abrá un antes y un después del COVID-19". Así lo han afirmado profusamente políticos, periodistas, sociólogos, epidemiólogos, psicólogos, tertulianos, comentaristas y un sin número de diversos charlatanes. Y alguna razón llevan todos ellos. Aunque es necesario precisar. Y en esas precisiones reside el grado de razón que tenga o deje de tener cada cual.

En busca de esas precisiones cabe formular tres preguntas: ¿Cuándo empieza o debe empezar ese tiempo post? ¿En qué dirección debe caminar? ¿Qué alcance puede o debe tener?

Hagamos un ejercicio práctico. ¿Cuándo, por ejemplo, va a empezar el post COVID-19 en Euskadi y en el campo de la política? Mi tesis es que debió empezar la noche misma del pasado domingo, 12-J, tan pronto como tuvimos conocimiento de los resultados electorales. No lo vi llegar en la mayoría de las declaraciones políticas de esa noche. La noche electoral, que a mí me hubiera gustado fuera post, se pareció demasiado a las otras muchas noches pre. Me gustaría equivocarme. Y debo reconocer que algunos gestos novedosos hubo, empezando por el lehendakari Urkullu. En todo caso, una vez los ciudadanos han clarificado el mapa electoral para los próximos cuatros años, no alcanzo a ver razón alguna para seguir en los tiempos pre.

Y, por supuesto, es de esperar que nadie se cobije en la baja participación para seguir atascado en el tiempo pre. Puede haber tentaciones en esa dirección. No tienen recorrido alguno. La baja participación deberá ser objeto de análisis y preocupación seria por parte de sociólogos y, sobre todo, por los políticos. Muy especialmente por los partidos. Pero su utilidad práctica, una vez celebradas elecciones, a la hora de definir un tiempo político nuevo es nula. Cada cual sabrá por qué una parte de los suyos no le han ido a votar. Y deberá analizarlo. Y, tras el análisis, cada cual deberá articular medidas para que en el futuro sea distinto. Pero para el tiempo post COVID-19 que va del 2020 al 2024, la suerte está echada. Lamentaciones y excusas, cuantas menos, mejor.

Los resultados, por lo demás, nos han respondido también mayormente la segunda de las cuestiones: la dirección en que debe caminar el tiempo político post. Queda que hablen y negocien entre sí los partidos, pero hay dos constataciones obvias: todo apunta a que corresponde a Urkullu y al PNV trazar la dirección general. Presumiblemente con el PSE (PSOE). No parece que los electores vascos estén por ningún experimento de gobierno Frankenstein a la vasca. Y, por lo demás, ahí están los resultados que obligan a cada cual a situarse en su realidad post, alejado de sus musas y ensoñaciones de los tiempos pre.

Yo me atrevería a decir que los resultados electorales del domingo han abierto la puerta también para empezar a responder la tercera de las preguntas, la que hace referencia al alcance de los cambios que requiere el tiempo post. Para empezar, todo el mundo debe abandonar la idea de que son los otros, no uno mismo, los que tienen que asumir los cambios. Todo el mundo está llamado y obligado a cambiar. A Urkullu le toca formar un nuevo gobierno. Lo podrá hacer con su socio pre. Pero el tiempo post a él también, al Gobierno que forme, así como a los partidos PNV y al PSE (PSOE), les va a requerir cambios. De personas en unos casos. De políticas en todo caso. Cambios no fáciles. Ni cómodos. Más bien al contrario.

No menos obligada a cambios sale la oposición de estos comicios. Algunos resultados electorales parecen requerir cambios inclusive en las personas que han estado al frente y han llevado a cabo determinadas políticas desde la oposición. Hubiera sido muy saludable democráticamente que alguno lo hubiera anunciado incluso la propia noche electoral. Pero todavía están a tiempo. Podemos y PP-C's: mejor hoy que mañana en todo caso. Pero no se trata solo ni de estos partidos ni de cambios en personas. Deberán cambiar actitudes, posicionamientos, políticas también por parte del resto de los grupos políticos de la oposición.

El tiempo post COVID ya está aquí. Exige cambios y no está para esperar.

Y termino, por lo que al alcance de los cambios se refiere, con una reflexión que considero esencial. Durante toda mi vida, y con abundancia en estos últimos tiempos COVID-19, he observado que abundan los predicadores que entienden los nuevos tiempos en términos de tabula rasa del pasado y arranque desde cero. Constituye, a mi juicio, algo peor que un error o una ilusión vana condenada al fracaso. Forma parte de una forma de ver y actuar en la que se infiltran con facilidad conceptos y comportamientos fundamentalistas. El tiempo post COVID-19 será, debe ser, por todo ello, un tiempo que arranque de las cosas buenas que hemos construido en el pasado y con los que, entre otras cosas, hemos hecho frente al COVID-19. Se trata ahora de consolidarlos todavía más, mejorarlos, desarrollarlos, modificarlos si es el caso, y, de esa forma, hacer frente al tiempo post, con el convencimiento firme de que es la única forma de que el próximo covid, sea del género que sea, y llámese como se llame cuando llegue, y que, no cabe duda, está ya en camino, nos pille prevenidos, preparados y todavía más resilientes.