donostia - No se considera víctima, aunque sufrió un atentado en el que murió un bebé de 18 meses hace ahora 54 años. Un crimen reivindicado por el DRIL, aunque ahora se ha querido atribuir a ETA.

¿Qué recuerda del atentado?

-Yo entré en la estación y de repente hubo una explosión y cayeron cascotes, supongo que del tejado, y alguno me golpeó en el brazo y me hizo una pequeña herida. También hubo fuego y se me quemó algo en los brazos, muy superficial, y en la cara, el pelo... Salí corriendo y la gente me llevó al cuarto de socorro, que estaba cerca y me hicieron la primera cura. Luego creo recordar que me marché, no tenía nada grave. Vino la Policía y me preguntó qué había pasado, pero yo poco podía saber.

¿Ser testigo de aquel atentado le cambió en algo, en la percepción de lo que ocurría en el país?

-No, yo creo que lo olvidé pronto. Me hice un poco famoso en Berastegi, pero nada más. Está claro que con la violencia no vas a ninguna parte, al contrario. Yo he estado en contra desde el principio pero además políticamente es negativo. Hoy en día, ahora, se ve lo negativo que ha sido y todavía se va a arrastrar. Pero este pensamiento no me viene de haber vivido ese atentado. Lo tengo casi olvidado desde el principio. Está en el fondo del armario.

¿Y si hubiese sido ETA, habrían cambiado de alguna manera sus posiciones?

-Creo que tampoco. No me ha condicionado ideológicamente.

¿Cree que en este caso se ha intentado manipular una muerte?

-Sí, eso es claro. Todas las muertes, el sufrimiento de los allegados, se utilizan por los políticos para sus propios intereses. Algunas veces además, lamentablemente, les viene bien para justificar sus políticas. Se habla del sufrimiento de las víctimas, pero al final se politiza.

¿Y en este caso concreto?

-Yo creo que es mezclar, crear confusión y tratar de demostrar que ETA desde el primer momento se dedicó a acciones violentas o asesinatos, cosa que no es cierta.

Como si en el historial de ETA no hubiera suficientes motivos...

-Claro, hay más que suficientes. Pero en primer lugar, no tenía capacidad, era de reciente creación, no llevaba un año de actividad, me imagino que estarían creando grupos de trabajo, de concienciación, de agitación y sensibilización. Entonces, nadie conocía a ETA, yo desde luego no, y en casa nadie comentaba nada. Era desconocido totalmente.

Estamos en lo que se llama la ‘batalla de la memoria’, y en todas las batallas la primera víctima es la verdad. ¿Puede haber una memoria digna sin conocerse la verdad?

-No, en algunos sitios ha habido comisiones de la verdad y aquí también la verdad tiene que surgir claramente sin esconder nada, porque seguramente los servicios secretos franquistas conocían la existencia del DRIL. Recuerdo en aquella época que mi padre y mi tío, que estaban muy politizados, anduvieron haciendo unas pequeñas indagaciones y siempre hablaban de los servicios secretos franquistas, que había luchas internas, y no sé qué vínculos tendrían con el DRIL.

En el listado de la AVT sigue apareciendo que ETA fue la responsable del atentado.

-Eso no tiene sentido, están trampeando la verdad.

¿Y la familia de Begoña Urroz?

-Son víctimas que necesitan todo el reconocimiento, pero no que les manipulen con quién fue el causante. Que les digan la verdad. Necesitamos una reconciliación, pero con la memoria real por delante.