos da igual si era de ETA. Vamos a poner encima de la mesa todo lo que ha pasado, porque si no, no se va a hacer justicia, ni va a haber reparación. Nosotros por lo menos lo vemos así, que en todas esas casas falta una persona”.  

Fueron capaces de reunir a familiares de todas las víctimas del pueblo con motivo de una exposición. Hubo gente a la que no le gustó que pusiéramos a todos al mismo nivel, pero para nosotros toda son personas que han matado de forma injusta”, reconoce. 

Mari cree que es importante continuar abriendo espacios de diálogo como este grupo de Bizikidetza Lantzen, porque aunque “el conflicto ha terminado, el nudo no se ha soltado y hay que hacer algo. Vamos a provocar esas situaciones. Hace 30 años de muchas cosas no se podía hablar, pero hoy en día sí se puede y la gente lo necesita. Es importante dar a conocer lo que ha pasado para que no se repita.