césar ortuzar

donostia. No sabía Mikel, dichoso en medio de la agonía, si levantar los brazos de puro gozo o respirar, tan extenuante y exigente que resultó su asalto a la final del Cuatro y Medio de Segunda frente a Jokin Argote, al que le valían con cinco tantos para estar en el duelo definitivo, pero que demandó lo mejor del zaratamoztarra, que se catapultó desde un aguante físico extremo y una mentalidad con trazas de campeón, de extraordinario competidor.

No capituló Mikel ante el peor escenario posible por su inquebrantable fe. Pintaba el asunto oscurísimo para el vizcaino, que llegaba de reponerse de un 14-10 en contra y trataba de digerir un 19-16 después de dos saques consecutivos de Argote, un zaguero de piedra. Cuando lo más fácil hubiese sido tentar a la rendición, al desarme, Mikel optó por apurar los sorbos de oxígeno que le quedaban en su tanque y dar la vida en cada pelotazo en medio de la tiritona que provocan los finales apretados en partidos de gran tonelaje. Se sobrepuso el delantero de Zaratamo fiando su destino al de sus manos. Le alcanzó incluso para gestionar una renta mínima: 20-19. Sucedió que Argote dejó tieso a Mikel con una apertura al ancho arriesgadísima.

De nuevo igualado el duelo, se dispuso el joven delantero a dejarse otro trozo de alma en el Labrit. En su cuerpo de hilo palpitaban todavía un par de arabescos.