Se cumplen 30 años desde que un 1 de noviembre de 1993 entró en vigor el Tratado de Maastricht por el que se creaba oficialmente la Unión Europea. El proyecto común europeo llevaba ya rodando desde el Tratado de Roma, fundacional de la Comunidad Económica Europea de 1957, pero en esta ciudad holandesa se completó el entramado político-jurídico europeo, añadiendo al pilar económico, dos nuevos pilares del edificio institucional: el pilar exterior y de seguridad y el pilar de asuntos de justicia e interior. De esta forma quedaba consolidada una nueva superestructura que, con penas y glorias, a trancas y barrancas, nos ha llevado hasta aquí. Además, se da la circunstancia de que Maastricht es el primer Tratado europeo en el participó España y de su mano se aprobaron buena parte de las reformas del acuerdo final.

Nace la unión europea

El Tratado de la Unión Europea, firmado en Maastricht el 7 de febrero de 1992, entró en vigor el 1 de noviembre de 1993. Al instaurar una Unión Europea, el Tratado supuso una nueva etapa en el proceso de creación de “una unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa”. La Unión Europea se fundó sobre la base de las Comunidades Europeas, completadas con las políticas y formas de cooperación establecidas por el Tratado de la Unión Europea (TUE). La Unión disponía de un marco institucional único, compuesto por el Consejo, el Parlamento Europeo, la Comisión Europea, el Tribunal de Justicia y el Tribunal de Cuentas, que, al ser en aquel entonces las únicas instituciones de la Unión en sentido estricto, ejercían sus competencias de conformidad con lo dispuesto en los Tratados. El Tratado estableció asimismo un Comité Económico y Social y un Comité de las Regiones, ambos con funciones consultivas. De conformidad con el procedimiento dispuesto en el Tratado, se crearon un Sistema Europeo de Bancos Centrales y un Banco Central Europeo, que completaron la lista de instituciones financieras, sumándose a las ya existentes: el Banco y el Fondo Europeo de Inversiones.

Competencias de la UE

El Tratado de Maastricht confirió ciertas competencias a la Unión creada por el mismo, las cuales se clasifican en tres grandes grupos conocidos comúnmente como “pilares”: el primer pilar estaba formado por las Comunidades Europeas y proporcionaba un marco que permitía a las instituciones comunitarias ejercer, en los ámbitos regulados por el Tratado, las competencias que habían sido objeto de una transferencia de soberanía por parte de los Estados miembros; el segundo pilar estaba formado por la política exterior y de seguridad común prevista en el título V del Tratado; el tercer pilar estaba constituido por la cooperación en los ámbitos de la justicia y los asuntos de interior prevista en el título VI del Tratado. Las disposiciones de los títulos V y VI establecían una cooperación de carácter intergubernamental que se servía de las instituciones comunes y estaba dotada de algunos elementos supranacionales, en particular la asociación de la Comisión Europea y la consulta del Parlamento Europeo.

Aportación española

Maastricht fue un Tratado sumamente importante por varias razones. La primera porque creó la UE, superando la noción de la Comunidad Europea economicista y comercial. Ya no era solo la Europa de los mercaderes. Para España fue una oportunidad dorada, la primera vez que podía modificar y enriquecer el Tratado de Roma, en el que no estuvimos por ser una dictadura. España fue el país que más propuestas presentó, 16 (15 en la Unión Política y 1 en la UEM). Concretamente, se le debe a propuestas españolas el Fondo de cohesión estatal que financiaba infraestructuras del transporte, energía y telecomunicaciones y el medio ambiente, a los países que tuvieran una renta per cápita inferior al 90% de la renta media de la Unión, medida en paridad de poder de compra. La “Ciudadanía de la Unión”, que concedía el derecho de libre circulación, de residencia, la protección diplomática y consular en el exterior y la participación, activa y pasiva, en las elecciones locales y al Parlamento Europeo, para todos los ciudadanos de la UE sin distinción alguna. La salud pública que permitió a la Unión posteriormente lanzar sucesivamente planes de salud con cientos de medidas, crear redes de especialistas y adoptar decisiones, factores todos ellos que decisivos ante la pandemia del covid. Presentó la política de redes transeuropeas. Y creó con Alemania el Comité de Regiones, de carácter consultivo que permitió a nuestras regiones hacerse oír en Europa.