maDRID. El primer volumen de los diarios de Bono llega a las librerías publicado por Planeta el martes 25 de septiembre con el título Les voy a contar. El expresidente del Congreso y de la Junta de Castilla-La Mancha, José Bono, narra cómo Felipe González tuvo la tentación de mandar volar a toda la cúpula de ETA en Francia tras el atentado cometido por esta organización el 21 de junio de 1993 en la calle de Joaquin Costa de Madrid, que costó la vida a siete militares. El propio González ya había contado esta tentación en una entrevista con El País en noviembre de 2010, y ahora, Bono aporta más detalles sobre ese episodio, así como otros de su dilatada carrera política.
El expresidente del Congreso y de la Junta de Castilla-La Mancha rompió en 1992 con Alfonso Guerra y revela ahora los motivos para acabar su amistad con el entonces vicesecretario del PSOE, alguien que se creía "dueño de voluntades ajenas" y que era, dice, "un profesional, un perito en intrigas".
La conversación que mantuvo con Guerra el 8 de abril de 1992, en la que decide "no soportarle mansamente ni un día más" y terminar con una "situación de dependencia y subordinación", abre el primer volumen de los diarios.
En la primera entrega de tres volúmenes, Bono repasa buena parte de los años noventa, el fin del felipismo, las luchas intestinas en el PSOE o las relaciones de la política con la banca o la Iglesia. El primer capítulo recoge la ruptura con Guerra, que le reprocha falta de lealtad y le acusa de haber organizado una cena en Toledo para "impulsar a (Narcís) Serra", que le había sustituido en la vicepresidencia del Gobierno de Felipe González.
"Estuve a punto de prohibirla (la cena), me dice. ¿Prohibirla? Se considera dueño de voluntades ajenas; Guerra tiene una idea del poder en la que solo caben subordinados que le obedezcan o le halaguen", narra Bono. "Guerra se cree más que los demás y, por supuesto, mucho más que yo. Lo más peregrino de la conversación es su teoría sobre la conspiración universal contra el partido, es decir, contra él", continúa, convencido de que el dirigente socialista "no soporta haberse ido del Gobierno y que el mundo siga girando como si nada hubiese ocurrido".
el sectarismo de guerra Fue el entonces presidente del PSOE, Ramón Rubial, quien animó a Bono a escribir un diario después de que este le contara su cita con Guerra. Meses después, en abril de 1993, continúa la lucha intestina en el PSOE y Bono recoge unas palabras de González: "Sin ánimo de desprecio u ofensa, Guerra está mal. Nunca le he dejado que su sectarismo se traduzca o se traslade a las decisiones de Estado. A todas las personas que no gozan de su confianza las considera desleales".
Según Bono, González coincide con su visión: Guerra "no ha asumido que le cesara como vicepresidente"; "desde entonces está intentando llevar adelante una política sesgada hacia la izquierda que considero equivocada y alejada de los intereses nacionales".
El político castellanomanchego también recuerda el fichaje de Baltasar Garzón en 1993, una "operación" montada por él y con la que pensaba que se borraría "de un plumazo el injusto estigma de corrupción generalizada" que pesaba sobre el PSOE. En junio de 1994 Bono almuerza con Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, quien augura la derrota que sufrirá el PSOE en 1996 y vaticina que volverá al poder tras regenerarse en la oposición.
El libro es una suerte de acta notarial diaria con el que Bono ha querido hacer un "ejercicio de transparencia" para mostrar a los ciudadanos cómo actúan los políticos.