En los tres años que lleva como senador autonómico por Navarra, Koldo Martínez Urionabarrenetxea (25 de febrero de 1953) ha podido ver para qué usan la Cámara Alta los grandes partidos: “Como cementerio de elefantes”. Él trata de ser el altavoz de Geroa Bai en Madrid, pero tiene la sensación de que por mucho que presentes enmiendas o trates de trabajar temas, las mayorías se aplican con rodillo. Verlo a diario genera frustración. Y por eso es muy crítico. También con la recién aprobada Ley de Memoria Democrática, que a Martínez le sirve como excusa para hacer una radiografía política completa a siete meses de las elecciones: de los miedos y el atrincheramiento del PSOE al papel de EH Bildu, los nervios de una derecha que teme que el efecto Feijóo no les dé para llegar a la Moncloa y el rol de su partido en la entretenida política foral.

En su intervención en la Ley de Memoria Democrática contó que a su abuelo lo fusilaron en 1936. 

Lo detuvieron el 1 de noviembre de 1936. Es una historia familiar. Mi madre nos la contó. Por casa había una carta del abuelo. La leí a escondidas y me impresionó muchísimo. Lo que sabíamos es que lo fusilaron junto a un grupo de treinta personas en la tapia del cementerio de Oiartzun. En el grupo estaban el párroco y dos curas de Mondragón y una mujer embarazada. Ahora, desde hace pocos días, sabemos más cosas gracias a una asociación memorialista de Mondragón que se llama Intxorta 1937.

¿Qué han descubierto?

Han conseguido unos documentos de Interior que aclaran las acusaciones que le hicieron a mi abuelo. También hemos sabido que el certificado de defunción se firmó tres años después de la detención. Lo que no sabemos es si fue juzgado antes de que lo fusilaran.

¿Su abuelo era un hombre de izquierdas, nacionalista? 

No, no creo que lo fusilaran por eso. Mi abuela sí que era nacionalista. Yo creo que mi abuelo iba un poco a la suya. Trabajaba en una fábrica que se llamaba Unión Cerrajera y su pasión era la caza. Era religioso, y en la carta le pide a su familia que no deje la costumbre de rezar. Hemos descubierto por qué le acusaron: auxilio a la rebelión, espionaje y fabricación de armas. Una locura. 

¿Qué sabor de boca le ha quedado tras la aprobación de la Ley de Memoria Democrática? 

Bueno… al final el Senado ha vuelto a replicar la mayoría del Congreso, por lo que parece que por mucho que trabajes no sirve para nada. Supuestamente, aquí tenemos la obligación de revisar las leyes. Pero en los tres años que llevo solo he visto devolver al Congreso tres leyes. Soy muy crítico con el papel del Senado, no sé muy bien para qué sirve. Bueno, perdón, sí que sé para qué sirve: como cementerio de elefantes de los grandes partidos estatales. 

¿Eso genera frustración? 

Sí. Porque por más que hagas tus aportaciones, es como si no existieran.

¿Esta ley era para devolverla al Congreso?

Sí. Tiene aspectos francamente mejorables. Por ejemplo, la norma hace un desprecio del trabajo que se ha hecho en Navarra, en la CAV, en Catalunya. Tampoco se hace con estos territorios una tarea de coordinación en materia de banco de datos, de ADN... Yo esto creo que es un gran error.

¿La ley tiene pocas sinergias? 

Insistí en el Senado en que los crímenes los cometen personas concretas, y los sufren personas concretas. La verdad necesita no solo de las víctimas, también de los victimarios. Y esto lo aprendí de la carta del aitona. Todo esto tiene que hacerse sin rencor, sin odio. Tenemos que saber quién señaló, quién espió, quién aplaudió. Pero no para vengarnos. Sino porque tenemos que saber, porque tenemos que conocer la verdad. Y lo digo para la memoria de hace 87 años, pero también para la memoria reciente, la de hace 15 años.

¿La ley se queda corta? 

Tiene cosas positivas. Por ejemplo, se hace un reconocimiento moral de las víctimas. Hay a quien no le han pasado nunca un brazo por el hombro o le han dicho: qué mal se portaron entonces contigo, o qué mal nos hemos portado nosotros que no te hemos hecho caso. Pero esta ley impide la reparación económica de las víctimas. Víctimas, por cierto, que igual perdieron el único salario del que dependían seis personas. Yo abogaba en mis enmiendas por una reparación integral, caso a caso. 

¿En materia de memoria, el Estado va por detrás de algunas comunidades como por ejemplo la nuestra? 

Va infinitamente por detrás. El miércoles veía los aplausos de la bancada socialista a la ley y me pareció de un infantilismo patológico. Además, es una victoria pírrica. Yo me abstuve, y como yo otros senadores progresistas que, a poco que se hubiese hecho algún cambio, hubiésemos votado a favor. Pero el empecinamiento del PSOE, de PNV y de EH Bildu por amarrar la mayoría que ya tienen les llevó a eso.

¿Le da la sensación de que se han atrincherado en una mayoría concreta y no salen de ahí? 

Sí, sí, es así. El PSOE necesita de sus socios y una vez consigue esos apoyos no quiere que se toque nada. Y eso es un error. En este momento en el Senado la mayoría somos fuerzas progresistas. No se entiende que el PSOE no quiera ampliar la mayoría. 

¿Tiene la sensación de que al PSOE le genera incomodidad todo lo relativo a la memoria de la Transición?

Parte de mis enmiendas tienen que ver con el arco temporal. Creo que la de 1978 es una fecha trampa, porque después se han seguido violando Derechos Humanos. Si el asesinato de Josu Muguruza no lo cometieron los GAL, el último crimen sería el del cartero de Errenteria que murió en 1989 cuando llevaba un paquete bomba. El forense Paco Etxeberria, que ha cifrado en 4.113 los casos de torturas en la CAV, dice que las tres últimas son de 2014. Ampliemos el arco temporal.

¿Por qué tanta reticencia? 

Piensan que la Transición es el abrazo entre españoles, pero no fue así. Fue un gran salto adelante, pero siguieron produciéndose muchas violaciones de Derechos Humanos.

Desde luego, ese abrazo no se vio en el pleno. 

Por eso llama la atención el discurso de la extrema derecha, de UPN y PP, que es ensalzar constantemente a la Constitución pase lo que pase. La Constitución es un logro importantísimo, supone un cambio radical. Yo voté que no, por cierto. Por aquel entonces militaba en Euskadiko Ezkerra. Pero la Constitución no solucionó todo. La violencia ilegítima continuó hasta hace bien poco por culpa de personas concretas, bien en ETA o en los GAL.

Ahora, en Navarra, se ha puesto en marcha la comisión para reconocer a las víctimas de la violencia policial. ¿Ha seguido este proceso? 

Sí, porque yo estaba en el Parlamento cuando se presentó la ley. Recuerdo que el PSOE puso muchas pegas y luego vino todo el tema constitucional. La comisión va a dar para lo que va a dar, porque las leyes navarras están sometidas a un marco más amplio. Pero que se ponga en marcha supone reconocer que hubo uso de violencia ilegal e ilegítima por parte de bandas parapoliciales y abusos por parte de personas concretas.

Hay un caso especialmente sensible, que es el de Mikel Zabalza.  

Que la verdad de este caso siga dependiendo de la Ley de Secretos Oficiales es increíble. No se entiende esto en un Estado democrático. ¿Qué es lo que nos están ocultando? Es una vergüenza. Lógicamente, será una de las primeras víctimas, si no la primera, en ser reconocida.

¿Entiende los recelos del PSOE? 

¿Por qué tienen tanto miedo? Si lo sabemos todos, si hemos escuchado las grabaciones del CESID, si hemos escuchado a los generales decir que se les fue la mano. ¿Qué miedo tiene el Estado a informar públicamente, a contar la verdad? No puedes tener a las familias, ya sean de Zabalza, de víctimas de ETA o de los GAL, esperando un montón de años.

¿Se ha perdido una oportunidad en esta ley? 

Esta ley podría haber sido el punto y final, sin odio, sin rencor, a toda una época de vulneraciones de Derechos. Hay que saber qué papel tuvo cada uno.

Usted fue crítico con la postura de EH Bildu. 

A todos nos cuesta creer que determinados fascistas pasaran de la noche a la mañana a ser demócratas. Pues también nos cuesta creer que los que hace cuatro días jaleaban la lucha terrorista ahora, de repente, son adalides de la paz y de la democracia. Escucho a algunos líderes de EH Bildu y me parecen Santa Teresita del niño Jesús. Es necesario un reconocimiento ético, no solo decir que todo aquello no debió ocurrir.

¿San Cristóbal será un lugar de memoria? 

A ver si se entiende cómo lo digo: el fuerte es un muerto. Arquitectónicamente es una obra impresionante. Me consta que en la legislatura de Barkos el Ejército hizo varias ofertas para ceder el fuerte porque es un dineral lo que cuesta el edificio. Yo creo que para incluir esto en la ley se tendría que haber contado con el Gobierno de Navarra, y no ha sido así. Es una invasión de nuestra autonomía. De alguna manera, me da la sensación de que alguno ha tenido ganas de ponerse una medallita. Pero, ¿qué hacemos con ese edificio si cuesta 35 millones adecentarlo? Si el Gobierno de España está dispuesto, que meta los 35 millones en los Presupuestos. Y eso no lo va a hacer, porque el Gobierno no cumple ni lo que tiene firmado, y lo digo porque yo tengo seis compromisos con la ministra de Hacienda desde hace un año y de algunos no sé nada. 

¿Ha cambiado mucho el ambiente en el Senado desde que llegó Feijóo?

He tenido ocasión de saludarle, nos sentamos bastante cerca. El miércoles nos dijeron que el próximo 18 va a volver a haber cara a cara entre Feijóo y Sánchez. Por cierto, nos dejó muy enfadados la intervención de Sánchez en el último careo, porque le dedicó muchísimo tiempo a Feijóo y al resto nos metió en el mismo saco.

¿Cómo ve el ambiente? 

Se nota el ambiente pre-electoral de forma vergonzosa, hay una crispación inadmisible. No quiero ni pensar en qué ocurrirá durante la campaña.

¿Ese ambiente se debe al nerviosismo?

Veo nervios, muchos, en el partido de Gobierno. Y también en la derecha, aunque intenten transmitir seguridad y decir que el próximo presidente va a ser Feijóo. La puesta en escena es muy distinta.

¿Por qué lo dice?

En el PSOE se notan los nervios por la posibilidad de perder el Gobierno, y en los otros por no saber si les dará para llegar a la Moncloa.

¿Cómo ve desde el Senado la política en Navarra?

Aquí tenemos nuestros propios nervios (ríe). No sabemos qué va a pasar con Navarra Suma, a Javier Esparza lo veo muy nervioso, como vaca sin cencerro. Y por la parte del Gobierno… yo creo que a pesar de las diferencias importantes que hemos tenido entre PSN y Geroa Bai, hemos sido capaces de ir reconduciendo temas y de dar estabilidad. Esto es importantísimo. Tanto en Navarra como en el Estado la ciudadanía quiere estabilidad, no quiere convulsiones. Bastantes hay ya. Y Geroa Bai ha sido clave para mantener esa estabilidad de un Gobierno progresista. Soy consciente de que en Geroa Bai estamos siendo objeto de todos los ataques, por parte de todo el mundo, y eso me dice que algo estamos haciendo bien.