Votos, colas y anécdotas
Por primera vez, estas elecciones generales permitieron el voto de 100.000 discapacitados intelectuales y la accesibilidad de muchos colegios impidió que los mayores accediesen a sus mesas electorales
LLEGÓ el día. Tras los comicios generales de 2016 y la moción de censura contra Rajoy el pasado año, ayer tuvieron lugar las decimoterceras elecciones de la democracia. A las 9.00 horas los colegios electorales de la Comunidad Autónoma Vasca, y del resto del Estado, abrieron sus puertas para que todos los ciudadanos pudiesen votar. Las papeletas naranjas y blancas no pudieron faltar en unas elecciones llenas de incógnitas. “Creo que nos vamos a llevar alguna que otra sorpresa, pero espero que el que gobierne lo haga bien de una vez por todas”, dijo esperanzado Iñaki, un votante del colegio Sra. Viuda de Epalza de Tiboli (Bilbao). Esta fue la tónica general entre los votantes: la incertidumbre y la desesperación. “Tienen que hacer las cosas bien”, sentenció Iñaki. Las idas y venidas en los colegios fueron constantes durante toda la jornada donde la participación en Euskadi alcanzó el 60,7% a las 18.00 horas, diez puntos más que en las últimas elecciones. Además, como novedad este año, un total de 100.000 discapacitados intelectuales pudieron ejercer su derechos al voto y se sintieron ciudadanos de pleno derecho.
Las anécdotas tampoco pasaron desapercibidas una campaña más. El colegio de Tiboli fue reflejo de los obstáculos a los que tienen que hacer frente los votantes que acuden en sillas de ruedas. En su construcción se ideó con seis escalones iniciales que a día de hoy dificultan las entradas y salidas a las personas con problemas de movilidad. Es por eso que, durante el día electoral, en este colegio las urnas subieron y bajaron sin cesar para facilitar el voto a los que no pudieron acceder por su propio pie. “Es de agradecer que te traigan la urna porque nuestro voto es decisivo para que cambien las cosas a mejor”, dijo Enrique. Los presidentes de las mesas y los vocales fueron los encargados de acercar las cajas a los electores. “Lo hago encantado porque todos tenemos derecho a votar. Lo peor es estar aquí durante todo el día sin a penas tener descanso”, apostilló uno de los presidentes de la primera planta que espera que no le vuelva a tocar estar en la mesa. Y es que estar tantas horas seguidas sentado no es agradable. Esto pensó una joven del municipio de Sopela que sustituyó a su madre en la mesa electoral por motivos laborales. “Le he ofrecido 65 euros y me ha dicho que le dé 100 que si no no compensaba”, dijo entre risas su ama.
El popular cantante Loquillo sorprendió a sus seguidores de Twitter con la noticia de que se encontraba al frente de una mesa electoral de la localidad alavesa de Laguardia, donde reside desde hace unos años, acompañada de la fotografía de rigor. Y es que los rostros conocidos tampoco se libran de la obligación.
Poteo y resaca Aunque la gente entró y salió de los colegios durante todo el domingo electoral, el momento de mayor afluencia fue el mediodía, ya que “después hay que salir a tomar algo y estar con los amigos”, comentaron algunos de los presentes en el colegio Tiboli.
Los que no perdonaron tampoco el poteo fueron los alaveses que celebraban las fiestas patronales de San Prudencio, que este año ha coincidido con los comicios electorales. Si alguien pensaba que la cita con las urnas iba a tener menos participación que las anteriores por la resaca festiva, estaban equivocados. La masiva petición del voto por correo en Araba provocó que algunas mesas electorales tuviesen muchas cartas certificadas pendientes de introducir a las urnas. En ese momento, Podemos solicitó la paralización del escrutinio que había comenzado con el objetivo de adelantar trabajo.
Por su parte, en Bilbao, lo que inicialmente parecía un bulo se confirmó. El día de ayer también estuvo marcado por episodios desagradables como los que vivieron las ancianas residentes en La Misericordia cuando una monja se dedicó a cambiar sus votos por otros del PP. Así quedó reflejado en el acta que firmaron las vocales de la mesa B del distrito 8. La monja, que fue “cazada” en dos ocasiones -aunque parece ser que no era la primera vez- acompañó a las ancianas que cuida en la residencia y les preguntó a qué partido iban a votar para facilitarles el trabajo. Una quería votar al PSOE y la otra al PNV, pero ella introdujo en los sobres papeletas del PP.
Los dos apoderados que pillaron a la monja eran de Unidas Podemos y militantes de Izquierda Unida. “Con la segunda anciana nos ha impactado tanto que los dos hemos exclamado casi a la vez ¡esto no puede hacerlo!”, explicó uno de los apoderados que logró frenar ala monja. “Y lo peor ha sido que como sabía que estaba haciendo algo malo ha salido corriendo hablando por la anciana: ¡Ahora ya no quiere votar, ahora ya no quiere votar!”, prosiguió.
La jornada, preparada para que 1,7 millones de electores vascos eligieran a sus representantes, transcurrió sin mayores incidentes. Las 2.667 mesas quedaron desiertas con el cierre de los colegios electorales a las 20.00 horas.
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