A los niños, en ocasiones, toca protegerlos de la verdad. Pero cuando nos hacemos adultos queremos que se nos diga la verdad. Aunque resulte incómoda. Conviene especialmente cuando necesitamos ese conocimiento de la realidad para reaccionar y afrontar los problemas a tiempo.

Por eso sorprendía que, en los primeros días de la polémica sobre el recorte del consumo de gas en Europa, algunos políticos y medios de comunicación parecieran empeñados en convencernos de que no sería necesario que en España se reduzca ningún consumo. Nos explicaban que, por sus diferentes fuentes, generación y consumo, el problema es diferente al de otros países europeos y por lo tanto a nosotros no nos afectaría la crisis con Rusia y no deberíamos apretarnos el cinturón. Algunos medios y redes sumaron a todo esto cierto revanchismo antieuropeo alimentado por un viejo complejo de inferioridad y acompañado de un papanatismo que daba un poco de vergüenza ajena. El unamuniano “que inventen ellos” se tradujo en un ridículo, contraproducente y tontísimo “que se jodan ellos”.

Para empezar sería bueno que recordáramos que hay una guerra en Europa. Esta guerra está provocada por una agresión ilegal y criminal de una potencia imperialista vecina no solo contra un estado soberano, sino contra el modelo político y económico europeo, contra la democracia, contra los derechos humanos y contra el imperio de la ley en la región. Sería además bueno familiarizarnos con la idea de que ante esa situación a Europa no le queda sino resistir en defensa de sus valores y de sus intereses. Finalmente conviene añadir que resistir supone asumir ciertos costos.

Algunos se han soñado durante décadas a sí mismos como héroes que habrían resistido al fascismo o al nazismo en guerras que a otros tocó combatir, pero ante la circunstancia de que la lucha por la democracia supone hoy, en la vida real, algún sacrificio menor en nuestro quehacer cotidiano, ponen el grito histérico en el cielo del victimismo más idiotizado. Confunden bienestar con consumismo y no entienden que la libertad nunca fue gratis y en todo caso es siempre inseparable de la responsabilidad.

Por eso se agradece que poco a poco la cosa se vaya normalizando y vayamos asumiendo con naturalidad –¡y con orgullo ciudadano!– que sí, que toca reducir el consumo energético a vuelta de verano o ya mismo, a partir de hoy. Lo cual, además de necesario para Europa, es bueno para nuestra economía y para el medio ambiente global.

Celebro que el Gobierno Vasco se haya adelantado presentando su propio Plan de Contingencia Energética. “Tenemos claro que sea en un porcentaje u otro, no estamos ante un problema exclusivo de Alemania y nos hallamos en una encrucijada global con impacto local (…) tenemos que reconocer que esta realidad nos va a impactar”, expuso la consejera Tapia tratándonos como mayores de edad, como ciudadanos responsables, como personas con capacidad de entender la realidad y reaccionar ante ella. Yo lo agradezco.

Hay otros políticos que nos dicen que no, que esto no va con nosotros, que es un problema de otros, que no debe llegar a afectarnos, que los centroeuropeos no nos deben molestar con este asunto, que es injusto que a usted nadie le importune con problemas incómodos que perturben su paz. Usted elige qué tipo de político, que tipo de Europa, qué tipo de ciudadanía prefiere.

Es bueno que ese plan incluya a todas las administraciones públicas, así como al sector privado y a la ciudadanía. A todos nos toca y es que además es correcto que sea así. Si uno escucha a ciertos partidos o a ciertos comentaristas parece que quisiéramos que Europa defienda la democracia y nuestro bienestar sin molestarnos, sin que nos enteremos, sin que afecte a nuestra vida cotidiana y sin darnos demasiadas explicaciones. Pero eso ni es posible, ni demuestra madurez política o, lo que es más grave, dignidad ciudadana.