donostia

Cuando llegó a la Carrera de San Jerónimo, con la edad de Jesucristo, Francisco Letamendía, Ortzi, (Donostia 1944) montó el cristo. Militante de Euskal Iraultzarako Alderdia (EIA), pero elegido por la coalición Euskadiko Ezkerra, fue uno de los diputados más activos y se erigió, por méritos propios, en una de las voces más críticas y polémicas del Congreso. "Empecé a participar en el Grupo Mixto. Ahí había algún catalán pero sobre todo había gente del Partido Socialista Popular de Tierno Galván, un señor enormemente respetuoso", rememora.

"Desde junio del 77 hasta noviembre del 78, la legislatura estuvo totalmente polarizada en torno a la discusión del texto constitucional. Y a mí me tocó secundar lo que una gran parte de vascos consideraba que no era aceptable, por ejemplo el artículo I y II, donde se hablaba de que la nación española era indivisible con una literatura muy enfática. Allí faltaba lo que para un nacionalista es fundamental, que es el derecho a decidir. Además, yo defendía la postura más clásica, el Derecho a la Autodeterminación".

"Ya en esos momentos empecé a sentir la soledad porque aquella EIA de entonces, el equipo de Mario Onaindia, iba inclinándose hacia una actitud de conciliación con el PSOE y yo no le seguía. En noviembre del 77, EIA aprueba el preautonómico -yo entendía que era dar luz verde a la autonomía que iba a existir y no estaba muy de acuerdo-, y me fui quedando progresivamente solo en mis convicciones". "Hubo momentos -continúa- en los que esa soledad que me acompañaba se dejó traslucir, por ejemplo, en la votación sobre la Ley de Amnistía. Fui una de las pocas personas que se abstuvo porque dije que eso no suponía un reconocimiento de la lucha que había llevado el pueblo vasco".

Su encrucijada política y personal se complicaba y la coyuntura, enormemente tensa, no ayudaba. "El 7 de julio de 1978 hubo una insubordinación de las fuerzas policiales en Sanfermines que salieron a la plaza de toros. Y luego, cuando me tocaba defender otro apartado del derecho de autodeterminación, ETA ametralló en Madrid a un general y a un teniente coronel. Hubo gente que me aconsejó que no defendiera mi enmienda porque peligraba mi pellejo, pero la defendí pese a todo y hubo cinco votos afirmativos", proclama.

"La contradicción de mi situación era muy grande -subraya Letamendia-. EIA se estaba disgregando y a HB, que se había creado en abril del 78, le interesaba lo que yo decía". "Como a EIA ya no le representaba, dimití con el puño en alto al grito de Gora Euskadi Askatuta, Gora Euskadi Sozialista. Una foto que quedó como icono. En fin, cosas por las que me llevan ajustando cuentas toda mi vida", asegura esta figura cuya biografía cuesta resumir. Al dimitir publicó una Carta abierta a los vascos "y dije que no tenía sentido seguir como diputado de EE porque me deslegitimaba. Y eso que EIA no quería que me marchara -me pedía que no participara pero sin dimitir- porque el segundo en la lista era Patxi Iturrioz, del EMK, del que se fiaban menos que de mí. Hubo todo tipo de presiones pero dimití en un pleno de Orden Público, en noviembre", dice con un toque de nostalgia.

"Había una contradicción entre la soledad política que yo vivía en el Congreso y mi entronque con posiciones que se estaban produciendo en Euskadi. Pero como estaba solo, no participaba en ninguna componenda y me solía retirar a la parte de atrás del hemiciclo y veía cómo venía gente de UCD y PSOE para concertar la escenificación de sus diferencias. Era muy teatral".

Posteriormente diputado con Batasuna, no pisó el Congreso porque había decisión de no intervenir. "En el año 82 me retiré de la política porque había cosas de la izquierda abertzale con las que no estaba de acuerdo. Me marché al exilio y lo pasé francamente mal. Estaba casado, tenía dos niños pequeñitos, la situación de exilio en una persona que está dejada de la mano de Dios porque no había ninguna fuerza política que me respaldara, era de una soledad cósmica. Menos mal que yo había publicado un libro en francés y eso fue lo que me permitió trabajar en una universidad".

Después de muchas dificultades, al cabo de tres años, consiguió entrar en la Universidad del País Vasco. A sus 67 años, sigue dedicándose a la docencia de Ciencias Políticas y a la publicación de libros de carácter histórico y político, centrados principalmente en el nacionalismo vasco.

l Amnistía y Constitución. Reclamó la amnistía de los presos de ETA y votó contra la Ley de Amnistía. También votó en contra de la Constitución por no contemplar el derecho de autoderminación.

l Posiciones difíciles. "Defendí posturas como la soberanía del pueblo vasco y cuestiones de las minorías como la situación de los presos en las cárceles, el derecho a su opción sexual y los derechos de los homosexuales. Eso me valió cierta popularidad", señala.

l Momentos más tensos Fueron en mayo y julio de 1978. "Me tocó defender la estructura federal, sistemas económicos que no eran capitalistas y sobre todo el Derecho de Autodeterminación".