Nadia Calviño (A Coruña, 1968) defiende tres principios, “responsabilidad fiscal, justicia social y reformas estructurales”, en un contexto de “cambio muy intenso a nivel internacional”. Calviño se niega a hablar de la brecha en Unidas Podemos, subraya el liderazgo del Partido Socialista y la idoneidad de una política económica “muy equilibrada” que espera tenga refrendo en las urnas. Respecto a la situación en Nafarroa y la CAV, habla del “alineamiento total” del Gobierno con el PSN y el PSE, y de unas relaciones “muy constructivas” con el Gobierno de Navarra y el Gobierno Vasco.

Usted ha cobrado un mayor protagonismo político. Con un reto doble: generar buenas noticias económicas y saber venderlas y explicarlas.

(Se ríe). La gente tiene una reacción de cierta antipatía ante los temas económicos, pero no es algo nuevo. Yo llevo desde hace cinco años, desde que llegué al Gobierno, tratando de explicar la situación económica, las perspectivas y la acción del Gobierno de la manera más cercana y más clara posible. Ese es el trabajo que tiene que tener una ministra.

Y sirve también para taponar el relato del Partido Popular.

Creo que los hechos, más que las palabras, demuestran que hay dos modelos de política económica. El Partido Popular siempre ha adoptado respuestas basadas en los recortes y la precariedad, y nosotros, en la protección y el progreso. Y eso en los últimos años se ve con mucha claridad. La respuesta a la pandemia ha sido totalmente distinta de la que se dio a la gran crisis financiera. Se ha basado en proteger el tejido productivo, el empleo, las rentas de las familias, y eso nos ha proporcionado una base para tener un fuerte crecimiento económico en 2021 y en 2022.

Ahora una guerra, una inflación muy centrada en los alimentos, la pérdida de poder adquisitivo, la subida de los tipos de interés, dibujan nubarrones en ese paradigma de crecimiento incluyente.

Mire, lo hablaba con los empresarios navarros. Les daba cuenta de que hemos pasado una pandemia, tenemos una guerra a las puertas de Europa, la erupción de un volcán, la inflación, y ahora la sequía. Se han acumulado en un periodo muy corto de tiempo un conjunto de retos.

¿Qué hay que hacer para frenar el precio de los alimentos? Parece que ahora hay un compás de espera.

No, hemos puesto en marcha medidas importantes en enero de ayuda a los agricultores, hemos bajado el IVA, son medidas que tienen recorrido todavía.

¿Sí? Si los precios vuelven a subir, a pesar de esa bajada del IVA...

Bueno, por el momento la inflación de los alimentos se ha estabilizado en marzo. Vamos a ver cuál es el impacto de la sequía. El sector agroalimentario es estratégico para nuestro país, el precio de los alimentos afecta muy especialmente a las rentas de las familias, y desde el primer momento hemos actuado. Además de tratar de reducir los costes (bajada del IVA, la ayuda para compensar la subida de los fertilizantes), estamos intentando compensar el impacto sobre las rentas de las familias, con la revalorización de las pensiones, subida del salario mínimo, el cheque de 200 euros, o la bajada del IRPF para las rentas de clase media. Medidas para tratar de apoyar a quienes sufren en mayor medida el impacto de la subida del precio de los alimentos, un fenómeno que se da a nuestro alrededor.

Un sector menos vulnerable empieza a notar también la dureza del momento. El Gobierno no piensa en topar las hipotecas. Dentro de un tiempo podría ser tarde.

Lo que hemos hecho es justamente tratar de anticiparnos. Llegamos a un acuerdo con el sector financiero en noviembre del año pasado antes de que se produjese la principal revisión de las hipotecas de tipo variable. Hemos tenido una primera reunión con las patronales bancarias y con los representantes de los usuarios y de las personas mayores, que han hecho una evaluación positiva de las medidas puestas en marcha, y nos hemos citado en junio para volver a evaluar cómo se está aplicando este código de buenas prácticas, que entre otras medidas incluye congelación del pago de los intereses. Creo que hemos dado muestras de saber tomar las medidas adecuadas en el momento adecuado y con el necesario equilibrio. La sensibilidad respecto al impacto de la subida de los precios y de los tipos de interés sobre las familias, en particular de la clase media, es máxima. De momento no se ve un alza de la morosidad en los créditos, ni empresariales ni hipotecarios.

Ante la sequía, el Gobierno está preparando un nuevo paquete de ayudas al sector agrícola.

Se ha celebrado la Mesa de la Sequía esta semana; el Ministerio de Agricultura ha escuchado a los representantes del sector. Más allá de las medidas de corto plazo, son muy importantes las inversiones estructurales que estamos poniendo en marcha. El conjunto de iniciativas del Proyecto Estratégico (PERTE) para la digitalización del ciclo del agua va a movilizar más de 2.100 millones de euros de inversión para, entre otras cosas, la modernización de regadíos. Tenemos que asegurarnos de maximizar la eficiencia en el uso de los recursos hídricos, que se ven afectados por el cambio climático.

Tiene que haber mucha mayor inversión en el TAV para que no se eternice su llegada. ¿Lo ha hablado con María Chivite?

Sí, y también en el encuentro con los empresarios. Me ha satisfecho mucho la valoración que han hecho, unánimemente muy positiva, del ritmo y del compromiso de las distintas administraciones. Se ha valorado muy positivamente que este Gobierno ha retomado las inversiones en infraestructuras después de 10 años. Una década perdida.

Corresponden en el TAV al Estado.

Efectivamente, con los gobiernos anteriores hemos pasado diez años perdidos de inversiones de futuro en nuestro país. Sólo ahora estamos recuperando los niveles de inversión pública de 2012. Desde que llegamos al Gobierno pusimos como prioridad la inversión pública, recuperar esa inversión. Gracias a los fondos europeos estamos haciéndolo. La apuesta de nuestro Gobierno por las infraestructuras, tanto hídricas como sociales (hospitales, centros educativos), como ferroviarias, tanto para el transporte de personas como de mercancías, está clara.

Pedro Sánchez ha pedido a Macron la conexión ferroviaria para 2030.

El presidente ha hablado de la importancia que tiene no sólo el arco mediterráneo, sino el atlántico, y queremos que la conexión sea una realidad en los plazos acordados. El compromiso del Gobierno español con el arco atlántico es total, y con las infraestructuras ferroviarias; es nuestro modelo de movilidad sostenible. No creo que haya habido un Gobierno que haya invertido tanto en infraestructuras en esta comunidad, incluidas las de digitalización, importantísimas para llegar al 100% de la población con la banda ancha, y llegar a los territorios del Pirineo con riesgo de despoblación.

En 2019 no fue en las listas del PSOE. ¿Tiene pensado presentarse a diputada en las próximas Generales?

Mire, yo es que no hago planes más allá de... (se ríe).

Ya no es un horizonte tan lejano.

Teniendo en cuenta el ritmo de trabajo, los temas sobre la mesa... estoy dedicada al 120% a ser vicepresidenta del Gobierno y no hago planes.

Cuando se alcanza la vicepresidencia, se dejará una puerta abierta a lo que pueda pasar.

De verdad (se ríe), es una pregunta que me hacen todo el tiempo y yo tengo la cabeza en otras cosas en este momento, verdaderamente. Son tantas las cuestiones que nos interpelan, es tanta la exigencia de un trabajo de 24 horas al día, 7 días a la semana, que no tengo tiempo de pensar en el futuro. Pienso en el presente.

¿Hubiera estado más cómoda en un Gobierno con Ciudadanos que con Unidas Podemos haciendo de tractor con EH Bildu y Esquerra?

Estoy muy acostumbrada a tratar con gobiernos de coalición. Quizá venir de Europa te da una perspectiva distinta de las cosas, porque en los países de nuestro entorno hay coaliciones de Gobierno, es muy habitual, incluso de más de dos partidos. Pero incluso con un Congreso tan fragmentado hemos conseguido sacar adelante más de 200 leyes, con reformas tan importantes como la laboral y tres presupuestos, medidas de política económica muy importantes para los ciudadanos en un entorno político complejo. En cada proyecto de ley tratamos de tener el máximo apoyo en el Parlamento. Creo que lo más importante es eso: gobernar para los ciudadanos.

La reforma laboral salió por los pelos. Se suele hablar de ‘la ley de Yolanda Díaz’. ¿Qué huella hay de la vicepresidenta en esa ley?

(Se ríe...) Es la reforma laboral del Gobierno, pactada con Bruselas, y acordada con los agentes sociales.

Para Andoni Ortuzar hay “una invasión competencial de libro” en la Ley de Vivienda; EH Bildu lo niega.

No lo comparto, pero no debe de sorprendernos que un partido en un momento dado no apoye una ley. Voy con mucha frecuencia al País Vasco, y la relación con su Gobierno es muy buena y muy constructiva. Y con el PNV en Madrid también.

Pero hay reivindicaciones: transferencias, decisión sobre los fondos europeos... Para el PNV en el PSOE late un centralismo.

No puede sorprender que un partido nacionalista haga de esta cuestión competencial el centro de su acción, pero fíjese, el Gobierno de Navarra ha acordado con el de España tres transferencias, cumpliendo los compromisos.

Según Aitor Esteban, usted ‘hace la táctica Tarradellas’; “le preguntas por cosas concretas, no contesta y todo es maravilloso”.

(Se ríe). Creo que soy muy clara hablando, si algo me caracteriza es justamente esto.

¿Cuánto más puede durar la guerra en Ucrania? ¿Qué nuevas problemáticas puede generar?

Estamos en un momento de enorme incertidumbre. En el FMI, donde presido el principal órgano consultivo, se ve muy claro que está habiendo un cambio muy profundo del orden mundial. La guerra es el factor de incertidumbre principal y la medida de política económica más importante sería ponerle fin. Pero las tensiones geopolíticas, geotecnológicas y geoeconómicas entre los grandes bloques y las economías emergentes están dando lugar a un nuevo orden. Es muy importante que Europa tenga claro qué papel quiere jugar. Espero que cuanto antes se ponga fin a la guerra. Me parece muy importante que China se implique de manera constructiva en ello, que el presidente Sánchez haya estado en Pekín, que vaya ahora a ver al presidente Biden, y España tenga un líder que es escuchado y respetado. El punto de partida tiene que ser el plan de paz del presidente Zelenski.