Duración 81 minutos (35:58 minutos de tiempo real).
Pelotazos 797.
Saques 1 de Titín III y 1 de Martínez de Irujo.
Tantos en juego 7 de Titín III, 10 de Martínez de Irujo, 1 de Merino II y ninguno de Barriola.
Errores 4 de Titín III, 9 de Martínez de Irujo, 4 de Merino II y 4 de Barriola.
Marcador 0-2, 1-2, 1-5, 3-5, 3-6, 6-6, 6-7, 7-7, 7-11, 9-11, 9-13, 12-13, 13-13, 14-13, 14-14, 14-15, 15-15, 16-16, 19-16, 19-17, 20-17, 20-19 y 22-19.
Incidencias Partido correspondiente a la octava jornada del Campeonato de Parejas disputado en el Bizkaia de Bilbao. Media entrada en las gradas del frontón.
Bilbao. Cuando parecía que estaba todo el pescado vendido y que Titín III y Merino II, tras una guerra magna en la primera decena, tendrían que decir basta; el delantero de Tricio, en un ejercicio de grandeza, fue la diferencia necesaria en los cuadros alegres para derrocar a un rey como Juan Martínez de Irujo, ampliamente apoyado ayer en las gradas bilbainas -y que terminó el encuentro afectado por una sobrecarga en su pierna izquierda-. Y es que, el riojano, emulando la película de David Fincher en la que Benjamin Button encontraba la juventud a medida que pasaban los años, está a un nivel que asusta. Titín, con un físico impenetrable y unas ganas locas de ganar, con colmillo, hambre y posibilidades, dio toda una lección de saber estar y defensa cerca del frontis. Porque el de Tricio, si bien estuvo secundado de manera brillante por el joven zaguero David Merino, fue un muro en el repliegue y jugó a aguantar a Juan, incluso en los momentos más críticos, hasta desquiciarle, porque entre los riojanos no había fisuras. Son un acorazado y saben que sus opciones pasan por defender como si les fuera la vida en ello. Ayer lo hicieron, el rejuvenecido para la causa Titín III y el gigante Merino II, para colarse en el banquete del Parejas, que parecía solo de dos comensales: Irujo-Barriola y Aimar-Beroiz.
El principio del encuentro, tenso, parecía carente de una chispa exagerada. Eran los movimientos de Juan los únicos que exponían la pimienta; porque Titín jugaba a hacerse el loco. Y, con el 7-11, y las diferencias aumentando, el de Tricio parecía muerto y Merino boqueaba. Había comenzado duro el envite y lo notaban. Pues bien, ese momento en el que Martínez de Irujo y Abel Barriola tienen que abrir heridas por su poderío físico fue el que escogió el caracolero para sacarles del partido. Atacó y se replegó. Sacó y se movió. Juan no podía con el gancho y Augusto le buscaba cuando no percutía atrás para que el cuero cogiera peso. Los momentos más serios de Irujo ya habían pasado y Merino se había recompuesto. Barriola acusó el esfuerzo de amarrar al de Villar de Torre, desatado y casi inmaculado, y Juan acabó gritando: "¡Dioooos!". No en vano, el veterano delantero de 43 años les había comido la tostada a dos fenómenos del físico de atleta.