Iker Rekalde e Iker Ancizar conquistaron este viernes las finales del Torneo Cafés Baqué de pelota a mano aficionada en las categorías juvenil y cadete, respectivamente, en el frontón de Atxondo.
En mayores, la resistencia del navarro Jon Patxi Okiñena no tuvo premio. El dimoztarra Rekalde, hermano del neófito de Aspe Xabier, hizo vale la electricidad de sus dos manos y sacó chispas al saque –se anotó siete– para someter a un contrincante duro por 22-14.
Una tacada definitiva
Y es que, aunque estuvo casi todo el partido por detrás en el marcador, el zaguero de Ultzama vendió caro su pellejo. Hubo emoción hasta el doce iguales. El 10-8 fue un precioso dos paredes de sotamano de Rekalde, que hizo tantos muy buenos, pero también cometió algunos yerros fruto de la precipitación. Eso sí, en sus brazos hay dinamita de sobra.
Una tacada de seis cartones definió el rumbo de la final (17-12), que ya no se le escapó al delantero. En el 20-14, el vizcaino se ganó los aplausos del frontón de Atxondo con un saque al ancho. Valiente. Acabó once tantos y cometió siete errores.
Txapela por la vía rápida
Antes, Ancizar finiquitó la final cadete en media hora. El de Doneztebe sacó a relucir el poder de su propuesta para laminar a un Iker Otxoantezana sometido. El markinarra sufrió ante el brillo del guardaespaldas del club Erreka. Pese al chaparrón, el vizcaino se sacó de la chistera uno de los mejores tantos, un dos paredes lejano que puso el 6-11.
Ancizar fue un rodillo desde los primeros compases. Hizo daño con el saque y amartilló el segundo pelotazo –su diestra fue un metrónomo– para poner la letra y la música. El doneztebarra estuvo 0-4 y 2-11. Una reacción de Otxoantezana comprimió el luminoso hasta el 7-12. A partir de ahí, solo un dos paredes del markinarra rompió el monólogo azul. Ancizar acabó con cuatro saques, doce tantos en jugada y apenas un error. Tiene brillo y chispa.