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Una única salud

La Scala y la libertad sanitaria

El concepto 'libertad' ha sido secuestrado por quienes pretenden reemplazar la Ciencia por la superchería

La Scala y la libertad sanitariaEP

Un grupo de amigas suelen organizar un par de excursiones al año a los más variopintos destinos, donde combinan la cultura con la gastronomía. En esta ocasión han elegido Milán, referente mundial de la moda, el diseño y el escalope.

Entre las visitas a algunas célebres pinacotecas, el Duomo y el Quadrilátero de Oro –sólo por fuera, espero–, acudirán a La Scala, uno de los teatros de ópera más famosos del mundo, donde asistirán a una representación de La Cenerentola, de Gioachino Rossini.

La sorpresa llega al recibir la nota que acompaña a las entradas: se invita a vestir ropa y calzado acorde con el decoro del teatro, por respeto al mismo y al resto de espectadores. Y por si no quedara claro a gañanes y turistas de rebaño crucerista, se prohíben las camisetas de tirantes, los pantalones cortos, las chanclas y el uso del móvil. Me comentan que también existe el efecto contrario, el overdressing, en referencia a esos nuevos ricos y parvenús que se presentan de frac en sesiones vespertinas, dispuestos para hacerse selfis. Hay gente pa tó, como diría Rafael El Gallo.

Hasta no hace mucho, en la misma entrada recordaban la vestimenta exigida: casual, chaqueta y corbata o lazo en determinadas localidades, y traje oscuro en los estrenos, para ellos. Ellas siempre saben cuál es el vestido apropiado.

Recuerdo que a una función en la Ópera Nacional de Hungría en Budapest para ver La Bohème de Puccini y a otra en la Deustche Oper de Berlín para disfrutar de La Traviata de Verdi, llevé pajarita y americana, a pesar del bulto en la maleta. París también lo exige. En contra de lo que cabría esperar, la Royal Ópera de Londres invita a vestir con comodidad.

De la inevitable vieja que carraspea, habitual de todos los conciertos, que desenvuelve los caramelos de eucaliptus convencida de que no se le oye y del abuelo al que le suena el móvil, ningún comentario piadoso.

A la madrileña

En abril de 2021, con restricción de movimientos por la pandemia, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, definía gráficamente su concepto de libertad: “Nos podemos ir a una terraza a tomarnos una cerveza y vernos con los nuestros; con nuestros amigos, con nuestra familia, a la madrileña”.

La majadería hizo fortuna en el foro e incluso una cervecera artesanal madrileña anunció el lanzamiento de una nueva y lucrativa línea de negocio, un producto de doble malta, La caña de España, en homenaje a su ideóloga.

Libertad sanitaria

En esta misma línea de simpleza intelectual preconizada por la lideresa madrileña, leo un artículo de Katie Suleta, en el American Council on Science and Health Comment Policy, del pasado 2 de julio y, me doy cuenta que, al igual que hiciera la inquilina de la sospechosa azotea de Chamberí, el concepto “libertad” ha sido secuestrado por quienes pretenden reemplazar la Ciencia por la superchería.

El autor de tamaña felonía es Robert F. Kennedy Jr., secretario de Estado de Salud y propalador de la relación entre el trastorno del espectro autista y las patologías del desarrollo con las vacunas, al coincidir la edad en la que aparece la sintomatología con su administración, pero sin el menor rubor ni fundamento científico, ni por las propias vacunas ni por sus conservantes.

Ha creado un movimiento –Make America Healthy Again (MAHA)–, para “hacer que América vuelva a ser saludable”, preconizando la libertad de cada persona para tomar sus propias decisiones con respecto a su salud y bienestar, abogando por la atención médica “no tradicional”.

Considera que, gracias al acceso generalizado a Internet, es relativamente fácil el autodiagnóstico y con la ayuda de influencers on line del propio movimiento, que cada uno determine por sí mismo el tratamiento natural a su dolencia. Nadie mejor que uno mismo para saber si algo no funciona como es debido en su interior, sin la orientación de un médico convencional, cuyos conocimientos, experiencia y finalidad, cuestionan y desacreditan sistemáticamente, junto con la Ciencia y la investigación científica en sí misma, insinuando que están al servicio de las grandes farmacéuticas.

Promocionan una ciencia basura, con artículos pretendidamente técnicos, sin supervisión por terceros independientes, distorsionando el método científico. Comienzan con la conclusión que pretenden y trabajan hacia atrás. Táctica que vemos también en el ambiente jurídico español cuando, a partir de noticias falsas publicadas en un medio afín, se inicia un procedimiento con gran repercusión mediática y que, pasado el tiempo decae, pero ya ha logrado el pretendido descrédito del adversario.

Proyectan crear sus propias revistas pseudocientíficas con el apoyo de determinadas empresas de bienestar, de alimentos y suplementos alimenticios, incluso con la colaboración de famosos, para la publicidad de sus productos, lo cual es particularmente irónico, dados los bulos difamantes de MAHA sobre la influencia de ciertas grandes farmacéuticas o determinadas grandes empresas alimentarias.

RFK Jr. ha afirmado que las prestigiosas revistas académicas que presentan investigaciones rigurosas sobre la salud, como The Lancet, New England Journal of Medicine y Journal of the American Medical Associationson corruptas y prohibirá a los funcionarios del gobierno que publiquen sus artículos en ellas.

Campo abonado para todo tipo de quiromancias, homeopatías, brujerías, herboristerías, otras panaceas y santurronerías varias, que confluyen, eso sí, en la cartera del paciente.

Polideportivo de Benta-Berri

Ya han colocado el nuevo motor en el techo. Ahora hay que enchufarlo y que funcione. Igual se produce un desembarco socialista para la inauguración, con foto incluida en algún medio.

Divagancia ramoniana

Para despertar la mente: hay cosas ciertas, pero no creíbles.

Hoy domingo

Ensalada de tomate y cebolla. Marmitako de bonito (Thunnus alalunga). Pastel de frambuesa, pistacho y mascarpone de Gasand. Tinto Viña Pomal. Agua del Añarbe. Café, petit fours.